miércoles, 15 de mayo de 2013

Lecciones de dignidad

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Los maestros, como los ministros religiosos, son adoptados por numerosas comunidades urbanas y, sobre todo, rurales como sus guías morales. En tiempos electorales se convierten en una de las presas más codiciadas para quienes aspiran a cargos públicos, porque saben de la poderosa influencia que ejercen al momento de acudir a las urnas. Son una auténtica maquinaria del voto.
Hoy es día de festejos. El agasajado es el maestro y el espléndido gobernador de Veracruz se desprende generosamente de una millonaria partida para regalarle a cada uno un mes de salario —claro, como el dinero no sale de sus bolsillos—. Javier Duarte se los quiere echar a la bolsa.
De igual manera, los aspirantes a diputados y alcaldes de todos los colores, les invitan a ostentosas fiestas, en las que anuncian música con shows, finas viandas y vinos, rifas de vehículos y viajes a sitios paradisíacos, en zalamero “reconocimiento” a la labor que realizan en las aulas. ¿O los agasajan por lo que representan electoralmente?
Ojalá que cada maestro luego de la euforia de las festividades en su honor, no olviden que cuando tocan las puertas de los funcionarios, cuando siguen la ruta institucional, solo obtienen falsas promesas o la insultante negativa de que no hay recursos para material didáctico ni aulas.
La viven a diario en los salones de clases, imposible olvidar las caritas ilusionadas de miles de jóvenes y niños que esperan de sus maestros la mejor de las lecciones, las que les sirvan para la vida, pero que tienen que hacerlo en paupérrimas condiciones, porque existe una clase de políticos que solo vive al son de la compra de conciencias y elecciones.
Y es así porque hay maestros que se dedican a la grilla, pero los hay también que gustan de educar. Y estos se merecen todo nuestro respeto y por ellos hay que hablar.
El problema educativo en Veracruz es mayúsculo. La calidad de la educación es ínfima, de acuerdo con los índices del Consejo Nacional de Evaluación y con las estimaciones de organizaciones no gubernamentales. Gran parte del problema tiene que ver con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que le dio calidad de maestros a grillos políticos sin mayor compromiso social, y por la corrupción imperante en los niveles de gobierno, que nada hacen por mejorar las condiciones en que se imparten clases.
En Las Choapas, por citar el ejemplo más cercano, la educación va de la mano del desinterés oficial. Niños y jóvenes estudian en condiciones insalubres, con temperaturas superiores a los 40 grados, sin aire acondicionado, a veces sin ventilador, y cuando lo hay, resulta insuficiente; debajo de la sombra de un árbol, porque es mejor eso que materialmente cocerse por el intenso calor que prevalece en el aula.
El asunto no es para menos. Lo han denunciado los líderes sindicales y los maestros de a pie. Fernando Girón Salas, supervisor escolar y dirigente de los profesores adheridos a la Sección 32, se lo planteó al entonces candidato del PRI a diputado federal, Noé Hernández González, porque resulta inconcebible que los salones sean sólo un cajón y las clases se impartan bajo la sombra de un árbol.
El mismo Fernando Girón denunció el desinterés del ayuntamiento de Las Choapas por atender las necesidades de las escuelas. A las del ámbito rural, unos 18 planteles, no las volteó a ver el entonces alcalde Renato Tronco Gómez, y eso que es donde dice tener su voto duro.
Es tal el desdén del grupo tronquista a la educación, que ni siquiera cursaba invitaciones para los eventos cívicos, y si lo hacía, no se preocupaba por asegurarse de que las escuelas participaran.
Carecen de material para construir aulas, bardas perimetrales, plazas cívicas e instalaciones eléctricas. No les garantizan seguridad y eso los pone en manos de la delincuencia, que se roba los pizarrones enciclomedia, material didáctico, equipo de cómputo y hasta la tubería de agua para ser revendida como chatarra.
A Tronco le importa un comino la educación, pero a los maestros los agasajará este sábado 18 con la rifa de un automóvil, motoneta, laptops, cámaras de video, teléfonos Black Berry, tarjetas de regalo Liverpool con valor de 2 mil pesos cada una; tarjetas Telcel de 500 pesos; perfumes, pantallas planas, Ipad y hasta un viaje a la Rivera Maya con todos los gastos pagados.
Los ve como fuerza electoral sin importar que los niños y los jóvenes reciban una buena educación. Las escuelas, por lo que toca a Tronco, se pueden caer.
Así está todo Veracruz, aquejado por falta de buenos maestros —no todos, aclaro, porque también los hay que son unos auténticos apóstoles de la educación, con compromiso, vocación y amor por sus alumnos— y un gobierno estatal cuyo proyecto es fabricar más pobres y si son ignorantes, mejor.
Sindicatos estatales, agrupados en una coalición, le han hecho sentir al gobernador Javier Duarte que el escenario de Guerrero, Michoacán y Oaxaca pudiera trasladarse a Veracruz.
Este lunes 13, más de 10 mil estudiantes se quedaron sin clases a causa del paro de maestros que reclaman que el gobierno de Veracruz le pague al Instituto de Pensiones del Estado 3 mil 850 millones de pesos, adeudo que ha provocado que los integrantes del magisterio se vean impedidos de acceder a préstamos y los maestros que ya se retiraron, del cobro de sus pensiones.
Le recordaron a Duarte que el 20 de enero firmaron un acuerdo en el que el gobierno se comprometía a liberar el adeudo con el IPE y otros 160 millones con el Seguro Social. El gobierno de Veracruz incumplió y los maestros salieron a ejercer su derecho a la protesta.
Las demandas debieron calar hondo en la inmensa humanidad del gobernador Duarte. Las críticas aún más. Sus proclamas eran tan hirientes como contundentes: “Exigimos el respeto y garantía a los derechos laborales de los profesores”, “Los hijos de los funcionarios se llenan con el erario y los hijos de los profesores que se los traguen los deudores“, “Dejen de otorgar plazas a las agrupaciones campesinas”, “Si el PRI nos quiere acabar contra él vamos a votar”.
Así como los maestros, ese mismo día padres de familia de la escuela Álvaro Gálvez y Fuentes, de municipio Rafael Lucio, se manifestaron en Plaza Lerdo, frente al palacio de gobierno, bloquearon la avenida Enríquez y exigieron la liberación de un millón y medio de pesos para construir cuatro aulas. Disponen de nueve, que dan cabida a 250 alumnos. La escuela fue construida hace 70 años; los techos están a punto de colapsar y el gobierno no responde.
La respuesta del gobernador Duarte fue insólita. Anunció que por el festejo del Día del Maestro cada profesor recibirá un mes de salario como bono especial. El chiste tendrá un costo de 2 mil 100 millones de pesos.
¿No habría sido más sensato destinar es cantidad a saldar el adeudo del gobierno de Veracruz con el Instituto de Pensiones del Estado y así comenzar a cumplir con lo pactado con el magisterio veracruzano?
Para Duarte, con esa embarrada de mano se da por satisfecha la demanda de los maestros, pero el problema del adeudo con el IPE y con el Seguro Social persiste. Quizá no intuye que una vez que concluya el festejo del Día del Maestro, las exigencias de préstamos, a los que tienen derecho, y el pago de pensiones a los maestros retirados, a los que también tienen derecho, volverán a cimbrar al gobierno de Veracruz.
¿Es difícil entender que el cáncer no se alivia con una Aspirina?
(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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