miércoles, 11 de julio de 2012

Políticamente indeseables

Roberto Morales Ayala
Zona Franca
No los quiere uno ver ahí, pero ellos ahí están. Son los políticos indeseables, los plurinominales, aquellos que llegan al Congreso –la Cámara de Diputados y el Senado— sin haber generado un solo voto, sin haber hecho campaña, sin arriesgar el cuero y sin haber expuesto su cuestionable prestigio y sin esperar ver cómo se los destroza la sociedad.
Esta vez, cuando la elección del 1 de julio ha arrojado resultados, el Instituto Federal Electoral ha definido cuál será la composición del Congreso y cómo quedarán posicionadas las fuerzas políticas, a través de los diputados y senadores.
Parte de la discusión pública se ha centrado en el empuje que trae el PRI, cuyo candidato, Enrique Peña Nieto, ganó la elección, no sin advertirse un evidente fraude mediante la compra de votos y la dispensa de favores entre su voto duro y un sector de los marginados de México.
Ese empuje del PRI, unido al Partido Verde Ecologista de México, rémora ya institucional del tricolor en cada elección, le permitió allegarse la mayoría de las diputaciones de mayoría y una cuota considerable de espacios por la vía plurinominal que, sin embargo, no le alcanza para tener mayoría simple en el Congreso.
Vamos por partes.
De acuerdo a las cifras, el PRI-PVEM tendrán en el Palacio Legislativo de San Lázaro 240 diputados de 500 que conforman la totalidad de la Cámara, no alcanzando así la mayoría simple con la cual podrían aprobar decretos e iniciativas de ley, menos la mayoría calificada, o sea, las dos terceras partes de la Cámara para realizar reformas constitucionales.
Aun sumando al Partido Nueva Alianza, de la inefable Elba Esther Gordillo, que gracias a la generosidad de un sector del electorado, logró diez diputaciones, no obtendría la mayoría anhelada, si acaso detentar la mitad de la Cámara Baja.
El resto de la Cámara de Diputados queda bajo control del Partido Acción Nacional, que logró 114 curules, y la coalición de izquierda, integrada por el Partido de la Revolución Democrática, Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, 136 legisladores.
O sea, sólo el juego de las alianzas, pero sobre todo de las componendas, los arreglos en lo oscurito y los negocios a trasmano, podrían destrabar el enredo que ya se ve venir.
Algo similar ocurrirá en el Senado. El PRI-Verde tendrá 61 escaños; PAN, 38; la izquierda, 28, y el PANAL, uno. El tricolor-verde no alcanzará la mitad, que es de 68 senadores; difícilmente el PAN hará alianza con el PRD-PT-MC, y el PANAL no representa prácticamente nada.
Pero esa es sólo una cara del espejo. En la otra se halla el rostro deplorable de la política. Son las figuras, los personajes, algunos auténticos rufianes, candidatos a cualquier reclusorio, incluso de alta seguridad, que a partir del 1 de septiembre serán los nuevos adalides de la democracia, constructores del México que está por llegar. Son los indeseables plurinominales.
Uno de ellos, inminente senador, será Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero, puntal del PRI, a quien se le acusó en el año 2000 de desviar recursos de Petróleos Mexicanos para la campaña del priísta Francisco Labastida Ochoa, en lo que se llamo el Pemexgate. No ocurrió nada. Libró una batalla legal y después de congratuló por haberse burlado de la justicia.
Su brazo derecho, Ricardo Aldana Prieto, presidente del Consejo General de Vigilancia, también fue acusado de estar involucrado en el Pemexgate, pues en la elección del año 2000 era el tesorero del sindicato petrolero. Aldana será diputado pluri.
Como aportación del Partido Verde a la podredumbre institucional, figura Jorge Emilio González Martínez, líder y dueño de la ecología política, involucrado en el escándalo por la muerte de la joven búlgara Galina Chankova Chaneva, quien murió al caer desde el departamento de González en Cancún.
En 2004, Jorge Emilio González fue balconeado en un video en que se le ve negociando un soborno de 2 millones de dólares por cabildear un permiso de construcción para un desarrollo inmobiliario en Cancún.
La izquierda también tiene lo suyo. El PRD-PT-MC postuló a uno de los priístas más indeseables: Manuel Bartlett Díaz, a quien se le atribuye la operación que dio como resultado la caída del sistema de votación en la elección de 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari, por el PRI, venció sospechosamente al izquierdista y ex priísta, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Bartlett, además, posee una deplorable fama como represor. Ahora, aunque perdió la elección por mayoría en el estado de Puebla, donde fue gobernador, logró acceder al Senado porque estaba registrado como candidato plurinominal por el Partido del Trabajo. Es decir, perdiendo, ganó.
La izquierda también postuló a Alejandro Puente Córdoba, presidente de la Cámara de la Industria de las Telecomunicaciones por Cable, como candidato al Senado, sin reparar en que semanas atrás acusó públicamente a la periodista Carmen Aristegui, una de las más respetadas en el medio, de ser instrumento de Carlos Slim. Puente Córdoba tiene estrechos vínculos con Televisa, a quien el ex candidato a la Presidencia de México, Andrés López Obrado, acusa de ser uno de los poderes fácticos que impulsaron e impusieron a Enrique Peña Nieto en la elección del 1 de julio.
Por el PAN, la designación de Fernando Larrazábal, alcalde de Monterrey, como candidato a diputado federal, fue un escándalo. Está involucrado en una red de sobornos, descubierta cuando el casino Royale fue incendiado por el crimen organizado. Su hermano aparece en videos cobrando mordidas. Aún así, el PAN lo postuló, ganó su derecho a ser diputado, pero una resolución de amparo lo obliga a retornar a la alcaldía, aunque él, en abierto desacato, dice que no lo hará.
Tres casos más, por parte del PANAL, son el acabose. Fernando González, yerno de la lideresa magisterial, Elba Esther Gordillo, y Mónica Arriola Gordillo, su hija, fueron candidatos plurinominales al Senado. Uno de los dos ocupará el escaño.
El tercer caso es aún más grotesco. Se trata del hijo de Martha Sahagún, hijastro del ex presidente Vicente Fox, Fernando Bribiesca, será diputado federal del PANAL. Está acusado de traficar contratos para sus compañías por parte de Pemex, de adquirir carteras vencidas del IPAB, cuyo daño se estimó en 334 millones de pesos, pero nunca le hicieron nada.
Son ellos una muestra de los terribles pluris, políticamente indeseables, que no hacen campaña, que no generan un solo voto, que no arriesgan nada, pero que serán a partir del 1 de septiembre, nuestros flamantes legisladores.

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