El Aprendiz

Endira

Nuevamente escribo para mostrarle parte del contenido de la novela “El Aprendiz, Consejos de hace cuatro siglos para Líderes de hoy”, una novela de Alejandro Castañeda.
Alejandro Castañeda presentará “El Aprendiz..." en la FIL de Guadalajara el sábado 6 de Diciembre a las 11 am.

Gracián me observaba con fijeza mientras yo inquiría sobre la fortuna. Al terminar, me explicó:

—Fortuna y fama. Lo que tiene de inconstante la una, tiene de firme la otra. La primera sirve para vivir, para proveernos de comodidad, abrigo y domicilio; la segunda para después. Aquélla actúa contra la envidia, ésta contra el olvido. La fortuna se desea y a veces, uno mismo se ayuda a conseguirla; la fama sólo se obtiene por esfuerzo propio. El deseo de obtener reputación nace de la virtud, es decir, de poder actuar. La fama fue y es hermana de gigantes; se mueve siempre en los extremos: o monstruos o prodigios, o rechazo o aplauso. Se puede tener fama sin fortuna y fortuna sin fama, la fama está pintada en blanco o en negro, no tiene matices. ¿Me comprendes, Cristóbal?

—Sí, Excelencia, creo que sí —contesté rápidamente y pregunté de nuevo—. ¿Entonces la fortuna, o la falta de ella, ha sido y seguirá siendo consecuencia de mi virtud o falta de la misma? Y… —aunque el tema de la suerte ya había sido tocado, y sin esperar respuesta a mi primera pregunta, insistí—: ¿No ha sido entonces la suerte el motor celestial de la fortuna de mis amigos?

—Efectivamente, no lo ha sido, y sí es consecuencia una de la otra. La virtud es, por supuesto, la madre de la fortuna y la sustentadora de la fama que actúa como elíxir del olvido. Nuestros antepasados solían decir… —y con una suave voz recitó—:

Conozco tres cosas preciosas. Estimo y conservo las tres.
La primera de ellas es el amor. La segunda es la austeridad. La tercera es la humildad. Con amor se puede ser valeroso. Con austeridad se puede ser generoso. Con humildad se puede progresar. Si los hombres y mujeres no sienten amor, no tienen móvil para la valentía.
Si no tienen austeridad, carecen de reservas para ser generosos.
Si no son humildes, no progresan, porque no ven una meta por encima de sí. Y cuando llega la muerte, les domina el miedo, el dolor y la ignorancia.

Yo le escuchaba extasiado y absorto, no podía contestar ante tanta simpleza y profundidad. Afuera, la caída del sol daba inicio a la tarde, y la pequeña habitación había tomado los colores sepia que emanaban de la hoguera ahora encendida por algún novicio silencioso que había entrado sin hacerse percibir. Sentía mucha incomodidad por el rudo frío de la celda a pesar de la hoguera, mas no importaba, ya que el calor regresaba a mi corazón al oír aquellas palabras tan bien arquitectadas.

Supe que Gracián entendía lo absorto y mudo que había quedado, y que perdonaba el viaje que había emprendido hacia mi interior en busca de respuestas a las preguntas que no se pueden formular en palabras y que todos llevamos dentro. Pensé que, ahora sí estaba, justamente, entendiendo antes de ser entendido.

En esta liga puede leer las primeras páginas: www.endira.com.mx/Aprendiz1rasP%E1g.pdf

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