martes, 21 de junio de 2011

Estoy bien, nada más

Salvador Muñoz
Los Políticos

Se encuentran dos periodistas por la calle y, clásico, el saludo efusivo y fusionado en un abrazo acompaña a la pregunta obligada:
—¿Cómo estás?
—Ni desaparecido ni ejecutado... ¡entonces estoy bien!
Suena a chiste, pero no lo es.
Sucede en cualquier lugar del... iba a poner “del mundo” pero sería una exageración. Sucede aquí, en Xalapa, en el Puerto, en Acayucan, en Poza Rica, en nuestro estado y en nuestro país.
Vivimos un momento único y extraordinario en lo que se refiere al ejercicio del periodismo.
Reporteros, columnistas, fotógrafos, todos los que de alguna manera ejercen en sus distintas formas esta labor, viven en constante peligro.
Sí, incluso aquellos valientes reporteros que se avientan las riesgosas entrevistas de banqueta son incluidos en este drama nacional... ellos están en peligro de morir de hambre ante los ridículos sueldos que perciben de sus casas editoriales.
Ya ni se diga del reportero que investiga, que no se contenta con una declaración guanga de que todo es maravilloso en su municipio, en su estado, en su país.
O del columnista que señala, investiga y precisa en sus comentarios la información que refleja una realidad, la que vive la sociedad en general, no el mundo de caramelo de nuestras autoridades.
Pablo Ordaz, corresponsal en México de “El País”, lo dice todo en su primera línea: No tuvieron que irse a la guerra, la guerra vino a buscarlos.
¿A quién?
A usted, a mí, al vecino, a nuestra familia, a todos los mexicanos. Al periodista lo ubica en una suerte de “corresponsal de guerra” sin chaleco antibalas.
Por favor, si tiene oportunidad, busque en la internet el artículo “Son mexicanos, son valientes”... vale la pena.
En plática con Carmen Aristegui, Sergio Aguayo, al comentar la muerte del periodista Milo Vela, observa un patrón: los asesinatos y amenazas van contra esos periodistas que tienden a informar lo que sucede, pues lo que se busca es que prolifere la autocensura.
Entre los datos que da este periodista, están las cifras de la CNDH, que dicen que en la última década, han asesinado o desaparecido 88 periodistas en México. Perdón: 89.
El lugar que ocupa Veracruz en torno a los homicidios de periodistas alerta: cuarto estado después de Chiuhuahua, Tamaulipas y Guerrero.
Y se pregunta Aguayo cuáles son los mecanismos que los gobiernos, tanto estatales como federal, han implementado para proteger a los periodistas.
Preciso: A los periodistas.
Aguayo considera que la muerte de Milo Vela, no sólo debe unir al gremio y apuntar la exigencia a gobiernos, “para que se dejen de hacer tontos, legislen y creen mecanismos” para proteger al ejercicio del periodismo, indefenso ante las amenazas de funcionarios o cárteles.
Sí, leyó bien, “funcionarios”.
Y es que de acuerdo a estudios, alrededor de la mitad de amenazas contra periodistas provienen de funcionarios de gobierno y una tercera parte, del Crimen Organizado.
“No responsabilicemos de todo al crimen organizado, hay funcionarios que por defender a sus cotos de poder, mandan a asesinar o intimidar a periodistas”, dice.
Por su parte, Lorenzo Meyer clama que necesitamos información libre, que circule a raudales, que se pueda confirmar, para que podamos hablar de vivir en una democracia.
Para quienes ejercen el periodismo, está de más decir que en muchas partes del país y del estado, si no es que todo, existen las circunstancias donde los periodistas se quedan callados, no pueden hacer su trabajo. Y no nos referimos al Crimen Organizado. A veces los Gobiernos ejercen ese extraño poder para callar. Entonces hablamos de una democracia mutilada, incompleta.
Así, nos ubicamos en “zonas de guerra” por decir algo, aunque es peor... porque el periodismo está siendo obligado a replegarse en el silencio.
No se trata de hacer héroes ni mártires, sino de buscar esos mecanismos que nos permitan terminar una guerra que no queremos, no quisimos, no deseamos.
Porque si mañana me encuentro con un compañero, con un amigo, con un columnista, con un articulista, y me saluda preguntándome cómo estoy, quisiera responderle sólo a secas: ¡Estoy bien! nada más.

e-mail: dor00@hotmail.com
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