Salvador Muñoz
Los Políticos
Aprobada la Ley Mario González o Mario Tijeras, por aquello del recorte de personal, es seguro que para algunos tenga sus pro y para otros sus contra.
Los primeros que habrán de festejarla, serán los nuevos alcaldes, los que entran, así como sus posteriores. La razón, muy sencilla: no desviarán recursos de ningún modo en aquél que lo demande por “despido injustificado”.
Se entiende que el “Despido injustificado” se da en función de que, al término de la administración municipal, pues sencillamente tienen que “ahuecar el ala” porque viene un nuevo alcalde con otro equipo, con sus “empleados de confianza”, y no hay una razón de peso, en términos laborales, que te tienes que ir si cumples con precisión y profesionalismo, tu trabajo. Por eso, suena a “despido injustificado”.
Entonces, la Ley Mario Tijeras corta de plano y de tajo con esos problemas que en algunos ayuntamientos significa graves y grandes erogaciones cuando los Tribunales emiten laudo a favor del trabajador.
Por poner un ejemplo:
Ayahualulco, cuyo presupuesto araña casi los diez millones y medio. Hace poco, el Tribunal de Conciliación y Arbitraje emitió un laudo en contra del ayuntamiento por un millón 391 mil pesos, es decir, la décima parte de sus ingresos, todo, por un “empleado de confianza” que no aceptó la “renuncia voluntaria” al término de una administración.
En Carlos A. Carrillo, con un presupuesto anual de casi 12 millones de pesos, cuenta con 17 laudos en contra que suman poco más de dos millones de pesos… casi 20 por ciento de sus ingresos.
Ricardo Ahued lo vivió. Jon Rementería igual vivió ese jaloneo que, al final, parece, lo salvó un abogado ducho y el laudo fue a favor del ayuntamiento.
Esta parte sería el pro de los “empleados de confianza”.
¿Cuál sería el contra?
Vamos por partes.
El “empleado de confianza” es motor de un ayuntamiento en un alto porcentaje. Ellos pueden tener horario de entrada pero quizás de salida no. Eso sí, si se requiere, pueden llegar más temprano, salir, desplazarse, romper sus esquemas de trabajo por hacer otro, resolver y atender. Vaya, siempre son materia dispuesta, a la hora que el Jefe, su contratante, lo disponga… A diferencia de los de base.
Aquí viene el asunto más peliagudo alrededor de esta Ley Mario Tijeras…
Podrán sacar a ese “empleado de confianza” que es hijo de papi, recomendado por el alto mando, porque te ayudó con lana para hacer tu campaña, pero ¿y el personal que hizo un esquema de trabajo en Limpia Pública, Agua y Saneamiento, Alumbrado Público, Parques y Jardines, que permite al jefe salir airoso ante un eventual problema?
Su salida implica un riesgo, no para el ayuntamiento, no para el nuevo alcalde ni para el que se retira… el riesgo lo corre la ciudad.
¿Por qué? Por algo muy sencillo: El nuevo equipo habrá de ocupar un determinado lapso para aprender el teje-maneje del funcionamiento laboral y político de Limpia Pública, de entender el sistema de alumbrado, del alcantarillado, de saneamiento, etcétera, y en ello habrán pasado seis meses que, con los otros seis que se ocupan para el cierre de administración, se vuelven dos años de trabajo real.
Sí, la Ley Mario Tijeras es un arma de dos filos: o se aprovecha la experiencia de esos “empleados de confianza” o se pone en manos de aprendices a cualquiera de los 212 ayuntamientos.
Por supuesto, insisto, el “empleado de confianza” puede ser un recomendado de papi, un junior, un bueno-para-nada… pero también puede ser el motor del ayuntamiento.
La Ley Mario Tijeras puede sacar lo mejor o lo peor de este personaje que ayer, en el Congreso, fue motivo de discusión.
Habría que conocer la opinión de los realmente interesados en el tema que no son los alcaldes, sino los “empleados de confianza” que con esta Ley, son motivo de “desconfianza” para los ediles que habrán de entrar en enero.
e-mail: dor00@hotmail.com
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