jueves, 12 de noviembre de 2009

Desolados y perplejos

Pedro Manterola Sainz

Desamparados, aislados, irritados. Sin motivos para el ánimo ni razones para el entusiasmo. Solo hechos y discursos, mentiras palpables que alimentan el desconsuelo, el temor y el hastío. Pandora compró casa en México y en la mudanza decidió vaciar su caja. Un alud de parches fiscales sin medida ni sentido nos cae encima, y trae en su aluvión la credibilidad de los que vieron en la batalla contra los impuestos la cabalgadura hacia el futuro prometido. Un Presidente de la República que anunció tarde y mal el arribo y las consecuencias de la crisis, y proclama a destiempo y sin motivo que ya terminó lo que según ellos todavía no empezaba, precisamente cuando se vislumbran los peores presagios para el empleo, para el ingreso, para el campo. El futuro es tierra fértil solo para el crimen, para el narco, para la delincuencia organizada que siembra la anarquía y exhibe lo peor de todos en medio del desconcierto. Un alcalde presume de justiciero con bravatas de gángster, mientras los medios construyen un catálogo de prácticas para lidiar con el crimen en pantalla. Un hecho es innegable: no hay policía sin delincuentes en sus filas, y no hay delincuentes sin policías en la nómina. Y frente a este aterrador panorama, vale más la resignación que la ley.
La clase política, término contradictorio, por fin entiende que sus discursos ya no son escuchados y que las dudas que antes generaban hoy se han convertido en certezas: la certeza de que mienten, de que su agenda es personal, que todos actúan y hablan en clave electorera, sea para el 2012 o para el 2010, lo mismo da, porque al final toda elección es la prolongación de la agonía en un país que se acaba sin haber tenido nunca un presente. Las Cámaras actúan con miopía condescendiente ante los ciudadanos, primero al legislar a sus espaldas, y después indignándose porque alguien, ellos mismos, legisló sin pensar en la sociedad. Y nosotros, perplejos, los vemos criticar lo que antes justificaron, defender lo que atacaban y acusar a los demás de lo que solo ellos son culpables. Que pinche esquizofrenia. Eso sí, nos aseguran que en el futuro, ese lugar sin espacio posible, las cosas serán distintas.
Un sindicato servil consigo mismo, hace de los trabajadores causa perversa para justificar la defensa de sus privilegios. Y los encargados de dar luz se confunden con la extraviada izquierda en las cómodas sombras de la demagogia, del intercambio de prebendas, del chantaje recíproco para dar y recibir recursos y discursos para un movimiento que es causa perdida en una democracia agobiada por sobrevivir sin demócratas.
Un vástago del disminuido y descompuesto Andrés Manuel luce sus tenis de 12 mil pesos en un mitin en defensa de la economía familiar. 240 días tendría que trabajar un esclavo del salario mínimo para calzarse tan bonitos zapatitos. La honestidad valiente se transfigura en congruencia inexistente. Nadie les pide que anden en chanclas, calzado habitual en Veracruz, pero es de esperarse que luzcan lo que reclaman a otros: credibilidad. Pero tiene rato que López Obrador confunde soberbia con soberanía, encerrado en sí mismo y encaprichado en la silla que dice que le escamotearon. Hoy no votarían por él ni la tercera parte de los que lo hicieron en el 2006. Cifras que sumadas a su arrogancia explican porque está destinado a ver el fin del mundo en el 2012, cuando, según la profecía, un priista neoliberal y salinista resurja en la silla del águila. La pesadilla del Peje hecha realidad con su propio conjuro.
En Veracruz el PRD se escupe a la cara y exhibe las vísceras de un partido que no sabe vivir sin conflictos, ya sea con Calderón o con Salinas, pero de preferencia consigo mismo. Bipolar, el perredismo ansía construir un país más justo y democrático desde un partido con prácticas injustificables y antidemocráticas. Desde su fundación, los perredistas hicieron del fraude la explicación para justificar sus derrotas, con la ventaja de que atrás del grito de “¡fraude!” se enterraba la autocrítica. Hoy, la autocrítica es sepultada por el fraude que de tanto combatir aprendieron a ejecutar contra sí mismos.
