miércoles, 27 de julio de 2011

El solista

Pedro Manterola Sainz
Hoja de Ruta

Media el primer año del sexenio, el año I del Duartismo, año de saldos insolutos, del debe y el haber, de la memoria y el futuro, la gratitud y la necesidad. Año para reordenar la casa, para hacer las cuentas, para resucitar las finanzas y la planeación, los dineros, su uso, su destino, su origen y sus efectos. En las oficinas que fueron un laberinto donde despachaban las finanzas con desdén y desconcierto, hoy subsana las penurias de la herencia el oficio, la austeridad y la experiencia. Llegó uno que sabe, y con lo que sabe se juega su futuro.
No hay en Veracruz duda de la legitimidad de su gobierno. El PRI ganó una elección competida, realizada al amparo de reglas escritas y no escritas, todas conocidas, entendidas y aceptadas por cada contendiente. El uso y abuso de recursos no tiene correspondencia con los votos obtenidos, pero esa es otra materia. Sólo queda decir que los responsables de hacer política con dinero del erario mostraron ser no sólo ineficaces y parlanchines, también fueron infieles y desleales. Hoy el premio a su fracaso los oculta en jugosos rincones de grises ministerios. Sobrevino la impugnación de PAN y PRD-Convergencia, a las formas y los caminos para el triunfo. Para el PAN y su candidato el último recurso antes de digerir el desenlace, y para Convergencia sólo el final estridente de una farsa anunciada y legitimadora. La ley legitimó un resultado amparado por las urnas.
Hay Gobernador Constitucional. A la legalidad se debe sumar la gobernabilidad. Y se gobierna con consistencia, equilibrio, presencia constante, no eterna, diálogo efectivo, no monólogo interminable, respuestas concretas, no promesas borrosas, colaboradores ya no fieles, sino leales, eficaces, serios. Estar en el cielo, en la tierra y en todo lugar es asunto de seres etéreos, inasibles, difusos, cuyas respuestas son palabra divina hasta que los milagros se tornan en promesas incumplidas por colaboradores que fueron eficientes y útiles sólo para proclamar su fidelidad. La diferencia entre el principio de la historia y el fin de un sexenio.
El Ejecutivo mostró un cambio de ritmo y estilo. Orden, para empezar bien y terminar distinto. Recuperar la confianza, honrar la palabra, abrir espacios, llenar huecos. Con los fórceps de unas finanzas al borde del colapso, tema conocido por el nuevo gobernante. Desde el nombramiento del responsable de la entrega recepción, el mensaje pareció tan sutil cómo evidente. No se pueden señalar vínculos con el pasado del titular de administrar las finanzas y ejecutar la planeación. No se puede atribuir su llegada a la fidelidad rampante. De ahí que se apostaran francotiradores con insignias fieles en la oficina de enfrente, hoy temporalmente alejados de su obsesión por cruzar el pasillo.
Esos primeros pasos fueron en dirección a la necesaria, deseable, independencia. En el saludo y discurso de la toma de posesión la diferencia de estilos, no la disputa, subrayó los matices propios de un nuevo gobierno. Del mandato cumplido a cumplir en el mando. De la inundación roja a la marea multicolor. El equipo de inicio, disparejo, entreverado, transparenta los lastres del pasado inmediato y señala las apuestas propias, en las que faltan algunos por irse y muchos por llegar. Deudas políticas y económicas que se abonan a las cuentas por pagar. Con los recursos mermados, ambos pasivos seguirán en ese apartado de forma indefinida.
El Gobernador cumple la palabra para revivir un partido manoseado y deprimido, incluyendo a los desplazados de la fidelidad fulminante, haciendo del acercamiento con los lastimados, los decepcionados, los desengañados y los escépticos una muestra de identidad propia. En Ruiz Cortines el que se fue llegó al cuarto para las doce y se fue a las 12 en punto. El que llega asume compromisos que no siempre estará en sus manos cumplir. Pero el cambio de aires ventila unas oficinas antes atrapadas entre la multiplicación de órdenes, jerarquías, barullos y extravíos.
