Triste Pescadito

Alejandro Aguirre

Fútbol de Veracruz


Soy un convencido que la educación de los seres humanos no sólo se adquiere dentro de un aula, estudiando alguna carrera o preparándote para ser alguien en la vida. Para mí la base de ésta se obtiene en casa, cultivando y reafirmando valores, respaldando la armonía de este núcleo fundamental como lo es la familia. Casi siempre lo que reflejamos en nuestra vida diaria es lo que aprendimos en casa.

Hoy quiero hacer referencia a este tema porque lastimosamente, una vez más en el tiempo que ya sumo en esta actividad periodística, me topo con un futbolista que demuestra que de educación y valores sabe muy poco y que su actitud está demasiado lejos de la calidad que tiene como deportista, pero que me ratifica el porqué está jugando en la Segunda División del fútbol mexicano.

Carlos Humberto Ruiz Gutiérrez, mejor conocido como El Pescadito, anunció el lunes que mientras continúe en Veracruz no hará ningún tipo de declaración a los medios de comunicación que lo siguen como jugador de los Tiburones Rojos.


Hay que consignar que el señor Ruiz Gutiérrez está en su derecho de no hacer declaraciones, nadie ni nada lo obliga hacerlo, pero tuvo que haber recordado algunos detalles importantes antes de tomar su decisión.

Don Pescadito, usted es un futbolista que firmó un contrato por tres años, con una institución llamada Tiburones Rojos del Veracruz, es un empleado del Gobierno del estado y representa sus intereses ante el pueblo. Olvida que a unos días de su llegada por su jerarquía fue nombrado capitán del equipo y por consecuencia es la referencia entre el club y los aficionados, donde por cierto, lo medios de comunicación a los que hoy veta, son el vínculo entre ambas partes.

Se olvida que si han existido cuestionamientos extra cancha hacia su persona es porque ha fallado a su profesionalismo. Primero, porque su vida nocturna ha sido notoria, sus visitas a centros de diversión más que evidentes y la gente, los aficionados, lo han visto una y otra vez en la joda. Por cierto, dichos cuestionamientos no ha querido afrontarlos y prefirió vetar a dos periodistas que dejaron entrever sus pachangas.

Uno más, lo que se vivió esta semana de descanso de Veracruz donde lunes y martes no trabajó por estar “lastimado” y su extraña desaparición, hasta ahora no aclarada, desde el miércoles hasta este lunes, lo han dejado muy mal parado ante su todavía entrenador y principalmente ante sus compañeros.

Esa imagen de líder pasa a ser de la de un desertor, de alguien que está alejado del objetivo común y que en verdad no merecer ser el capitán del equipo. Carlos Ruiz está harto de los Tiburones Rojos, de la ciudad, de todo y está esperando a que termine el torneo para huir
como siempre lo hace, por la puerta de atrás y valiéndole madres las instituciones, los aficionados y todo lo que rodea a un club.

Y sólo puedo entender que la actitud del señor Pescadito se deba a su falta de educación, a la falta de valores que promulgar y especialmente a su inestabilidad emocional, lo hayan convertido en un nómada del fútbol.

Desde su debut en 1995 en Guatemala, Carlos Humberto Ruiz ha jugado en Grecia, en Estados Unidos, en Canadá, en Paraguay, en México, regresó a Grecia, volvió a Estados Unidos y ahora está nuevamente en México.

No ha podido echar raíces en ningún lado, ha estado cómodo, bien pagado y siempre termina por haber algo que lo trastorna y le impide seguir. En Paraguay fue ídolo y porque simplemente no quiso seguir en el Olimpia terminó por irse con más pena que gloria. En Puebla algunos de sus compañeros no lo toleraban ya y cuando recibió una oferta de Grecia se fue prácticamente sin despedirse, aunque su aventura sólo le duró unos meses.

Regresó a Estados Unidos con el Philadelphia Union y a pesar de estar cómodo, ser un jugador franquicia y con la estabilidad que te da haber marcado más de 100 goles en tus cuatro diferentes etapas en la MLS también huyó para venir a Veracruz y hoy todo parece indicar que aunque le restan dos años de contrato no seguirá, porque se quiere ir y Joaquín del Olmo ya no lo soporta.

Sus desplantes parecieran ser los de una verdadera “estrella” del fútbol. Es verdad, los 222 tantos que ha marcado en su carrera entre los 10 equipos profesionales que ha defendido y de la Selección Nacional de Guatemala, lo ubican como un futbolista de élite, de buenas condiciones, pero con muy poco en cuanto a educación y relaciones humanas. A donde va, siempre termina mal y sale por la puerta de atrás, siempre dejando claros de su baja autoestima e seguridad, que termina reflejando en soberbia y conflictos.

Señor Pescadito ubique su realidad, está usted en la Segunda División de México, no está en la Liga Premier, ni en el Fútbol de España, deje a un lado su mala educación, su ignorancia y compórtese como un profesional, su calidad y fútbol no están en duda, termine dignamente su estancia por Veracruz y váyase por la puerta de enfrente y no por la de atrás como casi siempre lo hace. Saludos.


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