Zona Franca
Veracruz bien podría ser la Zona Roja de la prostitución política de México. Durante décadas hemos sido testigos de cómo las manifestaciones opositoras o independientes, las movilizaciones o las protestas, e incluso las candidaturas con arrastre popular, son compradas por los hombres del Palacio, subyugándolas para avalar la permanencia del PRI en el poder.
Ahora, panistas y perredistas confabulan para unirse y despojar a su espléndido mecenas —papá gobierno— del poder político que se les ha negado, en lo que se prevé será, las elecciones del 2013, una auténtica pelea de perros.
La contienda electoral que se avecina no será de ninguna manera, una lucha de ideales políticos. Sería iluso pensar que los partidos seleccionarán a ciudadanos probos para que los representen. Coatzacoalcos podría servirnos de ejemplo de lo que pasará en gran parte de las regiones veracruzanas.
El PAN y el PRD entraron en una etapa de negociaciones que podrían fructificar o fracasar, no en razón de ideales o convicciones, sino en el habilidoso reparto de cuotas de poder y de negocios que dejen satisfechos a los grupos en juego.
El heredero de Miguel Angel Yunes Linares, el senador Fernando Yunes Márquez, ha puesto sobre la mesa la iniciativa de impulsar a un candidato de ambos partidos, pero mencionando para ello a quienes hoy ocupan un lugar en el PAN —Rafael Bringas García, que es la propuesta yunista; a Gónzalo Guízar Valladares, que por sus nexos con el senador priista, Héctor Yunes Landa, también tiene puesto un pie listo para regresar al PRI, que lo formó como porro y que le dio poder y fortuna, y a Víctor Esparza Pérez, que despachó con sombras de corrupción, en el agonizante sexenio Calderonista, al frente de la Comisión Nacional del Agua en Veracruz—.
De concretarse la alianza opositora se desplomarían los proyectos locales, sobre todo el del alcalde de Coatzacoalcos Marcos Theurel Cotero que ilusamente cree que su esposa Guadalupe Porras podría ser la candidata del PRI, y casi obligaría a que Marcelo Montiel Montiel, repita una tercera vez como candidato a la Presidencia Municipal, por el mito, avalado por encuestas del PRI nacional, de que es el único que puede ganar elecciones locales, cualquiera que sea el escenario.
La pretendida unidad que busca el PAN y el PRD para enfrentar al PRI en las elecciones del 2013, también, se realice o no, abrirá un enorme boquete a las de por si mermadas finanzas del gobierno estatal, ya que la maniobra encareció la compra de conciencias.
Y si de abrir la cartera se trata, Javier Duarte tuvo en Fidel Herrera Beltrán, a su gran maestro:
—Pídeme lo que quieras… al cabo que estoy en la plenitud del pinche poder, tengo el gobierno en la mano —dijo el ex gobernador en una frase que lo inmortalizó.
Es esa alianza opositora en ciernes, lo que plantea un gran dilema para el PRI. La lección de 2010, cuando solo las triquiñuelas permitieron llegar a Javier Duarte al gobierno de Veracruz, y la derrota de Enrique Peña Nieto en suelo veracruzano, es lo que lleva al alto mando priísta a reflexionar sobre el deterioro de su propuesta y sobre algo aún peor: ni con fraude podría ganar la próxima elección.
Tras la elección federal, los resultados sacudieron al priísmo en general. Josefina Vázquez Mota venció a Peña Nieto. Se perdió el bastión priísta, la tercera reserva electoral del PRI, y quedó en evidencia que los priístas no tienen pastor, nadie que les opere, ni liderazgo en quien confiar.
De esa lección se obtuvo otra lectura: el 30 por ciento de los le permitiría contender ante partidos aislados, pero no cuando se alían, como es la propuesta PAN-PRD. En consecuencia, el camino a seguir es la compra de los adversarios, la prostitución de los ideales políticos.
Desde tiempo atrás, el PRI ha “invitado” a los alcaldes de oposición a pasarse a sus filas con el señuelo de otorgarles más poder, espacios públicos por encima incluso que de los priístas, o a cambio de impunidad. Unos aceptaron; otros, los que se resistieron, sufrieron persecución y hasta la acción de la justicia y la cárcel.
