domingo, 12 de octubre de 2008

Veracruz respalda el Plan Anticrisis del Presidente

Javier Duarte de Ochoa *

Existe cierta confusión entre la mayor parte del público respecto a las condiciones en las que se encuentra la economía de los Estados Unidos, así como los posibles efectos que está tendrá en el contexto de un mundo globalizado.
Esta confusión ha ido en aumento a raíz de las notas que hemos visto en las dos últimas semanas en casi todos los medios nacionales, en donde se calculan, casi a manera de juego de dados, las probabilidades que tiene la economía de nuestro país de salir a flote.
Para aclarar un poco esta situación es necesario recordar algunos puntos del contexto estadounidense y entender en su justa medida el Plan Anticrisis presentado por el Presidente Felipe Calderón.
Como se ha mencionado en anteriores ocasiones, la actual crisis financiera, que inició en los Estados Unidos por el desplome de paquetes accionarios de créditos hipotecarios, es el reflejo de los problemas que se viven en la economía real de ese país.
Durante la última década, el consumo interno que movía la economía de nuestro vecino del norte se basaba en gran medida en los créditos que sus ciudadanos solicitaban, dejando como aval sus casas, que a la vez estaban hipotecadas.
Frente al incumplimiento de un buen número de deudores, los paquetes accionarios bajan, se desata la crisis de la que hemos escuchado hasta la saciedad, y en el futuro resulta evidente que el crédito estará sumamente restringido, disminuyendo también el consumo interno de ese país.
Pero la historia continúa. De acuerdo con los datos de los últimos cuatro trimestres se puede apreciar que el principal componente del crecimiento económico en los Estados Unidos ha sido un mejor resultado en la balanza comercial (importaciones menos exportaciones), derivado de un dólar un poco más barato frente a otras monedas –situación que se mantenía desde el 2002-.
El problema de visualizar la balanza comercial como una posible vía de salida a la crisis de ese país, es que el comercio de ese país sólo representa el 26% de su economía, mientras que un 70% lo representa el consumo. Además, cabe mencionar que el mercado laboral se encuentra sumamente debilitado. Su economía pierde empleos a un ritmo de 81,000 por mes, lo que también hace que disminuya el consumo interno.
Toda esta situación tendrá repercusiones al sur del río bravo, pero es importante aclarar en qué direcciones se vivirá el impacto.
En nuestro país, por ejemplo, la crisis financiera no ha tenido ni tendrá las mismas repercusiones que en aquel país, al menos no al grado de ver quebrar a alguna institución financiera de peso importante.
Sin embargo, como resultado de la baja en el consumo interno en los Estados Unidos, podemos esperar una caída en nuestra balanza comercial, dada la disminución de nuestras exportaciones hacia este país.
Desde mediados de los años noventa nuestra balanza comercial con ese país era superavitaria, lo que había contribuido al crecimiento de nuestra economía. De igual forma, se espera que la inversión extranjera caiga, dada la astringencia crediticia que ya se ha mencionado y la desconfianza actual en los mercados.
Así mismo, el menor poder adquisitivo de los norteamericanos afectará nuestros ingresos en materia de turismo. Por lo que es importante preguntarnos ¿qué opciones se tienen para dar respuesta a una crisis, que por la sintomatología que se vivió en las últimas dos semanas, se pronostica de una dimensión global?
Dado que la baja en la economía de los Estados Unidos apenas está empezando y es posible que esta tendencia se acelere en aquel país, aun cuando los mercados financieros se estabilicen en el corto plazo, es necesario pensar en los siguientes retos que habrá que enfrentar.
Uno de los principales temas que se tendrá que discutir en un plazo inmediato es el de la política fiscal. Tanto en México, como en Estados Unidos y otras partes del mundo, una política fiscal expansionista (la cual implica un mayor gasto público) será necesaria para revertir los efectos de la recesión.
En algunos países, como es el caso estadounidense, existe mucha preocupación por seguir una medida de esta índole, ya que luego del rescate financiero que dio hace dos semanas, la deuda nacional llega a niveles mayores del 72% del PIB. Sin embargo, como lo han señalado importantes especialistas como Joseph Stiglitz y Paul Krugman, es necesario que en este momento se ignoren los niveles de deuda pública para lanzar paquetes de estímulos fiscales, sobre todo porque los rescates financieros, al mismo tiempo que hacen crecer la deuda, no tienen el mismo efecto sobre la demanda que otras formas de gasto deficitario.
El problema fundamental es el prejuicio que existe en los sistemas políticos y en los medios masivos de comunicación respecto a estas medidas, el cual en gran parte surge de la desinformación. La severidad de esta recesión bien puede depender de la medida en la que los gobiernos estén dispuestos a ignorar los viejos dogmas en política fiscal para poder estimular la economía.
Hay ejemplos internacionales que deben ser considerados en este sentido. En Japón, al final de la década de los años ochenta, ocurrió un colapso de las burbujas especulativas similar al que se presenta actualmente en los Estados Unidos.
En el caso del país asiático, la política que decidió seguirse fue de un fuerte conservadurismo fiscal que no hizo más que agudizar los efectos de la crisis. Sin embargo, parece que ese tipo de errores han dejado buenas enseñanzas.
Esta semana el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, ha anunciado un plan de recuperación para su país que considera una fuerte presencia del Estado en la reactivación de la economía, así como la incorporación de un paquete de reformas que implican una mayor regulación en ciertos sectores.
De hecho la prensa internacional calificó como “un golpe de timón” en la política del mandatario francés las medidas anunciadas. De forma paralela, en estos momentos existen fuertes discusiones en los Estados Unidos en torno al rol de que debe asumir el Estado, la pregunta que todos tienen en mente es ¿cuál será la visión del nuevo presidente norteamericano?
En medio de esta ola de especulaciones mediáticas, el Presidente Felipe Calderón presentó esta semana su Plan Anticrisis para el caso mexicano.
Desde la perspectiva de quien escribe estas líneas, el presidente ha leído perfectamente el momento y la situación que se vive. Ha decidido ampliar el gasto público especialmente en materia de infraestructura, uno de los sectores que tiene mayor impacto en la economía, modificando reglas para agilizar el gasto presupuestal.
En este mismo sentido viene el anuncio de la construcción de una nueva refinería con fondos del Estado, además de que instala un nuevo programa de desregulación y desgravación arancelaria para aumentar la competitividad de las cadenas productivas en nuestro país, lo que debería tener un impacto positivo sobre nuestra balanza comercial, compensando de esta forma los efectos de la baja en el consumo de nuestro vecino del norte, con quien está sustentada la mayor parte de nuestras relaciones comerciales.
Todas estas medidas, sin duda reflejan una postura clara en cuanto al camino que se ha decidido seguir. Nosotros vamos a consumir lo que no nos compren, ha dicho el presidente. Y desde la perspectiva de los puntos señalados anteriormente, ésta es la mejor forma en que se puede reaccionar.
En Estados Unidos aún existen dudas sobre el camino que se decidirá seguir. La presión política sobre un ejercicio fiscal expansionista es mayor que en México, por los altos niveles de endeudamiento.
Nuestro país se encuentra mucho mejor posicionado en ese sentido. Sin embargo, la cordura económica diría que ellos tienen que transitar por el mismo sendero que ahora propone el Presidente Calderón. El reto fundamental que enfrentaremos como mexicanos será no politizar los cambios necesarios que se requieren para llevar a cabo el plan que se ha propuesto. En Veracruz coincidimos con el plan que se ha trazado.

*Secretario de Finanzas y Planeación del Gobierno del Estado.
jduarte@sefiplan.gob.mx

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