viernes, 23 de noviembre de 2012

Ley Chicle

Brenda Caballero
Números Rojos

Dicen que los nervios se calman fumando. Los míos generalmente los calmo masticando algún chicle.
Aún recuerdo el clásico chicle Kanguro, un cuadrito sabor a frutas, tan duro-tan duro que parecía que te iba a romper los dientes; y qué decir del Motita, ese chicle largo que tenía el logo de un tigre bebé... me imagino de allí su nombre, de las manchitas del animal.
He de reconocer que el Motita me robó el corazón... mis preferidos eran el de menta y el de plátano, ¡cuánto gozaba haciendo bombas! Al grado que siempre terminaban mis dedos con chicle al tratar de despegarlo de mi nariz.
Poco después conocí el Bubaloo, aquel chicle en cuadrito pequeño y relleno como de mermelada, que hacía unas bombas gigantes, pero que después de un rato de masticarlo el sabor era a plástico.
Hoy, los chicles han cambiado, ya son como pastillas y no se pegan. Los hay con clorofila, sin azúcar y hasta para blanquearte los dientes.
Por supuesto que podría seguir escribiendo de chicles y hasta ver las diversas maneras de tirar un chicle, sin embargo en esta ocasión hablaré del Impuesto que se le quiere pegar, nada más y nada menos que ¡como chicle!
Y es que apenas hace unos días, uno de los hombres más ricos y controvertidos de Orizaba, el diputado priísta Juan Manuel Diez Francos, presentó una iniciativa para aplicar un impuesto especial a la goma de mascar, pero que además, el 2 por ciento se destine a entidades federativas y el 6 por ciento a los municipios.
Sí ¡otro impuesto, si se aprueba, a los que mascamos chicle y a los que lo producen!
Y es que el diputado asegura es un gran foco de infección de más de 50 mil gérmenes, además de que cuesta mucho dinero el retirarlo de las calles, los árboles y el mobiliario urbano.
Luego entonces, deberían poner un impuesto extra a los que escupen en las calles, a los negocios que echan sus desechos a ríos y lagos por contaminar el agua, un impuesto a los autos y camiones que contaminan el aire, otro a los productores de plástico que elaboran productos que tardan miles de años en degradarse ¡Todo con el fin de recaudar! Es más, se debería pagar impuesto por ser diputado, alcalde, regidor o senador, pues no cualquiera tiene el privilegio.
Desde luego que mis legisladores no aprobarían dicho impuesto, pues manifestarían que ya pagan el Impuesto Sobre la Renta (ISR) por sus altos ingresos.
Pero seamos sinceros, en nuestro país existe una gran desigualdad fiscal, pues los que más pagan impuestos somos la clase media, por eso la urgencia de gravar el Impuesto al Valor Agregado, para que el grueso de la población soporte la evasión de los ricos y poderosos.
Lo chistoso y pegajoso del asunto es que ahora el chicle resultó más infeccioso que una gripe o que una colilla de cigarros tirada en plena vía pública y por eso hay que gravarlo o ¿no será porque nuestro país es el segundo país consumidor de chicles a nivel mundial?
Pues según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) México produce 92 mil toneladas anuales de chicle con un consumo pér cápita de 1.8 kilogramos.
Así es que señoras y señores, la lógica indica que tendremos un nuevo impuesto basado en una nueva Ley, la del Chicle, si es que los productores se dejan ya que por otro lado los tabacaleros se han puesto en guardia para que no se suba más el impuesto especial al tabaco alegando un gran mercado negro de cigarros. Luego entonces ¿habría también un mercado negro de chicles?
¡Y yo con los nervios de punta!

Email:caballero_brenda@hotmail.com

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