En la elección federal, el PRI ofreció 3 millones de pesos a alcaldes de oposición por operar y pasarse a las filas priístas, tal como denunció el presidente municipal de Gutiérrez Zamora, Jaime Humberto Pérez Bernabé. Esa suma sería “para sus chicles”, para que tuvieran un colchón con el cual enfrentar problemas a futuro. Podrían proponer una obra, para ser recordados como “el mejor alcalde en la historia del municipio”, la que sería realizada por el gobierno de Veracruz. Y lo mejor: que por ser del club de los cuates, el Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS) no los inquietaría en lo más mínimo. Es decir, auditorías para los enemigos y disimulo para los amigos.
Derrochar lo que sea con tal de ir minando a la oposición, es algo inherente al PRI. Algunos ejemplos de cómo se engancharon y entraron en esa relación perversa, son Renato Tronco, en Las Choapas; Regina y Fabiola Vázquez Saut, en Acayucan, y Cirilo Vázquez Parissi, en Cosoleacaque. Otros se negaron y radicalizaron su oposición al PRI. Unos se prostituyeron políticamente y otros no.
La alianza PAN-PRD, aún en pañales; plantea formalizar un frente opositor que sume a su favor el gran número de votos adversos al PRI, por las alcaldías que a partir del 2014 serán de cuatro años, y contender por el Congreso de Veracruz. Pero no todos tienen nivel ni buena reputación.
Fernando Yunes Márquez, senador panista, hijo del ex candidato al gobierno de Veracruz, antes priísta, Miguel Angel Yunes Linares, es uno de los motores del proyecto aliancista. No sólo exalta la fuerza que representan el PAN y el PRD, con una votación cercana al 70 por ciento de quienes emitieron su sufragio en la última elección, sino que ha formulado una invitación a los priístas a quienes el PRI mantiene en el olvido, lo que ya mueve a sospecha.
En días pasados, Yunes Márquez sostuvo un encuentro con el regidor del PRD en Coatzacoalcos, Ricardo López Carrera. Se muestrearon, pueblearon y finalmente, en conferencia de prensa, resaltaron que existe un rechazo mayoritario a los candidatos del PRI.
Descartó que la alianza PAN-PRD sea un intento desesperado para sacar al PRI de la mayoría de las alcaldías y diputaciones locales, y soltó los nombres de las tres cartas que propondrían para la candidatura a la alcaldía: Rafael García Bringas, yunista; Gonzalo Guízar Valladares, ligado al senador del PRI, Héctor Yunes Landa, y el ex gerente regional de la Comisión Nacional del Agua, Víctor Manuel Esparza Pérez, con un historial de corrupción. El PRD no ha dicho esta boca es mía, salvo expresiones aisladas a favor de la candidata a la diputación federal Rocío Nahle García, quien fuera derrotada en la elección federal.
Germán Yescas, diputado local panista, dice que la construcción de la alianza opositora tiene “aterrados y apanicados” a los priístas. Avizoró que el PRI pudiera perder entre el 70 y 80 por ciento de las alcaldías y el Congreso de Veracruz.
En sentido contrario, los priístas se mofan de la alianza PAN-PRD. El diputado local por Perote, Raymundo Eligio Saldaña, asegura que el PRI está preparado para enfrentar ese y cualquier reto. No le ve futuro a la alianza opositora por ser ideologías diferentes y contrapuestas y “el afán de coaligarse es porque temen a la derrota”. Advirtió que el PRI retendrá el control del Congreso y que la alianza PAN-PRD acaso ganará en dos municipios.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas para la alianza PAN-PRD. Existen resistencias al interior de ambos partidos, algunas de ellas alentadas de manera externa desde el PRI para evitar que se concrete un frente opositor que amenaza con romper la hegemonía del partido tricolor.
Por otra parte, no sería la primera ocasión que el PRI logre mediatizar la fuerza de sus adversarios. Unas veces ha impulsado candidatos frágiles postulados por la oposición para que sean rivales débiles durante la contienda; otras, otorga cuantiosas sumas de dinero para someter a panistas y perredistas; unas más, usa la fuerza bruta, el control de los aparatos judiciales, para replegar a sus enemigos políticos.
El fenómeno de la prostitución política es el que mejor le funciona. Dilapida recursos públicos, otorga contratos de obra, obsequia cargos en el gobierno, a cambio de que las candidaturas de oposición se derrumben.
