Sergio R. Vaca Betancourt Bretón
Senador significa en latín hombre de edad madura y así se denominaba en la Roma antigua a quienes integraban el Senado, Asamblea de Patricios (nobles) que constituyó pilar fundamental de la grandeza del Pueblo Romano y subsistió desde la Monarquía hasta el Imperio, pasando por la República.
En su apogeo (durante la República) dirigió a Roma y la llevó a dominar casi toda Europa, el norte de África y buena parte de Asia. Su extraordinario desempeño ha hecho que se le considere “el mejor Órgano Legislativo que ha visto el mundo”.
Los Senadores Romanos eran escogidos entre los mejores ciudadanos; además de nobles debían ser inteligentes, honestos, rectos y comportarse con dignidad en todo momento. Sobre esto existe una anécdota histórica que vale la pena recordar.
Después de varios años de guerra con Roma, las tribus galas tenían prisioneros a un buen número de generales, oficiales y soldados romanos, entre los cuales se encontraban 5 Senadores. Los jefes galos, que sabían el peso político de los Senadores, les propusieron dejarlos en libertad para que fueran a Roma y convencieran a los demás Senadores de pactar una tregua ya que ambos pueblos estaban muy desgastados por las continuas batallas, pero les exigieron que dieran su palabra de que si el Senado no aprobaba la tregua regresarían para ser sacrificados junto con sus soldados.
Los 5 Senadores aceptaron esa condición, llegaron a Roma y en cuanto estuvieron en el Senado dijeron los puntos débiles de los ejércitos barbaros, en qué forma se les debía atacar y que no convenía aprobar la tregua. Los otros Senadores rechazaron la tregua y les despidieron con aplausos porque sabían que regresarían al territorio enemigo para que los galos los decapitaran igual que a los soldados.
Transcurrieron varias semanas y al Senado llegó la noticia de que sólo habían regresado y sido decapitados 4 Senadores. Sospecharon que el faltante estaba escondido. Le buscaron y al encontrarlo, después de sacarlo por la fuerza de su casa, le dijeron: Un Senador Romano siempre debe cumplir su palabra, aunque le cueste la vida. Tu comportamiento no es digno de tu investidura. Seguidamente lo llevaron al territorio que dominaban las tribus galas y lo entregaron para que fuera decapitado.
Menciono lo anterior porque en días pasados 2 Senadoras evidenciaron irresponsabilidad y falta de respeto al cargo que ocupan.
Primero lo hizo Layda Sansores, que ya fue Senadora (1994 a 2000) por el P.R.I., Diputada Federal (2006-2009) del P.R.D. y actualmente es Senadora por el Partido Movimiento Ciudadano, quien mientras se debatía la Reforma Laboral estaba jugando en su tableta electrónica, demostrando que nada le importaba un asunto de interés nacional.
Después Mariana Gómez del Campo, que fungió como Presidenta del P.A.N. en el Distrito Federal (2007-2010) y fue Asambleísta o Diputada Local (2009-2012), y ahora es Senadora, en otra sesión abandonó su escaño y subió al lugar donde el público presencia la actuación de los Senadores para saludar y besar sin recato a su novio.
La actitud de ambas Senadoras demuestra falta de respeto no sólo a su alta investidura, también a sus Partidos; que no les importa su quehacer legislativo y que nada, o muy poco, tienen que hacer en la Cámara Alta.
De esa clase de Legisladoras Federales, cuyo desempeño mancha la imagen del Senado Mexicano, que prefieren entretenerse en jueguitos electrónicos a involucrarse en la Reforma Laboral y abandonar una sesión para apapacharse con el novio, poco puede esperar el pueblo de México.
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