jueves, 4 de junio de 2009

Xalapa: Gobierno gerencial y grúas mordelonas

Raúl Abraham López Martínez*
Coyuntura Política XXI

Para dirigir un negocio se requieren ciertas habilidades, queda claro que no todos pueden dedicarse con éxito a estos asuntos. El tiempo y las buenas utilidades serán los principales jueces para decidir si uno sirve realmente para estas cuestiones.
Trátese de un sencillo puesto de tortas, un puesto ambulante, ventas por catálogo o el de encabezar un supermercado hasta llegar a una empresa trasnacional.
Aunque no se cuente con estudios, la habilidad y un cierto carisma pesan más que un grado universitario.
Ahí está nuestro pasado presidente municipal, de tener un changarrito llegó a crecer hasta convertirse en uno de los principales comerciantes de nuestra ciudad. Y de vender plásticos, careciendo de un perfil político y sin experiencia alguna en la función pública, pasó a gobernar la capital del estado de Veracruz.
Algo parecido ha sucedido con el actual presidente municipal, amparado en su apellido materno, recurrió a su fachada de empresario para continuar la zaga que su antecesor inauguró, el gobierno de los comerciantes-empresarios.
Lamentablemente esta osadía de colocar a gente sin perfil para el ejercicio de gobierno, ha tenido un costo, y el costo lo han tenido que pagar los habitantes de la ciudad de Xalapa.
No es casual la inestabilidad política que ha caracterizado al actual gobierno municipal, no hay semana en que algún grupo salga a las calles a protestar, grupos provenientes de las propias filas del PRI y de grupos emanados de la oposición local.
Es un asunto del conocimiento público, el responsable de dirigir esta administración municipal carece de la capacidad de hacer política, de tender puentes en una diversidad de actores e intereses, y tampoco ha sabido promover un equipo político que le permitiera paliar esta deficiencia.
Lo que priva es la integración de un equipo de gobierno en función de dos criterios. El primer criterio hace referencia al amiguismo, “mi amigo”, “mi compadre”, “él me va ayudar”. El segundo criterio obedece a un perfil de tipo gerencial, como si se tratara de administrar una tienda de Chedraui, los administradores de empresas y los contadores se dan a la tarea de administrar el changarro de Xalapa.
Los resultados saltan a la vista, administrar un negocio es muy distinto a gobernar una ciudad. Gobernar una ciudad implica en primer término sostener un ejercicio permanente en la conformación del consenso político y social entre la multiplicidad de actores que tienen presencia en el municipio. Si bien, la autoridad tiene la responsabilidad de tomar decisiones, estas no pueden eludir el filtro del consenso social, es en esta parte de las relaciones políticas, en donde la autoridad se coloca ante la aprobación o rechazo de las medidas tomadas.
Se podrá invocar a un sin fin de recursos procedimentales para justificar la acción del presidente municipal, pero si esta carece de la legitimidad que otorga el gobernar bajo la promoción del consenso, lo que haya decidido el gobernante en turno, tarde o temprano se va a caer.
El problema que se generó en la ciudad por el aumento en el cobro del agua, refleja esta visión de ejecutar decisiones de tipo gerencial, al presidente municipal y a su equipo de contadores, les pareció muy fácil aumentar el precio por el servicio de agua y boom, que salen las protestas, de CMAS en la calle de Alfaro, a CMAS en Clavijero, y boom, hasta fueron a dar en la mera entrada de la presidencia municipal, ahí en la parte de arriba del palacio, por donde entra David Velasco a su oficina.
El rechazo ciudadano a esta medida creció a tal envergadura, que tuvo que intervenir el gobernador para calmar las cosas.
Queda claro que el gobierno municipal de Xalapa esta desesperado por obtener dinero, hasta cierto punto resulta comprensible esta necesidad de hacer crecer los ingresos ante los recortes presupuestales a los que ha sido sujeto el Ayuntamiento, pero la manera en que lo han estado haciendo no ha sido la correcta.
¡Y vuelve la mula al trigo ¡ Ahora nos atacan las grúas mordelonas, te muerden la cartera, te muerden tu automóvil, te llevan al corralón. Sin facultades legales para hacerlo, un particular ejerce acciones que le competen a la autoridad, neoliberalismo extremo y radical en su versión parroquial.
¿Qué pretende el gobierno municipal con este tipo de acciones? ¿Qué lógica de gobierno hay detrás de todo esto? ¿Qué podemos pensar los ciudadanos cuando observamos con impotencia como una empresa se enriquece a nuestras costillas?
Por mi parte, por esta ocasión aquí concluyo, ahora le toca a usted querido lector, explorar las respuestas.

*Director de la Revista Digital Voz Universitaria
www.vozuniversitaria.org.mx
raul@vozuniversitaria.org.mx

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