viernes, 23 de mayo de 2014

7 de junio, ¿quién acompaña a quién?

Armando Ortiz
El Hijo Pródigo

A dos semanas de celebrarse el Día de la Libertad de Expresión, que por cierto, los periodistas nos arrogamos como propio, el gobierno del estado ya prepara el festejo que incluye a los tres grupos que se dedican a la Comunicación: Los dueños de los medios (que muchas veces de periodistas no tienen nada), los columnistas y analistas (algunos de los cuales creen que es a ellos a los únicos a los que se debería llamar periodistas) y los reporteros y fotógrafos que cubren día a día los eventos, elaborando las notas que son la materia prima para el ejercicio de los otros comunicadores.
La única vez que asistí a un evento de estos, acompañado por el director general del periódico Newsver, del que entonces era director operativo, fue en los primeros años del gobierno de Javier Duarte. Entonces Gina Domínguez, la poderosa Vocera del gobierno del estado, dio la bienvenida a los presentes en el salón de eventos del hotel Crown Plaza, agradeciendo la presencia de los comunicadores que “acompañaban” al gobernador en ese día tan especial.
El gobernador estaba en la mesa principal rodeado de los directores de los periódicos más “relevantes” que, en términos reales, resultaban ser los más sumisos. El resto de los periodistas estaba en mesas redondas, acompañada cada mesa por un secretario de despacho. Por allá estaba Toño Nemi con un grupo de periodistas y Leticia Perlasca, todavía secretaria de Turismo, acompañando a otro grupo y así cada secretario sirviendo de chaperón.
La gran mayoría pasó por alto las palabras de bienvenida de la entonces Vocera. Según Gina, los periodistas estaban, en ese día de la Libertad de Expresión, como simples acompañantes del gobernador, cuando en realidad el gobernador y su gabinete, era quien acompañaba a los periodistas en su festejo.
El tiempo ha pasado. Pocos calculaban la mezquindad y codicia de que era capaz la entonces coordinadora de Comunicación Social. Después de algunos años, todo mundo, hasta los que la veneraban, rogaban porque la señora saliera de esa oficina.
Tardíamente salió, el daño que ocasionó a la imagen de su jefe se pudo medir por la percepción que los veracruzanos tenían de su gobernante. Para muchos el gobierno era un asesino de periodistas, un causante de la inseguridad que imperaba en las calles; para muchos el gobierno vivía fuera de la realidad. La expresión “en Veracruz no pasa nada” acompañó cada declaración del gobernador que tenía que lidiar con una realidad que lo atosigaba; todo ello gracias a la estrategia de la señora Gina Domínguez.
Pero un día la estrategia cambió. El gobernador por fin escuchó el clamor de cientos de periodistas. El nuevo coordinador puso al gobernador frente a frente con los periodistas, cosa que con Gina Domínguez resultaba impensable.
Dentro de 15 días el gobernador deberá acompañar a los periodistas en su festejo. Sin embargo, la compañía que los periodistas esperan de su gobernador también debe dar otro giro.
Para empezar los periodistas de verdad son aquellos que generan las noticias, no sólo los que las procesan. Sin embargo los reporteros y fotógrafos que buscan la noticia son los más vulnerables.
Un ejemplo: Hace una semana se acercó a mí un compañero periodista. Al parecer un diputado local de la zona norte del estado se valió de sus huestes para intimidarlo. Le quitaron la grabadora, rompieron su cámara fotográfica, estrellaron la tapa de su laptop y lo jalonearon. Yo anoté todo, estaba dispuesto a poner en evidencia el acto cobarde del diputado.
Sin embargo el compañero periodista me pidió prudencia. Él era quien transitaba por la zona norte, el que viajaba solo en autobús, el que cruzaba solo las zonas serranas; él era el vulnerable.
La nota que pudiera haber publicado sobre el caso haría pensar a mis lectores que un servidor era valiente al denunciar esos hechos. Pero la denuncia también podría provocar más agresiones en contra del reportero. El compañero periodista sólo buscaba que le garantizaran que en el ejercicio de su trabajo el diputado no volvería a agredirlo; es decir, el periodista agredido buscaba acompañarse por la ley que el gobernador representa.
La compañía del gobernador con los periodistas el día 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión, debería de ser los 365 días del año.
Si así fuera, difícilmente, un diputado local, un secretario de despacho, un director de área, un policía, o cualquier otro funcionario público, intimidarían a un periodista.
Si la ley que representa el gobernador acompañara a los periodistas cada día del año, cualquiera lo pensaría dos veces antes de agredir a un comunicador.

Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com


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