viernes, 13 de julio de 2012

Veracruz: Premio a la impunidad

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Un tipo llamado Juan Pablo Franzoni Martínez empuña un arma; corta cartucho con la habilidad de los matones; apunta hacia un contingente de jóvenes integrantes del Movimiento #YoSoy132, y gesticula, manotea, mienta madres.
La escena ocurre el 7 de julio, en Xalapa. Transitan los jóvenes antipeñistas, lanzando consignas de rechazo al priísta, ganador de la elección presidencial. De pronto, desde un balcón del restaurant Sumarento, es arrojada una silla que impacta en el pavimento. En los videos se escuchan réplicas y condenas. Todos vuelven la vista hacia el balcón, hacia Franzoni que anda en pleno show.
Franzoni, un junior de poca monta y menos cerebro, muestra el arma, una pistola calibre 22, con la que apunta hacia los #Yosoy132, quienes al verlo corren y se repliegan. Despejan la calle, se guarecen donde pueden, pegados a las paredes y a las puertas de las casas; otros buscan los postes de luz y de teléfono, algo que los libre de los disparos que hasta entonces el tipo no lanza.
Desde ahí se escuchan los gritos y condenas. “No a la violencia”, repiten a coro. Entre la voz agigantada de los muchachos, se oyen mentadas y más mentadas. Le gritan “puto”. Y otra vez “puto”…

Franzoni anda loco, perdido. Sube el arma, baja el arma. La exhibe, ríe, se jacta de tener en la mano con qué atemorizar; de irritar y provocar. A su espalda se observa divertida a una mujer, quizá su novia, quizá su amante, quizá otra estúpida irresponsable como él, que no para de reír.
La otra escena ocurre minutos después, cuando los antipeñistas ya se habían retirado. Llega un grupo de policías, ingresan al inmueble y someten a Juan Pablo Franzoni. Se le ve bajar tomado de los brazos, con la cabeza rígida y el rostro hacia el suelo. Sale del restaurant Sumarento en medio de reporteros y fotógrafos que se habían quedado a captar el sublime momento, la captura del hampón.
El macho bravucón está hecho una piltrafa. Los videos, la fotos, lo muestran entre dos policías con aspecto de robocop, que lo llevan a paso veloz. Se le ve empequeñecido, diminuto, con los pantalones a medio camino, mostrando la truza, casi al aire las nalgas y su miseria.
Parecía que la justicia había llegado. Franzoni fue ingresado al cuartel de San José, sede de la policía intermunicipal y se esperaba su consignación a un juez y su proceso penal. Andaba ebrio, según el reporte médico.
Sin embargo, la justicia no tiene carta de naturalización en Veracruz, menos cuando se trata de priístas o de prepotentes allegados al gobierno. En el caso de Juan Pablo Franzoni, su escudo es Juventud Dinámica, una organización del PRI con la que se liga, y funcionarios y legisladores.
Los medios de comunicación dieron cuenta de la hazaña del junior. Notiver publicó que Juan Pablo Franzoni ni siquiera pasó la noche en la cárcel. Fue presentado, pagó una multa de mil 700 pesos y luego se fue, es posible que hasta con el “usted dispense, fino caballero”.
Al saberse la versión de Notiver, y siendo potenciada por la revista Proceso, el gobierno de Veracruz intentó atajar el escándalo. Precisó que el junior fue consignado a un juez federal por el delito de portación de arma de fuego y por amenazas.
Joaquín López Dóriga, en El Noticiero, de Televisa, narró que Juan Pablo Franzoni fue detenido en flagrancia, o sea en el momento de los hechos, encarcelado, liberado por el pago de una multa, nuevamente aprehendido y liberado. Al día siguiente, rectificó: Franzoni se hallaba en el penal de alta seguridad de Villa Aldama, cerca de Perote.
El caso Franzoni tiene un cúmulo de vertientes. Se trata de un junior con dinero de sobra hasta para comprar priístas proclives a manosear y violar la ley.
El primer implicado por los medios fue el diputado local Américo Zúñiga, uno de los estrellitas de la Legislatura de Veracruz, quien de entrada se deslindó de los hechos y, sobre todo, de haber traficado influencias para que el azotado de Juan Pablo obtuviera privilegios.
La segunda fue Elizabeth Morales, alcaldesa de Xalapa, quien pese a que ya no se cuece al primer hervor, es asidua a la vida noctámbula, la trova, el mariachi, como se demuestra en el video en que le prodiga tremendo fiestón a su entonces secretaria, Shariffe Osman. Elizabeth también expresó que el show de Franzoni no era filete suyo.
Una tercera implicada fue la regidora xalapeña Corintia Cruz Oregon, lideresa de la agrupación priísta Juventud Dinámica, con quien ligan al acelerado Franzoni.
El cuarto fantástico es Cecil Duarte de Ochoa, hermano del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, quien es el verdadero poder tras el trono en Juventud Dinámica. En corto confesó no meter las manos por el junior tequilero.
Esos son los implicados.
Los cómplices son el procurador de Veracruz, Felipe Amadeo Flores Espinosa, y el gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Pudiendo imputarle cargos acordes con el delito que cometió, el Ministerio Público se fue por el lado menos grave: portación de arma y amenazas. Dejó de lado algo que jurídicamente pudo haberle complicado su situación legal y desde luego que hubiera frustrado cualquier intento de darle la aviada: el intento de homicidio.
Amadeo Flores Espinosa, de quien se afirma será el gobernador sustituto de Veracruz una vez que Javier Duarte se incorpore al gabinete de Peña Nieto, fue sospechosamente condescendiente al no consignar a Franzoni por un delito grave.
Por su parte, Javier Duarte, el gobernador, fue omiso, pues su decisión política habría dado la muestra de que en Veracruz la justicia aún no muere.
Franzoni se libró de cargos más graves, pues con la benevolencia de Amadeo Flores y Javier Duarte, puede gozar de un premio a la impunidad.

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