Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel
En la cruda realidad económica por la que atraviesa el país –que no pinta para curarse con una simple pastillita o emulsión, sobre todo ahora para los muchos más mexicanos abismados en la miseria-, nuestras autoridades, legisladores, políticos y empresarios se desviven en una embriaguez por obtener recursos sea como sea, a como dé lugar y cueste lo que cueste, dizque pa’ combatir la pobreza, lo que a todos luces significa que sólo es para seguir dando migajas a los que menos tienen. Porque aquellos, ¿de qué se preocupan? ¿Algún día no tendrán ni un centavo en el bolsillo? Ajá, como ño. Cántenme otra ranchera.
El pastel legislativo ya está repartido. Ahora, dijera Soledad Loaeza, a concretar esa “aspiración de quienes, queriendo hacerse millonarios, prefieren el camino fácil de las prerrogativas, las compensaciones, sueldos enormes, los bonos y aguinaldos, la exención de impuestos, viajes y celulares pagados, los regalos de los intereses particulares a cambio del esfuerzo mínimo de levantar un dedito en la votación indicada”.
Y Loaeza menciona: “…no lo olvidemos, ese dedillo –que ya no es el dedazo del pasado– también está protegido por el fuero que debería defender a los Belisarios Domínguez de ese mundo, pero como de ésos ya no hay ni pocos ni muchos, el fuero ha quedado reducido a una medida más de impunidad”. ¿Dónde he visto y oído eso? ¿Dónde?
De nuestras autoridades, políticos y empresarios, pos es casi decir lo mismo, pero en sus diferentes trincheras pa’ salvaguardar sus intereses, sus recursos financieros, sus poderes, con alianzas o no, pero siempre como perros que se ladran y gruñen sin morderse nunca.
Dijera el poeta latino Quinto Horacio Flaco, si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá. ¡Pobre México mío; digo, nuestro!
Y ahí la llevamos, ofreciendo y pidiendo, pero ¿dónde están los probes? Pos en los discursos, en las reuniones para analizar si se “imponen impuestos” o no; en los parloteos, verborreas y demás, sean chácharas o chachalacas, da igual.
Porque finalmente, no sólo en materia de combate al delito, sino en todo y en todas partes, “a la autoridad le envuelve la burocracia, la impunidad y la corrupción; los envuelve el valemadrismo”, expresara Nelson Vargas.
Para colmo, la “orgía del despilfarro” se profundiza en México, porque como dice el Instituto Mexicano para lo Competitividad (IMCO), desde los últimos diez años una “orgía de gastos”, de aprobarse como está la propuesta fiscal del Ejecutivo para el 2010, tendrá un aumento de 42 por ciento comparado con el inicio del sexenio anterior. (Milenio/2 de octubre/09).
Pero qué bonita familia, qué bonito país. Un México feliz y maravilloso donde lo que perdura, y muy bien, es la “orgía del valemadrismo” o el “valemadrismo orgiástico”. Sigamos embriagándonos que no pasa nada. Además, una manera de evitar la cruda es permanecer borracho.
Los días y los temas
Desde hace varios días han aparecido en los medios de comunicación información acerca de la existencia de “aviadores”: Por ejemplo, que poco más de 11 mil trabajadores de Pemex llevan cuatro años cobrando sus sueldos y prestaciones sin realizar ninguna actividad productiva, lo que le ha costado a las arcas públicas casi 19 mil millones de pesos, equivalente al presupuesto de planes sociales como Procampo u Oportunidades. (El Universal/25 de septiembre/2009). ¡Vaya noticia! ¿Acaso no es un secreto a voces?
Que con recursos públicos por lo menos durante un año se pagaron en Querétaro salarios a “aviadores” en el sector educativo comisionados al SNTE. ¡Ay, Dios! Creo que me equivoqué de profesión o me pasé de pénjamo, hubiera sido diputado, eclesiástico o “aviador”. ¡Chin!
Y aquí en Veracruz, ¿qué estará pasando? Dijeran por ahí, es sólo pregunta. Quizás sólo la palabra “aviadores” les remita a los veracruzanos aquello que escribió Antoine de Saint-Exupery: “El avión es solamente una maquina, pero qué invento tan maravilloso, qué magnífico instrumento de análisis: nos descubre la verdadera faz de la Tierra”. ¡Ay, qué bonito!
De cinismo y anexas
* Quizás nos equivocamos todos. No es México secuestrado. No es México fallido. Es México bursatilizado. ¿Será lo mismo? Al tiempo.
* Pos ya que nos acabamos el petróleo, que el gobierno federal panista haga lo de don Antonio López de Santa Anna –que en mucho se viene pareciendo-, cobrar a quien tenga un perro e imponer una contribución por cada balcón, por cada ventana. Así, los ricos sí que llorarían, porque los probes probes apenas a una rejilla mal hecha llegan.
Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx
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