viernes, 16 de abril de 2010

Una leyenda urbana

Salvador Muñoz
Los Políticos

La siguiente leyenda urbana no busca descalificar a nadie, mucho menos denostar… así que se pide al lector que la lea tal como aquí se le trata: ¡Como una leyenda urbana!
Es decir, como un chisme entre vecinos, que va de boca en boca, con tintes de verdades y mentiras distorsionadas por la bemba, el rumor y el tinte que cada quién que lo cuenta, le da.
Todo empezó un nueve de febrero… en una cantina.
El sujeto empezó a alardear con sus compañeros. Presumía “acostarse” con una dama y por ello, todas las mujeres, parientas de su amada, igual “pasarían por sus armas”. ¡Maestro! Le decían asombrados sus oyentes.
Al fondo, un hombre al escuchar el apellido de la dama a la que refería el sujeto con sus compañeros, se puso en alerta. Apresuró su cerveza, pagó la cuenta y se retiró mientras el otro, “chela” tras “chela” alardeaba.
El hombre que había salido ya estaba en su camioneta. Había dejado de ser el asiduo visitante de esa cantina para convertirse en depredador. Ahora, acechaba, esperaba paciente y maquinaba.
No era para menos… el apellido que acababa de escuchar en esa cantina era el mismo que orgulloso portaba al lado de su nombre: Rafael.
Y por fin salió la presa. Abordó su carro aún con vaso y envases de cerveza en manos. Enfiló hacia Plan de Arroyo.
Jamás imaginó que ya era parte de un plan siniestro. Cerca de la ranchería Ahuateno, todo sucedió rápido.
De repente, vio cómo una camioneta ¿roja? impactaba a su costado. El golpe lo sacudió tan fuerte que no alcanzó a reaccionar. Se oyeron dos balazos y uno de ellos acabó con su vida. Dicen que algunos de sus compañeros todavía alcanzaron a ver lo ocurrido. Celular en mano llamaron a las autoridades mientras la camioneta enfilaba hacia Plan de Arroyo.
¡Funcionó!
Las autoridades policiacas se movilizaron de inmediato, acordonaron la zona y obtuvieron resultados… a corta distancia de lo ocurrido ¡ahí estaba la camioneta!
Rafael había abandonado su carro… de depredador ¡había pasado a presa!
Ahora lo buscaban.
En una llamada telefónica Rafael albergaba sus esperanzas de librar la cacería. Retenes, máxima seguridad, nadie entraba ni salía de esa zona.
Entonces ella hizo su aparición… muchos la reconocieron, ¡cómo no! Si era la “mandamás” de Atzalan, amiga del Presidente, del candidato azul y aún más, la representante ante el Congreso de la Unión…
No hubo necesidad de revisar su camioneta, ni siquiera intentar fisgonear… ¡vaya! La sospecha no cabía y no cabía porque dicen, que ya no había espacio para la sospecha en ese vehículo. Alguien le había ganado el lugar.
Rafael no apareció por la escena del crimen…
Es más, aseguran que algunos lo vieron unos días por una casa en Perote…
Otros más afirman que cuando lo fueron a buscar les dieron razón de que ya no estaba por allí, ni en Veracruz, ni en el país… ¡se había ido a Estados Unidos!
Así era… Rafael Carballo había logrado dos cosas en ese nueve de febrero de este año: ¡Lavó el honor de su apellido y evadió, cual si tuviera fuero, a sus perseguidores!
¿Valió la pena? Siempre y cuando se tenga amigas que sirvan como salvoconducto para estos pormenores ¡claro que vale la pena! ¡Por el honor de los Carballo!
Insisto… tómelo como es… una leyenda urbana.

e-mail: dor00@hotmail.com

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