Es previsible que así lo hará en la medida que la alianza PAN-PRD se consolide. Habrá que ver si esta vez panistas y perredistas están dispuestos a tomar el poder o a su habitual proclividad a prostituirse políticamente.
(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)
Ahora, panistas y perredistas confabulan para unirse y despojar a su espléndido mecenas —papá gobierno— del poder político que se les ha negado, en lo que se prevé será, las elecciones del 2013, una auténtica pelea de perros.
La contienda electoral que se avecina no será de ninguna manera, una lucha de ideales políticos. Sería iluso pensar que los partidos seleccionarán a ciudadanos probos para que los representen. Coatzacoalcos podría servirnos de ejemplo de lo que pasará en gran parte de las regiones veracruzanas.
El PAN y el PRD entraron en una etapa de negociaciones que podrían fructificar o fracasar, no en razón de ideales o convicciones, sino en el habilidoso reparto de cuotas de poder y de negocios que dejen satisfechos a los grupos en juego.
El heredero de Miguel Angel Yunes Linares, el senador Fernando Yunes Márquez, ha puesto sobre la mesa la iniciativa de impulsar a un candidato de ambos partidos, pero mencionando para ello a quienes hoy ocupan un lugar en el PAN —Rafael Bringas García, que es la propuesta yunista; a Gónzalo Guízar Valladares, que por sus nexos con el senador priista, Héctor Yunes Landa, también tiene puesto un pie listo para regresar al PRI, que lo formó como porro y que le dio poder y fortuna, y a Víctor Esparza Pérez, que despachó con sombras de corrupción, en el agonizante sexenio Calderonista, al frente de la Comisión Nacional del Agua en Veracruz—.
De concretarse la alianza opositora se desplomarían los proyectos locales, sobre todo el del alcalde de Coatzacoalcos Marcos Theurel Cotero que ilusamente cree que su esposa Guadalupe Porras podría ser la candidata del PRI, y casi obligaría a que Marcelo Montiel Montiel, repita una tercera vez como candidato a la Presidencia Municipal, por el mito, avalado por encuestas del PRI nacional, de que es el único que puede ganar elecciones locales, cualquiera que sea el escenario.
La pretendida unidad que busca el PAN y el PRD para enfrentar al PRI en las elecciones del 2013, también, se realice o no, abrirá un enorme boquete a las de por si mermadas finanzas del gobierno estatal, ya que la maniobra encareció la compra de conciencias.
Y si de abrir la cartera se trata, Javier Duarte tuvo en Fidel Herrera Beltrán, a su gran maestro:
—Pídeme lo que quieras… al cabo que estoy en la plenitud del pinche poder, tengo el gobierno en la mano —dijo el ex gobernador en una frase que lo inmortalizó.
Es esa alianza opositora en ciernes, lo que plantea un gran dilema para el PRI. La lección de 2010, cuando solo las triquiñuelas permitieron llegar a Javier Duarte al gobierno de Veracruz, y la derrota de Enrique Peña Nieto en suelo veracruzano, es lo que lleva al alto mando priísta a reflexionar sobre el deterioro de su propuesta y sobre algo aún peor: ni con fraude podría ganar la próxima elección.
Tras la elección federal, los resultados sacudieron al priísmo en general. Josefina Vázquez Mota venció a Peña Nieto. Se perdió el bastión priísta, la tercera reserva electoral del PRI, y quedó en evidencia que los priístas no tienen pastor, nadie que les opere, ni liderazgo en quien confiar.
De esa lección se obtuvo otra lectura: el 30 por ciento de los le permitiría contender ante partidos aislados, pero no cuando se alían, como es la propuesta PAN-PRD. En consecuencia, el camino a seguir es la compra de los adversarios, la prostitución de los ideales políticos.
Desde tiempo atrás, el PRI ha “invitado” a los alcaldes de oposición a pasarse a sus filas con el señuelo de otorgarles más poder, espacios públicos por encima incluso que de los priístas, o a cambio de impunidad. Unos aceptaron; otros, los que se resistieron, sufrieron persecución y hasta la acción de la justicia y la cárcel.
