martes, 15 de abril de 2014

El incierto andar de un caudillo choleño

Miguel Ángel Gómez Polanco
Vía Crítica

En aquellos tiempos, el “delfinario” estaba definido y la operación, concluida: ya había contendiente y nadie lo quitaría de ahí. El poder del mandamás en ese momento, era inquebrantable. Si acaso hubo alguna osada, quien tuvo que moverse más allá de su propio entendimiento y, entonces, “quitar” a quien todos veían ya como alcalde, pero que para su infortunio y abruptamente, tendría que esperar tres años más para llegar a este puesto.
Mientras, más arriba, de la flaqueza salían fuerzas que se confundían con una terquedad sinuosa, pero bien pensada. Ahí estaba el de Soledad de Doblado, queriendo hacer frente a la imposición, consciente de su vasta experiencia, notoria presencia y carisma.
Pero a Héctor, pocos lo querían y menos fueron los que decidieron aliarse con él. De hecho, algunos de ellos aún continúan sufriendo las consecuencias, insertados en una congeladora que ha tardado en derretirse, desde luego, injustamente.
Así es esto de la polaca y el que se rebela contra el sistema al que pertenece, se las ve negras (o rojas, en este caso).
No obstante, llegaría el momento en que el caudillo choleño, el “inquerido”, cedería. Una dirigencia estatal de su partido y la promesa de una curul en el Senado, significaron sus posibilidades de inversión en un tiempo que no era garantía, más que para la ejecución de acciones propias que le recuperaran la confianza tal vez perdida.
Al llegar a la Cámara Alta, casi de inmediato se haría de una Comisión poco valorada socialmente, pero en el entorno electoral: Protección Civil. Sí: la de los “fondos” que con ironía se “nortean” y luego ni aparecen; la de la retórica del sufrimiento, la de la responsabilidad de ayudar, solucionar; sobre todo en un estado que vaya que ha sentido la carencia a causa de una descuidada cultura de la prevención en relación a los desastres naturales.
Y hay que decirlo: no lo ha hecho mal. Salvo en 2013, cuando dejó su trabajo legislativo para convertirse en un operador electoral en Baja California, las cosas se le han dado al caudillo choleño, cuyos planes para el 2015 eran –y son- por todas y todos conocidos.
Entonces llegaría el 22 de agosto del 2013, día en que se modificó –fuera de tiempos agendados y en la discreción total- el Artículo 116 de la Constitución Mexicana, transformando su inciso “E” y, con ello, negando la “exclusividad de registro” a los partidos políticos para con los candidatos en contienda.
Así era: aquel día, se establecieron constitucionalmente las candidaturas independientes, a la espera de ser aprobadas por los Congresos locales. ¿Sería posible que se le siguieran dando las cosas a Héctor?
Sin embargo, hay una línea en Veracruz rumbo a la sucesión gubernamental está dada y no beneficia del todo al caudillo choleño. Pero entre informes y relojes, Héctor no se rinde, incluso, con desafortunadas declaraciones como aquella de los “jicarazos”.

SUI GENERIS
Lo malo para el de Soledad –además de hacerle honor al nombre de su tierra, en su partido- es que en Veracruz aun no se aprueba la modificación constitucional mencionada y esto complica un posible “plan B” para él (si no me cree, pregúntele al “afamado” Candidato Morris) y lo peor: se ve todavía más difícil –o hasta hecho adrede- que se apruebe en un futuro próximo.
Pero Héctor, no se rinde, igual que otros ciudadanos como José Kuri para la alcaldía de Xalapa (éste último, con un modus operandi muy elocuente para ganar adeptos vía redes sociales).
¿Qué sigue? ¿Un nuevo aquelarre tricolor se avecina para su elección interna? ¿Qué podría satisfacer al choleño de no lograr ocupar la oficina principal del coso ubicado en la calle Enríquez? ¿Ser el encargado de la política del estado, debajo del que “quede” como gobernador?
El futuro es incierto para el caudillo más aguerrido que ha tenido Veracruz, pero que siempre ha respetado sus colores… ¿le valdrá de algo?
Ya se verá…pero frenarlo, sinceramente no creo.

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