viernes, 14 de septiembre de 2012

Educación sin techo

Claudia Constantino
Las Crónicas del 2012

En Veracruz, las escuelas carecen de un presupuesto propio para llevar a cabo tareas de mantenimiento a sus instalaciones, labores de limpieza cotidiana o siquiera adquirir artículos de limpieza e higiene básicos como papel sanitario. En el ciclo escolar anterior, algunas de éstas escuelas a cargo del gobierno del estado, contaban con clases de inglés impartidas por alumnos del servicio social de la facultad de Idiomas de la Universidad Veracruzana; a la fecha no les ha sido liquidada la “gratificación” otorgada por sus servicios, por lo que en este nuevo ciclo escolar ha sido retirado este beneficio.
En todo el país, cerca de 7 mil escuelas que atienden a niños indígenas carecen de techo, ventanas, puertas, sanitarios, aulas de medios, canchas y hasta de una edificación propia, por lo que muchas se ubican en “lugares prestados”, reconoció la directora general de Educación Indígena, Rosalinda Morales Garza, quien sugirió que con recursos etiquetados de la Cámara de Diputados se acabaría de “una vez por todas esta tarea pendiente”.
La escuela Francisco Villa, ubicada en La Grandeza, segunda sección, en Amatenango del Valle, Chiapas, es uno de esos espacios educativos. Por ello, la maestra Esperanza Solano pidió al secretario de Educación Pública, José Ángel Córdova Villalobos, su intervención para que esa primaria tenga “techo”, “muebles”, “una dirección”, piso de cemento “en la entrada”, equipo de cómputo y sanitarios, pues desde hace un año ha solicitado a las autoridades educativas su ayuda y “nos han abandonado”.
Le preguntaron a Córdova Villalobos si también es un asunto de interpretación –como dijo en relación con los resultados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) –, la vulnerabilidad en la que se encuentran los niños indígenas y trabajadores, y el que más de 13 millones de menores vivan en hogares donde el jefe de familia no completó la educación básica y 50 por ciento de los menores que laboran no asistan a la escuela, de acuerdo con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), y el funcionario respondió:
“No es cuestión de interpretación, es cuestión de historia. Cuando esas generaciones no tuvieron el acceso a la educación, es difícil poder erradicar de golpe todas esas costumbres. Entonces, se trata de desarrollar nuevas generaciones que ya tengan ese acceso para que los hijos de estos niños vayan todos a la escuela. Esto es una cosa que se viene arrastrando de muchos años y por más que se ha aumentado lo que se invierte en educación para adultos, todavía no se alcanza a cubrir a todos.”
La profesora Solano esperó a que terminara la entrega de reconocimientos del 13 concurso Las narraciones de niñas y niños indígenas, para acercarse al secretario y entregarle un papel con sus peticiones. Ella y otro maestro dan clases a 53 niños en la primaria Francisco Villa, en La Grandeza. Con todo y las carencias que tienen en esta comunidad chiapaneca de 289 habitantes, uno de sus alumnos fue uno de los 70 ganadores de esta competencia. Ataviada de colores, Esperanza Solano contó que desde hace un año también se hace cargo de la dirección, pero ésta no tiene un espacio propio y, aunque cuentan con letrinas, éstas se encuentran en pésimas condiciones.
Rosalinda Morales Garza señaló que hay 23 mil escuelas indígenas, de las cuales 10 mil son primarias, 10 mil prescolares y 3 mil pertenecen a educación inicial. Treinta por ciento del total presenta alguna carencia de las antes citadas y algunas ocupan sitios prestados en otros espacios públicos. Por ello, destacó la necesidad de dotar de mayores atribuciones a esa dirección para recibir recursos que puedan destinarse a infraestructura y equipamiento de estos centros y crear desde la Cámara de Diputados un presupuesto etiquetado para las escuelas de los niños de los pueblos originarios. De hecho, dijo que uno de los planteamientos que se dejarán a la administración entrante es el de fortalecer las atribuciones de dicha dirección, para ser “más eficaces”.
Al inicio de este ciclo escolar, el gobernador Javier Duarte de Ochoa fue abordado con éste tema por alcaldes, legisladores y madres veracruzanas y en respuesta la Dirección de Espacios Educativos anunció la construcción de 10 aulas y la reconstrucción de algunos otros espacios dañados por fenómenos meteorológicos recientes. Y nada más. La educación sin techo, es parte de la realidad no solo de comunidades indígenas, sino de miles de niños que asisten a la escuela pública, día con día, también en nuestro estado.
Esto si hablamos exclusivamente de instalaciones, sin adentramos en la curricula que se cumple o incumple, las carencias cotidianas ya repasadas en este artículo o la falta de coordinación entre los distintos órdenes de gobierno para eficientar el sistema educativo nacional; el tema se amplía a varios días de este espacio. Por ello, suficiente por hoy. Esperemos respuesta una vez que “las estatuas de marfil” de fin de sexenio, hayan pasado y ello permita descongelar las propuestas y programas necesarios para mejorar este importante tema pues el futuro de nuestro país pende del presente de la educación de que gozamos o padecemos.
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