Salvador Muñoz
Los Políticos
No sé si a los gatos les guste la música... pero sé que a algunos no les gusta los sonidos agudos, como los silbidos... Ya casi no se ve a gente silbando en las calles o en la casa alguna melodía. Sería raro verlo. ¡Pues yo era de esos raros que silbaban mientras caminaban por las calles!, quizás para no sentirme solo en el trayecto o quizás por cantar esa canción que retumbaba en mi cabeza pero cuya letra no sabía.
No sé si a los gatos les guste la música, pero en lo que respecta a los silbidos, las opiniones se dividen. Iba yo en la secundaria y como buen “raro”, entraba silbando a la privada en que se había convertido el gran terreno del abuelo tras su venta. Entonces veía a lo lejos a la “Cucha”, que subía a una barda, caminaba sigilosa sobre de ella... bajaba y se arqueaba de lado brincando... para mí, era una clara invitación a jugar. Corría hacia ella y ella hacia mí y subía por mi pantalón, por mi camisa y descansaba sobre mi cuello... estoy seguro que escuchaba mi silbido y venía a recibirme.
Caso contrario ocurría con “Silvestre”, mi último gran felino. En realidad se llamaba “Cucho”, no me mortificaba con los nombres de mis gatos. Eran “Cucho” o “Cucha”. Pero “Silvestre” gozaba de un pelaje negro y blanco esponjoso que le daba un aspecto del minino que perseguía a “Piolín”. MI cuñado Adolfo le decía “Mesié Silvestre”, por ese aire altanero y orgulloso que portaba. La primera vez, estaba sentado en la sala y a mi lado, en el brazo del asiento, “Silvestre”. Empecé a silbar una tonadilla, lo más suave e inspirado que podía, cuando su poderoso salto lo llevó a mi boca y me mordió. Me sorprendí. Sin embargo, no sabía por qué lo había hecho... tras el segundo mordisco comprendí y no volví a silbar junto a él.
II
Tengo un concierto en la oficina. Ambos son fabulosos. Ambos, interpretados por grandes maestros. El primero, Aguacero, de Dios... el Segundo, vía youtube, “Vals 2”, de Dmitri Shostakóvich. Ambos, pareciera que tienen el mismo ritmo... sigue la tormenta y vuelvo a poner el vals mientras me pregunto si a los gatos les gustará la música... y la política.
Morris no fue invitado al debate de candidatos a la presidencia municipal, quizás por no estar registrado. ¡Esa sí fue una gran ausencia, no como la de Ricardo Ahued y David Velasco!
En twitter veo algunos comentarios que hace al respecto Morris donde dice que les mandó un mensaje a los demás candidatos a la alcaldía... por curiosidad, observo la cantidad de seguidores que tiene en twitter: 4 mil 168... un número respetable pero que no hace mella en los 99 mil 496 que tiene el gobernador Javier Duarte o los 10 mil 271 seguidores de Américo... eso sí, tiene más seguidores que Abel Cuevas (1 mil 205) y un poquito menos que Dulce María Dauzón (quien al parecer ya eliminó a los “ficticios” que tenía pues ahora tiene sólo 4 mil 928).
Si comparamos los seguidores de Morris en facebook y los del gobernador en Twitter... gana el felino con 128 mil 953 porque Duarte de Ochoa en la red social de la “F” nomás tiene 935... sí, es popular el gatito.
Tormenta y Shostakóvich... como si los Dioses confabularan para escribir esta columna... ¿a los gatos les gustará la música?
III
Me dirijo a ver el mensaje de Morris... ¿qué maullidos dirá? ¡Es un video! Aparece Morris limpiando su pata trasera con la misma intensidad con la que escucho solamente a Shostakóvich (porque la tormenta amainó tan suave como el vals del ruso)... y entonces puedo escuchar algo en el mensaje de Morris... no son maullidos, ni ronroneos... ¿es... es... es...? Dudo un poco y me pongo a ver el mensaje completo de Morris que dice: “Mensaje de El Candigato Morris... El 7 de julio se acerca (la guerra sucia se intensifica)... pero no me preocupo porque tengo las garras limpias... me estoy preparando... VOTA. El candigato Morris. #TodosSomosMorris”.
El mensaje no dura más de un minuto entre relamidas y pata de gato y al final, una de mis dudas parece despejarse: La música de fondo es de ¡Shostakóvich!... una parte de su décima sinfonía... Sí, del considerado el gran compositor ruso del siglo pasado, perseguido por sus ideales y acusado hasta de “pornofonía” (sí, a mí también me da risa)... ¿le gustará la música a los gatos? No lo sé... sigo sin saberlo, pero regreso a mi vals, con Shostakóvich, y recuerdo a mi “Cucha”, a “Silvestre”... también a este gran compositor que acabó siendo diputado del Soviét Supremo cuando renegaba de él y me surge otra pregunta: ¿Le gustará a Morris la música... y la política?
Acaba Shostakóvich pero vuelve la tormenta... yo, inicio un vals silbado, sin riesgo de que un gato me muerda la boca.
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