El Gobernador de Veracruz asume su lealtad y responde a las exigencias de un compromiso. Su lealtad es asunto personal, su compromiso es una responsabilidad colectiva, otorgada en las urnas por voluntad ciudadana. Ese compromiso significa gobernar con los suyos, pero para todos, responder con hechos a las necesidades y exigencias de una ciudadanía sin esperanzas ni expectativas, reanimar a un priismo vacilante y desconcertado, construir espacios y estilos diferentes, superar el reto de las finanzas claras y el despegue incierto, saldar las cuentas del debe y el haber, caminar con equilibrio entre la memoria y el futuro. Y hacerlo ya nunca más cómo solista, sino en el papel de director de orquesta.
El polémico, es un decir, sexenio que finalizó cronológicamente hace más de 6 meses, aún no termina de irse. Los excesos y la omnipresencia que lo hicieron único dejan poco margen para el error. Y es necesario reinventar, recuperar, reiniciar, reconsiderar estilos y consecuencias. Para adquirir la experiencia en tiempo perentorio pueden acumularse conocimientos o tropezar entre intentos, yerros y experimentos. Los conocimientos no sirven sin aplicación práctica. Los errores no son útiles sin rectificación inmediata.
La Justicia es reclamo incesante y necesidad permanente. Ante la delincuencia no se permite, no se debería permitir, pretextar culpas ajenas, vivir de evasivas ni dar pasos por la tangente. La muerte, la extorsión, el secuestro, el miedo, caminan juntos y patean puertas, deshacen familias, aniquilan y marchitan a la ciudadanía. La impunidad es territorio ordinario, campo minado, limbo sin paz ni conciencia. Cuando el gobernante dialoga con las víctimas da legitimidad y validez a sus emociones, obtiene carta de naturalización junto a su cercanía con los que sufren, que son mayoría. De la identificación entre gobernantes y ciudadanos nacen los compromisos y la confianza recíproca que se construyen en espacios civilizados. Extender este diálogo, estas respuestas, cómo la que recibió en buena hora el pastor Solalinde, fortalece a las instituciones más allá del discurso acerca de su solidez y eficacia.
Del señalamiento necesario a la propuesta obligada. Está vista la legitimación que obtiene el gobierno que da la cara a los deudos y las víctimas de la delincuencia. Dar a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) vida y tareas concretas le permitiría alejarse del pasado cercano que la convirtió en cementerio de elefantes. Instruir a la Procuraduría de Justicia para implementar audiencias públicas organizadas en cada una de las 7 Subprocuradurías regionales, con la participación de la CEDH y las Comisiones Legislativas de Procuración de Justicia, Derechos Humanos y Grupos Vulnerables, Equidad, Género y Familia, Justicia y Puntos Constitucionales y Seguridad Pública como observadores y garantes, rompería la inercia de las coartadas oficiales ante cada crimen y la multiplicación del silencio cómplice frente a cada delito impune. Con las escuelas y facultades de Derecho, con los Colegios y Barras de Abogados, podrían firmarse convenios que permitan la revisión de juicios y sentencias pendientes, lo mismo en los atiborrados tribunales que en los sobrepoblados centros de readaptación social, además del establecer defensorías de oficio como parte del servicio social de los egresados de cada facultad de derecho, todo bajo la supervisión del Tribunal responsable de administrar justicia en tierras veracruzanas. De cada acción implementada, de sus objetivos y resultados darían cuenta puntual los medios en todo el estado.
Hago constar lo evidente: no soy profesional del derecho. Soy ciudadano veracruzano, nada más, nada menos, y pienso y escribo por mi cuenta. No sé si la propuesta es buena, pero peor es el silencio. Dando respuesta concreta y efectiva al tan airado como estéril reclamo de penas, castigos y sentencias, el actual Gobierno del Estado, la Comisión de Derechos Humanos y el desdibujado cuerpo Legislativo de Veracruz ganarían a pulso una carta de legitimidad de Tantoyuca a Córdoba, de Coatzacoalcos a Xalapa y de Poza Rica a Cosamaloapan pasando por la Villa Rica de la Vera Cruz. Y en estos tiempos, en las actuales circunstancias económicas y financieras, de acuerdo a sus urgentes necesidades políticas y sociales, no es cosa menor.

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