viernes, 2 de octubre de 2009

Poder: Perro, lobo o léon

Salvador Muñoz
Los Políticos

Al líder me gusta calificarlo como cabeza de manada.
Entre los leones, lobos y perros, se les conoce como Alfa.
Por supuesto, el hecho de que haya un Alfa en la manada no implica que los demás acepten sumisamente su condición de Beta, Gama, Delta y todo lo demás.
Siempre, como sea, esos subordinados o con menor jerarquía, estarán a la espera de convertirse en un León, Lobo o Perro Alfa.
Es natural…
Como natural es que en el hombre se desee tal distinción… no la de león, perro ni lobo… sino ser Alfa, Cabeza de Manada… ¡líder!
Y así como pasa entre los animales, no todos pueden serlo… aunque a diferencia de la fauna, entre los hombres ni lo desean porque conocen sus limitaciones o el tamaño de sus ambiciones.
El asunto es que entre los animales no hay herencias… es decir, ningún león, ningún búfalo, ninguna elefante, ni un lobo ceden el poder… aquí, se pierde o se gana y en la mayoría de los casos es la fuerza lo que hace la diferencia.
En la política no se acerca a nada este comportamiento del reino animal (bueno… a veces sí)… el poder se obtiene de diversas formas aunque son éstas las más comunes: Se cede, se hereda o se pierde.
Cuando se cede, es como el papalote… el que tiene el carrete sabe hasta dónde soltar el hilo y si siente como que le rehiletea, nomás es cuestión de jalar. “Rehiletear” es cuando el papalote da giros sin control…
Ejemplo claro de última moda: Juanito…
Bueno… acá se rehileteó tanto que se rompió el hilo.
En el caso de la Herencia, conforme se va entregando el poder, éste disminuye por un error muy común en los padres con poder… creen que la inteligencia es un caso de genética.
Los genetistas sostienen que no es así, que la “inteligencia” sólo se desarrolla ante las circunstancias que un individuo enfrenta en el desarrollo de su vida… por supuesto, nada que ver con la adquirida en universidades de prestigio o doctorados…
Casos claros, el de los Merlín…
El tercer caso es quizás el más natural que hay... perder el poder.
Cada trienio o sexenio, quien está en el poder ansía ceder o heredarlo en la idea de prolongar su estancia en el Olimpo…
¿Es válido? Puede que sí… o puede que no… depende de la posición en que se encuentre la manada.
Pero al problema en que se enfrenta el Hombre en el Poder es a quién dejar el Poder, bajo el entendido de que quien ha de sucederlo debe ser, si no igual de “chingón” que él, al menos inteligente o servil a su interés.
¿Válido? ¡Por supuesto! ¿Quién, que ha probado el Poder, puede vivir sin él? ¡Nadie!
El asunto es cómo ceder, heredar o perder el poder…
Ningún Jefe de Manada, Alfa o Líder, en términos políticos, no animalísticos, puede irse de bruces.
En el caso de Fidel Herrera, así pasa… no se va de bruces. Sabe su juego. Ha tratado de hacer a Javier Duarte un líder mediático, similar a lo que se hace con Enrique Peña Nieto.
¿Válido? ¡Claro que sí! Es el juego del hombre que está en el Poder, el dueño del balón y quien quiera jugar, se atiene a sus reglas… a nivel local… porque a nivel nacional…
Fidel habrá de enfrentarse a otros Perros, otros Lobos… ¡otros Leones!
La lucha que habrá de enfrentar Fidel es la más inteligente que dará en su carrera política porque se significará en su futuro…
Si hereda el poder ¡felicidades! Su liderazgo no tendrá mácula; si cede el poder (a otro que no sea su delfín), ¡felicidades! Su política no tendrá mácula… pero si pierde el poder, que sea como Lobo o Perro pero no como León… Duarte no lo merecería…

PD Cuando un León pierde el poder, el nuevo Rey de la Selva sacrifica a los cachorros del anterior monarca.

e-mail: dor00@hotmail.com

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