El PAN criollo parece acercarse a un destino que rechaza y necesita, que rehúye y ansía. Sin cartas de linaje inmaculadamente blanquiazul con perspectivas de triunfo en el 2010, los adherentes, simpatizantes y militantes panistas se agitan entre dejarse convencer por un panismo neonato, ajeno a sus prácticas mostrencas y más competitivo, o ser derrotados por la fidelidad para ellos tan aborrecida como peligrosa para el 2012.
El PRI… bueno, el PRI es el PRI. Y ya sabemos que el priismo sobrevive gracias al oxígeno, el plasma, las ideas y la vitalidad que se transmita, ordene y disponga desde Palacio. Por eso el PRI respira, pero nunca transpira.
“En el final de mi gobierno, todas mis decisiones serán por consenso”, dijo el Señor Gobernador en esos días del más reciente acto de zarzuela y zapateado en el gabinete. A pesar de la claridad de sus palabras, algunos de sus todavía cercanos colaboradores, fieles a la costumbre cultivada por más de 5 años, parecen no haber escuchado y mucho menos entendido la orden, la indicación, el precepto. Así, algunos que se dicen la voz del Gobernador insisten obsesivamente en que la decisión que hace trascender o descarrilar a todo gobierno, su propia sucesión, ya ha sido tomada sin generar mediante el análisis, el diálogo, el acuerdo y la negociación, los consensos anunciados, necesarios, obligados y convenientes.
Siendo el gobernador reconocido por propios y extraños como un Político con mayúsculas, un practicante aventajado del debate, el diálogo y el intercambio de razonamientos, cuando es cosa cotidiana escuchar que su Gobierno será la puerta de Veracruz para llegar al futuro, tomando en cuenta que él mismo padeció y venció con sensibilidad, trabajo y capacidad la línea dictada en aquel entonces desde Palacio, ¿es posible imaginar que la sucesión será resuelta con prácticas tan despectivas y arcaicas como el “dedazo”? No suena creíble. ¿Puede alguno de los aspirantes enarbolar el discurso del relevo generacional haciéndose acompañar en sus giras por lo peor del jurásico priista? No es lógico. ¿Puede construirse una candidatura excluyendo, sometiendo y repudiando a quienes creen que debe haber alternativas? No parece sensato. ¿Puede ganar una elección un candidato surgido de un proceso inequitativo, desaseado, inflexible? No parece posible. ¿Puede un Partido menospreciar sistemáticamente a sus adversarios, exigir silencio a sus interlocutores, acosar a sus disidentes, ser vocero de uno de sus precandidatos y hablar consigo mismo sólo para elogiarse, felicitarse, aplaudirse y mimarse? No suena cuerdo ni parece inteligente. ¿Se dará prioridad a otros factores además de capacidad, carisma, sensibilidad, experiencia, vocación, honestidad y rentabilidad electoral para aceptar o descartar aspirantes? No suena justo ni es equitativo. Parece entonces que el reto del priismo es encontrar, en el estado y sus regiones, mecanismos políticos dignos de ese adjetivo, incluyentes, creíbles, lógicos, factibles, razonables y justos, que fortalezcan en los hechos el discurso de la unidad. Evitarían, por extensión, el retoño de cacicazgos de caricatura en distritos y municipios, verbigracia martinense, fieles a su inconfundible rutina de culpar al que no está y de imponer a sus favoritos aún frente al rechazo de los ciudadanos, antes perplejos, hoy exigentes y participativos. Y los ciudadanos se transforman en electores. Y no es lo mismo perder por más de 10 mil votos que por menos de 4 mil.
Dicen los priistas que hay esperanza. Para enaltecer la política, para seguir transformando a Veracruz, para romper inercias y esquemas acartonados y excluyentes, para recuperar cualidades y valores en una actividad como la política, tan despreciada hoy por la ciudadanía, pocos personajes con las prendas democráticas e intelectuales del Gobernador de Veracruz. Amén.

pmansainz@hotmail.com

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