Luis Alberto Romero
Hora Cero
Exceptuando a las fundaciones que operan casas de empeño y que realizan un interesante trabajo social, como el Nacional Monte de Piedad, por citar un ejemplo, la mayoría de estos giros no son más que lucrativos negocios, sin demasiada reglamentación, que operan en la impunidad, que imponen elevadas tasas de interés y que en realidad terminan por convertirse en promotores de la usura.
Las casas de empeño, cuya existencia se ampara legalmente en la Fracción Tercera del Artículo 27 Constitucional que se refiere a las instituciones de beneficencia, son negocios que se dedican a los préstamos con garantía prendaria
De acuerdo con la propia ley en vigor, el Código Civil Federal, las instituciones de asistencia privada pueden ser fundaciones o asociaciones; en el primer caso, son personas morales que se constituyen para la realización de actos de asistencia social; en el segundo, se trata de personas morales que obtienen donativos para sostener la institución, sin más aportación de los socios que los servicios personales.
En teoría, son instituciones de asistencia social sin fines de lucro. En realidad, no son más que giros mercantiles que operan con elevadas tasas de interés, sin mayor regulación oficial y sin control alguno.
En nuestro país, hasta hace 5 años operaban unas mil casas de empeño; luego comenzaron a crearse más y más, con la modalidad de franquicias, que llegaron a todos los rincones de la República. Hoy son más de 9 mil empresas que registran ganancias por 10 mil millones de pesos anuales, cifra que se explica por las elevadas tasas de interés que manejan; la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, por ejemplo, señala que los intereses que manejan esos giros llegan al 159 por ciento. La Procuraduría Federal del Consumidor, por su parte, refiere que hay casos en que se cobra hasta el 300 por ciento del valor de la prenda.
Por ello, en el ámbito nacional hay consenso en cuanto a la necesidad de regular la actividad de las casas de empeño, para evitar los abusos que son frecuentes y que afectan a más de 30 millones de personas en el país.
Sin embargo, los intereses y la usura no son los únicos temas que vienen a la mente cuando nos referimos a las casas de empeño, que también están convertidas en giros que protegen a los delincuentes; en esas empresas es común encontrar objetos robados, porque los receptores de las prendas no piden facturas a los usuarios de sus servicios.
En gran medida, por eso las áreas de remate de las casas de empeño están saturadas, porque a un delincuente le es fácil colocar en esos giros los objetos robados, sabiendo de antemano que no le solicitan facturas, ni realizan una investigación, aunque sea elemental, sobre la procedencia de los artículos; y así, esos negocios, que se escudan en la figura de fundaciones, se convierten en parte de un delito, el encubrimiento.
Precisamente, a la Legislatura del Estado llegó una iniciativa de reforma a los Códigos Penal y de Procedimientos Penales, turnada por el ejecutivo estatal, a fin de obligar a las casas de empeño a presentar reportes mensuales ante la Procuraduría de Justicia sobre sus actividades para evitar las operaciones con los objetos que son producto de un delito.
Hasta hoy, en el ámbito nacional, 22 entidades cuentan con leyes que se refieren al funcionamiento de las casas de empeño; sólo 10 no regulan las actividades de esos giros, Veracruz entre ellas. Esperemos que la iniciativa se apruebe para que esos negocios dejen de operar en la impunidad. @luisromero85, http://luisromero85.blogspot.mx/
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