domingo, 29 de mayo de 2011

Las novias del narco... y del gober

Salvador Muñoz
Los Políticos

La declaración de Cocoa Calderón creo que a cualquiera escandaliza: 40% de las niñas de secundaria en Michoacán, sueñan con tener de novio a un narco.
No dijo más. No especificó quién hizo esa encuesta, a qué promedio de estudiantes, la mecánica de tal y tampoco hubo reportero que cuestionara el dicho, por lo que esa sola frase, al menos en Michoacán, debió sacudir hondo, duro y fuerte.
Vamos por partes... Luisa María (Cocoa) Calderón es precandidata del PAN a la gubernatura de ese estado. Para mayor dato, es hermana del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Por otro lado, bajo el supuesto de que sea verídico el dato, qué tanto nos atañe a los demás ciudadanos que no somos michoacanos y que, por supuesto, luego entonces, nuestras hijas, sobrinas, nietas, hermanas o simplemente miembros de nuestra sociedad, no están en el escandaloso 40 por ciento de niñas que quisieran convertirse en una “buchona”.
¡Otra vez!
Se le llama “Buchón”, allá en el norte del país, específicamente en Sinaloa, a aquel individuo que de la noche a la mañana, después de andar a pata, ahora anda en Hummer, viste ropa de marca y despilfarra dinero como si lo... si lo... sudara.
Vaya, se podría aplicar ese refrán que reza: El amor, el dinero, lo pendejo y narco, no se pueden ocultar.
Pero siendo aún más exhaustivos en nuestra definición, hemos de decir que a una planta que acá conocemos como Lirio acuático, por otros lados la identifican como “Buchón de Agua”.
En Sinaloa, cuando el indígena empezó a tomar agua contaminada, una bacteria le provocaba cierta inflamación en la garganta, por lo que lo llamaron “Buchón”... es decir: De buche grande.
Entonces, de manera despectiva, igual se identifica al Buchón, como al sujeto que de repente, cuenta con dinero y lujos... sólo escribo lo que se cuenta: “un indio con mucho buche, pero contaminado”.
Luego entonces, a la novia del “Buchón” se le llama “Buchona”.
La Buchona sólo busca una cosa en ese novio: Dinero... ¿para qué? Para ir de compras a la plaza, adquirir ropa, zapatos, accesorios, celular, lo último en tecnología de comunicaciones, salir del entorno económico en que vive, sacar de la pobreza a su familia, etcétera.
También, si el “Buchón” ya tiene más camino recorrido en su negocio, y quiere invertir en su “buchona”, habrá de mandarla a hacer una buena hojalatería... es decir: Más bubis, más cintura, más nalgas, una nariz respingada.
¿Mmm? Entre las leyendas urbanas se habla de un gobernador que gustaba de hacer lo mismo que un “Buchón”... les daba plazas a sus “buchonas”, les daba casas a sus “buchonas”, les daba carros último modelo a sus “buchonas”, y dicen, no me consta, que a una hasta le mandó a hacer una himenoplastía... es decir: ¡La hizo virgen de nuevo!
Lo increíble del asunto es que se habla (siempre en esa leyenda urbana) que las mismas madres (o familias) estaban de acuerdo en que sus hijas fueran esa especie de “Buchonas” del Gober.
Bueno, si la leyenda urbana es cierta, se demuestra que no se necesita ser narco para hacer esas cosas... ¿O sí?
A lo mejor, dentro de la fauna política deberíamos hablar ya de “Gobernadores Buchones”...
En fin, que una vez comentado y contado todo lo relacionado a las novias del narco, queda averiguar qué es lo que hace a una niña entrando a la adolescencia, considerar como partido a un tipo que inicia como sicario su carrera dentro del narco...
La respuesta, es claro, está dentro de casa, ya ni en manos del Gobierno...
Ahora, ya no es nada más cuidar a nuestras pequeñas de patanes en camiones de CMAS, conduciendo taxis y envalentonados en un carro con tres o cuatro amigos... sino también de esos Celestinos con sus cómplices que todos conocemos y de Gobernadores calientes, sino también del buchónnes... el galán de la miseria.

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