Luis Alberto Romero
El huracán Karl quedará en las páginas de la historia veracruzana como el más destructivo de todos los desastres naturales que han afectado a la entidad… Hasta nuestros días, no hay otro meteoro que haya arrojado tanta pérdida y tanto drama.
Un millón de damnificados y daños estimados en 70 mil millones de pesos; la infraestructura educativa seriamente golpeada y la red carretera colapsada; los cultivos, perdidos y los problemas de salud, creciendo; miles registraron la pérdida total o parcial de la vivienda. Ello, sin contar con la peor parte de la tragedia: la pérdida de 12 o 14 vidas –los datos oficiales son contradictorios–.
Y es que en el último mes, las regiones de la cuenca del Papaloapanan, el sur del estado y Veracruz-Boca del Río han sufrido de forma impresionante los embates de la naturaleza; de hecho, en un mes Veracruz recibió más agua que en dos años juntos, algo para lo que ningún sistema de Protección Civil puede estar preparado, por más que presuman el primer lugar nacional en esa materia.
A las lluvias de hace un mes y al impacto del huracán Karl ahora se suma otro fenómeno, la tormenta tropical Matthew, que representó alarma desde la zona de Nautla hasta el sur de Veracruz. Ya se registran daños en Ciudad Mendoza, Martínez de la Torre, Agua Dulce, Catemaco, Cosamaloapan, Ignacio de la Llave, Mintitlán, Moloacan, Nanchital y Tlalixcoyan, entre otros.
Es Matthew un nuevo golpe de la naturaleza a los veracruzanos; un nuevo golpe de la naturaleza a una entidad que aún se encuentra aturdida por el paso de Karl.
Y el problema más grave apenas comienza, porque los habitantes de la mayoría de los municipios veracruzanos, al menos 120 de los 210, han quedado empobrecidos y sin recursos para salir adelante. La ayuda humanitaria llega, pero hay que considerar que muchos damnificados perdieron todo: dinero, ropa, enseres y hasta casa.
Rafael Arias Hernández, titular del Copladever, manifestó ayer que Karl dejará a los veracruzanos efectos empobrecedores, por lo que junto con los trabajos de reconstrucción, se debe iniciar un rescate social.
Y es que no sólo se debe pensar en reconstruir la vivienda, las escuelas, la infraestructura urbana, los servicios y las vías de comunicación… Las acciones deben estar encaminadas, sobre todo, a lograr una recuperación social, que incluya fuentes de empleo y que promueva el bienestar integral de las familias damnificadas.
Hasta hace poco se pensaba que el mayor reto que enfrentaría el próximo gobernador del estado, tenía que ver con las precarias finanzas del gobierno y con la reducción de los recursos económicos de que dispondría Veracruz. La naturaleza, sin embargo, cambió las cosas: hoy sabemos que el primer gran desafío del próximo gobierno tiene que ver con la recuperación de los daños y con la superación de los problemas que enfrentan los damnificados, cuya cifra podría alcanzar al millón de personas, sin contar con los afectados indirectos, aquellos que, sin perder su patrimonio, hoy no cuentan con fuentes de empleo.
luisromero85@hotmail.com
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