Jorge Arturo Rodríguez Tierra de Babel La ya gastada expresión de “Ser o no ser, esa es la cuestión”, pero que siempre la traemos a cuento y a cuenta para ponerle sabor a nuestros dichos y, peor, dizque para fundamentar nuestras indecisiones y pesares, nunca pasará de moda, mucho menos ahora cuando la duda de Hamlet se incrusta en nuestras venas y se ensancha en nuestras vidas. Incluso la parafraseamos, transmutando a veces su sentido original, como “Ir o no ir, esa es la cuestión”; “Quedarme o no quedarme, esa es la cuestión”; “Creer o no creer”, esa la cuestión”, y muchas otras que incluso llegan al juego cómico, el sarcasmo y hasta la burla más burda.
Pero no me desvío. En realidad mi intención es comentarles que al menos un servidor, a estas alturas ya no sé si creer o no creer… en alguien, en algunas cosas, en ciertas cuestiones… No sé si soy nihilista, ateo, agnóstico, católico, evangelista… No, no sé. Pero sé que creo creer, lo cual es una contradicción o por lo menos un galimatías… Ya, no nos metamos donde no nos llaman. El caso es que el filósofo Francis Bacon expresó que un hombre está dispuesto a creer aquello que le gustaría que fuera cierto. Y Sigmund Freud dijo que como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea. Con esto me quedo.