En la elección federal, el PRI ofreció 3 millones de pesos a alcaldes de oposición por operar y pasarse a las filas priístas, tal como denunció el presidente municipal de Gutiérrez Zamora, Jaime Humberto Pérez Bernabé. Esa suma sería “para sus chicles”, para que tuvieran un colchón con el cual enfrentar problemas a futuro. Podrían proponer una obra, para ser recordados como “el mejor alcalde en la historia del municipio”, la que sería realizada por el gobierno de Veracruz. Y lo mejor: que por ser del club de los cuates, el Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS) no los inquietaría en lo más mínimo. Es decir, auditorías para los enemigos y disimulo para los amigos.
Derrochar lo que sea con tal de ir minando a la oposición, es algo inherente al PRI. Algunos ejemplos de cómo se engancharon y entraron en esa relación perversa, son Renato Tronco, en Las Choapas; Regina y Fabiola Vázquez Saut, en Acayucan, y Cirilo Vázquez Parissi, en Cosoleacaque. Otros se negaron y radicalizaron su oposición al PRI. Unos se prostituyeron políticamente y otros no.
La alianza PAN-PRD, aún en pañales; plantea formalizar un frente opositor que sume a su favor el gran número de votos adversos al PRI, por las alcaldías que a partir del 2014 serán de cuatro años, y contender por el Congreso de Veracruz. Pero no todos tienen nivel ni buena reputación.
Fernando Yunes Márquez, senador panista, hijo del ex candidato al gobierno de Veracruz, antes priísta, Miguel Angel Yunes Linares, es uno de los motores del proyecto aliancista. No sólo exalta la fuerza que representan el PAN y el PRD, con una votación cercana al 70 por ciento de quienes emitieron su sufragio en la última elección, sino que ha formulado una invitación a los priístas a quienes el PRI mantiene en el olvido, lo que ya mueve a sospecha.
En días pasados, Yunes Márquez sostuvo un encuentro con el regidor del PRD en Coatzacoalcos, Ricardo López Carrera. Se muestrearon, pueblearon y finalmente, en conferencia de prensa, resaltaron que existe un rechazo mayoritario a los candidatos del PRI.
Descartó que la alianza PAN-PRD sea un intento desesperado para sacar al PRI de la mayoría de las alcaldías y diputaciones locales, y soltó los nombres de las tres cartas que propondrían para la candidatura a la alcaldía: Rafael García Bringas, yunista; Gonzalo Guízar Valladares, ligado al senador del PRI, Héctor Yunes Landa, y el ex gerente regional de la Comisión Nacional del Agua, Víctor Manuel Esparza Pérez, con un historial de corrupción. El PRD no ha dicho esta boca es mía, salvo expresiones aisladas a favor de la candidata a la diputación federal Rocío Nahle García, quien fuera derrotada en la elección federal.
Germán Yescas, diputado local panista, dice que la construcción de la alianza opositora tiene “aterrados y apanicados” a los priístas. Avizoró que el PRI pudiera perder entre el 70 y 80 por ciento de las alcaldías y el Congreso de Veracruz.
En sentido contrario, los priístas se mofan de la alianza PAN-PRD. El diputado local por Perote, Raymundo Eligio Saldaña, asegura que el PRI está preparado para enfrentar ese y cualquier reto. No le ve futuro a la alianza opositora por ser ideologías diferentes y contrapuestas y “el afán de coaligarse es porque temen a la derrota”. Advirtió que el PRI retendrá el control del Congreso y que la alianza PAN-PRD acaso ganará en dos municipios.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas para la alianza PAN-PRD. Existen resistencias al interior de ambos partidos, algunas de ellas alentadas de manera externa desde el PRI para evitar que se concrete un frente opositor que amenaza con romper la hegemonía del partido tricolor.
Por otra parte, no sería la primera ocasión que el PRI logre mediatizar la fuerza de sus adversarios. Unas veces ha impulsado candidatos frágiles postulados por la oposición para que sean rivales débiles durante la contienda; otras, otorga cuantiosas sumas de dinero para someter a panistas y perredistas; unas más, usa la fuerza bruta, el control de los aparatos judiciales, para replegar a sus enemigos políticos.
El fenómeno de la prostitución política es el que mejor le funciona. Dilapida recursos públicos, otorga contratos de obra, obsequia cargos en el gobierno, a cambio de que las candidaturas de oposición se derrumben.
Es previsible que así lo hará en la medida que la alianza PAN-PRD se consolide. Habrá que ver si esta vez panistas y perredistas están dispuestos a tomar el poder o a su habitual proclividad a prostituirse políticamente.
(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)
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