jueves, 18 de octubre de 2012

Báscula

Salvador Muñoz
Los Políticos

Tomás Ruiz iba quitado de la pena, como siempre, puntual como todos los jefes de Sefiplan, y a punto de entrar al edificio, un oficial le interrumpió pasos y pensamientos propios de un enamorado:
–¡Hey, hey, hey! ¿A dónde va?
–¿Cómo que a dónde? ¡Pues a mi oficina!
–¿Y qué trae ahí?
–Mi portafolio con algunos documentos...
–Pues va a tener que abrirlo para verlo...
–¡Oiga, qué no sabe con...
–¡Nada, nada, nada! ¡Ábralo! si no, no pasa...
Pues en las mismas acabó el primito de Alberto Silva, Gabriel Deantes Ramos, pensando quizás lo complicado que sería adquirir otro edificio con eso de la nueva Ley contra el “Wash-and-Wear”, cuando le salió el mismo oficial para ponerle las mismas condiciones... ¡a báscula!
Misma “humillación” recibió Elizabeth Morales, pero no la alcaldesa, sino la secre de Deantes a quien le revisaron su bolso de manera exhaustiva...
El hijo de mi querido amigo Luis Rodríguez Zavala, Abraham Christiani, el joven tecno de Sefiplan, pasó las de Caín igual y le valió al poli que “El Centinela” fuera a publicar tal trato al personal... ¡báscula!
Al cumplido oficial igualmente le valió madres tener que subirse a una silla para tratar de estar al tú por tú con el Tesorero Antonio Tarek Abdalá Saad, quien mantenía en lo alto su portafolio negándose a que lo revisaran... ¡al final, la Ley se impuso!
Mismo bochorno pasó el otro primito, Coque Ramírez Tubilla, a quien sencillamente no le respetaron el parentesco...
Y un cacahuate significó al oficial que lo amenazaran con echarle al diputado federal “El Loco” Acosta Croda... ¡también pasaron por las armas a Elsa, la subdirectora de Ingresos!
Al guardián del orden no le importó la cara de mustio de Carlos Aguirre Morales, el sub de Egresos y que lo hurga para ver qué traía...
El colmo fue el sacrilegio, la violación, el ultraje que recibió Lucía Letayf Barroso... sí, la misma que gusta de pasear cheques de empleados fuera de Finanzas... su Louis Vuitton (¿o era Prada?) también fue mancillada por esas manos de guardián...
Por supuesto, todas estas eventualidades en estos personajes no son más que ficción, pero en la realidad, los oficiales de Sefiplan, bajo supuesta circular, tienen orden de revisar bolsas, mochilas y cualquier objeto que sea factible ¡de introducir comida!
Quizás no sea tanto rollo para un varón que a la hora de revisarle su portafolios se le encuentre su revista porno o alguna dotación de condones de sabores y texturas... pero en las mujeres, la invasión a la intimidad que significa su bolsa es para pensarse bajo el entendido de que haya damas que traigan desde sus toallas sanitarias hasta pañales para adulto, por decir lo más, sin que medie de por medio un dejo de sensibilidad en quien revisa.
El asunto es que en Finanzas se dio la orden de que no pase comida para venta que traiga algún empleado de dicha dependencia.
Pareciera lógico el asunto salvo por dos detalles...
1) El funcionario que dio tal orden de seguro no se puso a pensar que si alguien vende comida o accesorios como plata, bisutería o plásticos, no es por hobby o por el pinche gusto de entretenerse en algo en horas de trabajo... ¿conocerá la palabra “necesidad”? Conste, que no es la misma que un político o un columnista emplean: la “necesidad” de chingar... nos referimos a otra “necesidad”, como la de llevar un poco más a la casa, para completar el gasto mientras llega la quincena...
2) Luego entonces, si algún empleado de Finanzas se ve en la “necesidad” de vender comida o cualquier otra cosa, es porque de seguro no alcanza el salario que le pagan o porque su “necesidad” es superior a lo que gana...
Vamos, el asunto es más sencillo como el ejemplo que pusimos al inicio de este escrito...
¿Se imaginan que llegara Ana de la Reguera con unos pastelitos para su amorcito?
Aunque es seguro que Tomás Ruiz no haya girado esa instrucción estúpida, insensible, fuera de lugar, pero como es la cabeza de manada en esta dependencia, bastaría pedirle que piense un poco y se ponga en los zapatos de la gente que trabaja en Finanzas... un tanto quizás para entender su necesidad... otro tanto para entender que hay formas para tratar a la gente y una de ésas no es humillándola... a menos que... el concesionario de la cafetería de Sefiplan esté perdiendo...

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