Mujer-lobo y Chupacabras

Salvador Muñoz
Los Políticos

No sé cómo se corrió la noticia, pero todo mundo hablaba de ella. Entonces, nuestras noches de serenata se volvieron un poco entre tensas y temerosas. Pasar por la alameda, si bien iluminada, pero cubierta por esa neblina propia de Orizaba, le daba un matiz más tenebroso al asunto que hacía que esa leyenda surgida del imaginario colectivo, cobrara más fuerza que nunca... ¡vaya! teníamos miedo de que se nos apareciera la Mujer-lobo.
Pero no sólo en Orizaba la angustia nocturna por esa leyenda urbana se vivía. Acá, en Xalapa, el refugio de ese "licángino" (no sé si así debiera expresarse, pero en ánimos de equidad de género, de esa forma lo pongo) se situaba en el famoso cerro de Macuiltépec y me asegura mi esposa, quien vivía cerca de ese parque, que el mismo temor había sido sembrado en su corazón motivado por el imaginario colectivo.
¿Cómo surgió esa leyenda? Ni idea... pero todos siempre teníamos algo que contar de sus avistamentos, de sus apariciones, incluso, de agresiones de ese ser que era capaz de ponernos los pelos de punta hasta con el aullido de un perro.
II
El Chupacabras era noticia en diversos medios. Vino del norte la noticia y se fue expandiendo por todo el país. Programas especiales, reportajes, todo un fenómeno que pegó sin que hubiera un indicio claro de su génesis... simplemente un día apareció y si bien no me generó tanta psicosis como la Mujer-lobo de mi juventud, sacudió no sólo al país, sino a muchos puntos de Estados Unidos y Centroamérica, incluso, hasta recuerdo que se hizo una película donde se planteaba el nacimiento del Chupacabras en Costa Rica. A lo mejor en Xalapa no se sintió tanto por carecer de un ámbito rural tan fuerte pero en municipios alrededor y congregaciones, ¡pegó duro!
III
Lo interesante de estos dos casos fue su expansión. "El licángino", vía vox populi; Chupacabras, vía mass media. A lo mejor el lector no tuvo el gusto de vivir ambas experiencias, pero créame que quien tuvo tal oportunidad, sufrió angustia, miedo, temor, zozobra. No recuerdo algún hecho desafortunado por su difusión que haya afectado a terceros o fauna pero sí creó psicosis colectiva.
Lo curioso es que si estos fenómenos sociales se hubieran presentado en estos momentos, en esta época, su expansión hubiera sido virulenta, a grado de pandemia mediática por una razón simple: las redes sociales.
Imagino el hagstag en twitter: “No vayan a Las Animas!!! #yovialamujerlobo”... sí, de seguro estaría entre los 10 trending topic del pajarito azul...
En facebook habría fotos del Chupacabras, historias completas de gallinas y caprinos secos víctimas de este fenómeno.
Vamos... mundialmente tanto “loba” como “chupa” estarían bailando “Gangnam Style” y youtube tendría miles y miles de videos “en serio” y de parodias de estos dos casos...
Por supuesto... salir en la noche sería bajo nuestro riesgo de encontrarnos con ellos.
IV
Tranquilo... no sufra... demos gracias a Dios que nuestras autoridades velan por nosotros... ¡no! para nada... nuestras fuerzas del orden no saldrían a cazar “Mujer-lobo” o Chupacabras... harían algo más sencillo: ¡Castigarían a todo aquél que difundiera algún avistamiento, foto, comentario, o lo que sea, de estos dos “mostros” del colectivo social y así, pondría en claro que estos casos no son más que leyendas urbanas. ¡Claro! Como no se trata de reprimir la libertad de expresión, la autoridad checaría si hubo intencionalidad del difusor por crear pánico o perturbar el orden público... ¿sería acaso con alguna cámara phamtom? ¿con un algún árbitro tipo Brizio Carter? ¿Con detector de mentiras? ¿polígrafo? ¡Quién sabe! El asunto es que la única intención que sería clara sería la de nuestras autoridades... ¡el apretón en las redes sociales! preferible mil veces tener mujeres-lobo y Chupacabras sueltos, a la difusión de una sola idea, mala o buena, pero que tenga su génesis en la mayoría, en el pueblo, en la gente...