lunes, 20 de junio de 2011

Convertirnos al Islam

Salvador Muñoz
Los Políticos

Alguna ocasión pregunté a un candidato electo si aceptaría en su administración municipal a “recomendados”. Su respuesta fue precisa: Por supuesto, si los recomiendan, ¡claro!
Entonces me di cuenta de que teníamos diferentes códigos.
O no sé usted cuál sea el concepto que tenga de “un recomendado”.
Por ejemplo, si usted me preguntara por un carpintero, de inmediato le daría el nombre de Martín Lazcano, un joven que ha hecho de la casa, una maravilla.
Mi “Adán” y “Eva” de Durero las enmarcó exactamente como quería... un cuadro fuera de lo común, de lo tradicional, sin que se perdiera la belleza de esas imágenes que adornan la sala. En la cabecera de mi cama, contradiciendo a Manuel Acuña, no tengo a mi madre como un Dios, pero sí tengo a “Riña de Gatos” de Goya, en un hermoso marco... y ya sin contar con closets y demás muebles; así que si me pidieran que les recomendara a un carpintero, sin dudar, les diría ¡Martín!
Si usted es burócrata, si trabaja en alguna dependencia de Gobierno, sea municipal, estatal o federal, ¿cómo le suena la palabra “recomendado”?
El concepto, sin que yo lo tenga asido por experiencia real, sino por las recogidas de gente que allí labora, es el siguiente: Un recomendado en esas latitudes puede ser una persona que no hace nada, no sabe hacer nada y no quiere hacer nada pero gana mejor que usted o simplemente gana sin el mínimo esfuerzo.
En caso de que ese “recomendado” sea “jefe”, si llega sin la mínima idea de lo que significa trabajar, entonces es más probable ver a un imbécil que sólo sabe gritar y hace de su oficina, una zona muerta...
Por eso, cuando quizás oiga uno en las áreas de Gobierno referirse a un “recomendado”, siempre sonará despectivo, más cuando la inferencia al “recomendado” sea “del Gobernador”, “del Secretario”, “del Subsecretario”, “del alcalde”, “del Diputado” (acá depende de qué Legislador, porque hay algunos que pesan más) porque con esa carga, además de despectivo, sonará como que ese “recomendado” es intocable.
Caso contrario cuando lo hablamos entre amigos, conocidos, un “recomendado” puede ser una opción que nos saque de un apuro en carpintería —como ya lo dije—, plomería, electricidad, albañilería, contaduría, odontología, medicina, y las demás áreas en las que usted pueda requerir ayuda profesional...
Pero, ¿qué sucede cuando la democracia, el voto popular, la elección de un pueblo, se ve truncada y el gobernante simplemente no pasa por una “recomendación”?
Hace un mes en Irán, se eligió como Gobernador a Alí Babaei Karnami como gobernador de Sari, pero lo cesaron el martes justo cuando se organizaba una ceremonia en su honor con motivo de la toma de posesión del cargo...
La separación del cargo no obedeció a que le hayan comprobado corrupción... O porque le hayan encontrado videos comprometedores o intentando violar a una camarera...
No...
El hecho se da después de que las autoridades hubieran pedido orientación divina a través de la adivinación y las recomendaciones no hubieran sido favorables.
Una de las formas de adivinación a la que acuden en Irán es a través del Corán, abriendo sus hojas y según el texto, si habla de cosas buenas, ya la hizo; pero si el texto es desafortunado, lo toman como mal presagio.
La otra forma es con el rosario musulmán de plegarias que no es tan singular como el rosario que nos echamos por estos lares: “una bolita, dos bolitas, tres bolitas...”
La cosa es que las “recomendaciones divinas” no fueron favorables para Alí Babaei Karnami y sencillamente, de Gobernador pasó a un cargo en la municipalidad provincial.
En fin... así, de tajo, un gobernador cae por recomendación divina... mientras, aquí, en México, rogamos a Dios que pasen pronto tres y seis años... ¿y ahora que vienen los alcaldes de cuatro?
¿Será acaso una señal divina para convertirnos al Islam y dejar nuestra democracia en manos de Alá? Quien quite y tengamos mejor suerte: Alá-una... Alá-dos... Alá-tres... ¡se va!

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