viernes, 25 de abril de 2014

Renato entrampó al PRI

Roberto Morales Ayala
Zona Franca
Siente pasos de animal grande Renato Tronco Gómez, y más en estos días en los que el PRI, que concedió al PVEM la “decisión” de designar el candidato a la alcaldía de Las Choapas, no necesariamente avalaría que sea su hermano Miguel Ángel Tronco Gómez quien abandere esa causa.
El dilema es mayor, casi de vida o muerte. Renato construyó esa candidatura para consolidar su cacicazgo, donde es el diputado más faltista, y dejar a su hermano en la presidencia municipal con la encomienda de tapar las corruptelas que distinguieron a la administración encabezada por Tronco Gómez entre 2011 y 2013.
Así es como funcionan los cacicazgos. El cacique ejerce el poder desde las sombras y sus testaferros operan desde las instituciones. Al final se trata de comerse el pastel completo, excluir a los opositores, sojuzgar a la sociedad entera y solo rendirle cuentas a quienes les permiten imponer su voluntad.
A Renato Tronco casi le sale el número teatral. Cuando llegó a la alcaldía de Las Choapas, en 2005, bajo las siglas del Partido Acción Nacional, tenía un amplio respaldo popular y una base social que no sólo era de extracción campesina, como él, sino que los maestros, los obreros, los comerciantes, los ganaderos y muchos otros sectores se lanzaron en una cruzada política para desterrar el poder del PRI.
Poco después, a unos meses de instalarse en la alcaldía, mostró su rostro real. Pudo engañar a unos pero pronto se exhibió su ambición de poder y usó los recursos públicos para hacer política. Así llegó a ser diputado local.
Renato es de los que no terminan un cargo público y ya quiere otro. Dejó a medias la alcaldía de Las Choapas en 2007; dejó a medias la diputación local, en 2010, y volvió a dejar a medias la presidencia municipal choapense, en 2013.
Su última alcaldía reveló que es capaz de todo. Actuó con descaro para hacerse de contratos que otorgaba a sus compañías o a las de sus amigos, sobre quienes pesa la sospecha de que son prestanombres a través de los cuales desviaba recursos.
Esa alcaldía fue un saqueo al erario público y un tormento para la sociedad. Las patrullas de policía y los elementos de la corporación los puso a su servicio. Cuidaban su casa, sus negocios, a su familia, mientras la delincuencia hacía de las suyas en cada rincón del municipio.
La policía no sirvió para dar seguridad pero sí para reprimir todo acto de protesta y muchas mujeres, niños y ancianos terminaron en hospitales reponiéndose de la golpiza por ejercer su derecho a manifestar su inconformidad.
Tronco se enriqueció. Presumió una mansión por varios millones de pesos, camionetas lujosas, caballos finos cuyo precio como mínimo suman cinco ceros, empresas, constructoras. Los mejores contratos otorgados por el municipio o por el gobierno de Veracruz eran para compañías de Tronco Gómez, para quien él decidía o para quien le indicaba el gobernador Javier Duarte o el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán.
Las Choapas es un botín y Renato Tronco tiene un dilema que resolver: si consolida su cacicazgo, tendrá impunidad para librarse de la justicia por los delitos cometidos en el ayuntamiento de Las Choapas, pero si no, terminará en la cárcel o huyendo.
EL PRI le ha servido para medio sostenerse aunque exista un repudio social manifiesto. El PRI lo cobijó pese a que en dos ocasiones Tronco lo derrotó, primero en la alcaldía, en 2004, y luego en la diputación local, en 2007. Después Fidel Herrera lo acusó del crimen del regidor Alfredo Pérez Juárez, le imputó la autoría intelectual, lo absorbió, lo doblegó y lo hizo creer que es un cacique.
La lucha por la alcaldía, y lo que implica para los sueños caciquiles de Renato Tronco, llevaron al PRI a un callejón sin salida. Los priistas de Las Choapas fueron desplazados por los cuadros tronquistas; algunos pelearon sus espacios sin lograr mucho; otros se alejaron de la política o se fueron del PRI.
El PRI, como partido, fue suplantado por un tronquismo que viene en picada, desacreditado, acusado de diversos delitos, incapaz de ganar una elección de manera limpia, recurriendo siempre a prácticas sucias y pretendiendo hacer del fraude electoral una norma para atropellar a la democracia.
El problema del PRI es que el debilitamiento de Renato Tronco lo deja al aire, sin capacidad de operación porque los priistas que deveras operan en Las Choapas andan dispersos, molestos, resentidos, excluidos de la estructura partidista y sin inmiscuirse en ninguna campaña, por un lado porque no los dejan, y por otra porque no ayudarían a Renato a encumbrarse aún más.
Tronco entrampó al PRI con la venia de Fidel Herrera Beltrán y la complicidad de Javier Duarte. Uno le dio más poder que al PRI y desoyó a los priistas, y el otro le permitió volver al Congreso mediante el fraude cuando todos suponían que la elección del 7 de julio de 2013 seria su tumba.
Pero hoy, el que también se entrampó fue Renato Tronco. Hasta hace unas semanas el PRI le hizo creer que el candidato amarrado a la alcaldía en la elección extraordinaria sería su hermano Miguel Ángel, el mismo que contendió en 2013 y que no pudo ser presidente municipal por decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que invalidó el proceso por prácticas fraudulentas.
Estaba cantado que el PRI complacería de nuevo a Tronco. Los tiempos avanzaron. La elección es el 1 de junio y acaban de arrancar las precampañas. Fuera de Miguel Ángel Tronco no se vislumbraba otro candidato para enfrentar a la alianza de facto PAN-PRD-Movimiento Ciudadano y su abanderado, el ex priista Marco Antonio Estrada Montiel.
Tronco suponía que Miguel Ángel sería el candidato de una coalición entre el tricolor y sus partidos satélite, con los que contendió en 2013. Eso suponía pero la alianza se está cayendo.
Repudiados, ya no caben los tronquistas ni en la oposición satélite. El Partido Verde Ecologista ha lanzado una serie de señalamientos contra Renato Tronco por ser el diputado más faltista, e incluso el representante del PVEM ante el consejo general del IEV, Sergio Martínez, asegura que las condiciones de 2013 no son las mismas de 2014. La candidatura de Miguel Ángel Tronco está en veremos.
Sin el respaldo del PVEM, sin el apoyo del priismo que lo repudia, con sus bases campesinas divididas al perder la mitad de las agencias municipales, Renato Tronco no garantiza la operación electoral para darle el triunfo al PRI. Garantiza, en todo caso, una sonora derrota.
Ese es el dilema del PRI: dejar solo a Renato y negar la candidatura a su hermano Miguel Ángel, o suicidarse concediendo todo al tronquismo en lo que ya se ve como un seguro fracaso.
Entregar la plaza de Las Choapas, la más importante de las tres elecciones extraordinarias a celebrarse, no es del todo mal para el PRI. Al fin que el candidato de la izquierda, Marco Antonio Estrada Montiel, es un ex priista que dialoga bien con el gobernador Javier Duarte como antes lo hizo con su antecesor, Fidel Herrera Beltrán.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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