lunes, 17 de enero de 2011

Jugo y huevos

Salvador Muñoz
Los Políticos

Algo que no vi en los recientes sucesos que hubo en Xalapa, Naranjos y Cardel, donde hubo sendos “operativos” (hoy sinónimo de “hecho aislado” o “lío de faldas”) por parte de las fuerzas armadas, es la entrevista.
Pero no la entrevista al funcionario, lugar común en que cae un gran grueso de los reporteros bajo la falacia de “El Rey” de José Alfredo Jiménez, en el entendido de que “su palabra es la Ley”.
Hablo de la entrevista a la gente, al vecino, al testigo, a la señora del pollo, al de la tienda de la esquina, al vagabundo de los perros, a los que “la vieron de cerquita”.
Es lamentable que el reportero haya perdido la relación con su principal interés que debiera ser la gente, las personas, el pueblo.
Pocos son los que hacen trabajo de campo, los que se van a la colonia, los que se van al parque, a los pueblitos cercanos, congregaciones, municipios aledaños…
La mayoría espera que los problemas se concentren en la plaza Lerdo, en el caso de Xalapa, para entonces allí, en la comodidad del centro, hacer “su trabajo”.
¡Vaya! No todo es culpa del reportero. Gran responsabilidad está en los editores que prefieren miles y miles de veces la sesuda opinión de un funcionario o político, bajo la falacia de Midas, en el entendido de que “Su palabra vale oro”, que darle el valor real a lo que dice, piensa, quiere o expresa la gente, tan común, tan mortal, tan corriente como yo.
Vaya, no le damos importancia ni a la gente ni a las cosas.
Por ejemplo, sigo viendo arbolitos de navidad en diversas esquinas de la ciudad y me pregunto: ¿Qué le pasa a mi vecino? Peor… ¿qué le pasa a las autoridades ambientales, municipales, organizaciones ecologistas? Todos los años es lo mismo… Vaya, incurrimos en el “síndrome del presidencialismo” cada Navidad… queremos los pinos, buscamos los pinos, hasta compramos los pinos, para al final, darle en la madre a los pinos.
Es increíble… las notas están allí, esperando a un reportero para contar su historia… pero preferimos a un político que haga un excesivo uso de positivismo, diciendo que el desarrollo, que el progreso, que la unidad, que la confianza… pobre periodismo… ¿para eso se quemaron las pestañas cuatro años en la facultad? Digo, eso déjenmelo a mí, que no soy licenciado ni para manejar un carro…
Por supuesto, este breve escrito no va a cambiar en nada ni al reportero ni al editor.
Seguiremos viendo en nuestros diarios las mismas opiniones, los mismos “opinistas”, las mismas promesas, las mismas palabras, pero por sobre todas las cosas, a los mismos reporteros de notas guangas que no hacen nada por aportar un poco por su sociedad.
Pero, pues no hagan caso de mí… a lo mejor eso les funciona, tanto al editor, al reportero, al dueño del periódico, al político, al funcionario… incluso a la sociedad, que a veces incurre en un modo zombie donde su día se concentra en sobrevivir, llevar la comida a casa que pensar en ser parte activa de la política de su comunidad.
En serio, no hagan caso de mí… a lo mejor este día, me pelee con la vida que me ofreció un jugo (gástrico) y dos yemas (porque me pintó huevos) y no tengo humor para escribir… por eso, hoy menos que nunca, hagan caso de mí.

e-mail: dor00@hotmail.com
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