lunes, 19 de agosto de 2013

Un congreso al servicio del poder

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Cueste lo que cueste, así sean montañas de dinero del erario público, el Congreso de Veracruz se conformó con un grupo de incondicionales al poder. Eso es malo pero hay algo peor. Esas lacras no sólo son del PRI sino también de la oposición.
Lo que se gaste en ellos —repito, dinero de origen público— es lo de menos. Se paga lo que sea con tal de tener adeptos, y si son corruptos, mejor. Su trabajo, si es que a eso se le puede llamar trabajo, será encubrir los grandes atracos que se cometen desde el gobierno y someterse al yugo de cuanto disparate legislativo se le ocurra al gobernador Javier Duarte de Ochoa.
El poder pervierte a las conciencias para convertirlas en sus esclavas. Es una tesis que se aplica a la política mexicana y a quienes se mueven en la esfera del poder. En Veracruz, uno de sus más significativos escenarios es el Congreso y sus actores, los diputados locales.
Al Congreso llegan en su mayoría personajes de pasado vergonzoso, serviles al gobernante en turno, dueños de fortunas inexplicables y toda clase de lastres que, por supuesto, no les dan la calidad de auténticos representantes populares porque lo cierto es que no representan al pueblo y fueron electos por la fuerza del voto comprado.
Habrá 30 diputados de mayoría relativa, los que hicieron campaña y llegaron a la elección directa, y otros 20 de presentación proporcional, los llamados plurinominales, o como se les dice en la jerga política y mediática, los “pluris”.
De entre ellos, destacan algunos que son una carga para el erario, una vergüenza para la sociedad y un lastre social.
Uno es Juan Nicolás Callejas Arroyo, cacique del magisterio veracruzano, líder de la Sección 32 del sindicato de maestros, ahora comandada por su hijo Juan Nicolás Callejas Roldán, lo que deja en claro que el nepotismo también es una de las fórmulas para perpetuarse en el poder.
Callejas será diputado por sexta ocasión. Su primera incursión fue en 1980, en los días del acostalagunismo en Veracruz, y lo hizo como diputado local plurinominal.
Apenas acabó su período como legislador, comenzó a calentar motores para pegarse de nuevo a la ubre presupuestal. En 1985 llegó al Congreso federal, otra vez como diputado plurinominal.
Sólo dejó pasar un período y en 2000 dio muestra de su cariño por la sede legislativa federal. Volvió a la Cámara sin hacer campaña, otra vez como “pluri”, y sin hacer nada que valiera la pena ni que trascendiera en mayor medida.
Callejas concluyó su gestión en San Lázaro en 2003 y al año siguiente, en 2004, ya se instalaba en el Congreso de Veracruz, gracias a acuerdos con Fidel Herrera Beltrán, entonces candidato a la gubernatura. Ahí permaneció hasta 2007.
Hacia 2009 retornó a la Cámara de Diputados Federal, donde tampoco tuvo un desempeño medianamente aceptable. Se le recuerda en aquel memorable día en que la oposición le dio una exhibida de antología al entonces diputado por Córdoba, Javier Duarte de Ochoa, por el uso de recursos públicos, aviones rentados con cargo al erario y hasta la entrega de cerditos para promover programas pecuarios.
Callejas Arroyo, que era el coordinador de la bancada priísta veracruzana, envió a Carolina Gudiño, hoy alcaldesa de Veracruz, a sacar la cara por Javier Duarte, quien lucía el rostro descompuesto y los ojos casi se le salían de sus órbitas.
Callejas hizo como que operaba para matizar la arrastrada que la oposición le dio a Duarte, pero se cuidó de subir a tribuna a defender lo indefendible.
En unos meses mas, el cacique magisterial será diputado local por sexta vez. Siempre lo ha logrado por la vía plurinominal, sin hacer campaña, pues sabe que sometido al voto de los electores ni los de su familia apostarían por él.
De sus 33 años como cacique del magisterio, 15 los ha destinado a ser diputado. Y es que el negocio es fecundo. Por mandato constitucional, cuando los maestros desempeñan un cargo público no pierden su salario. O sea, además de sus dietas legislativas, Callejas Arroyo no dejó de cobrar y desde 1985 tiene plaza de inspector general.
Sus seis diputaciones no le han servido al pueblo para tener un mejor marco legislativo, pero a Juan Nicolás Callejas le han permitido lucrar con quienes ejercen el poder, pues la sumisión le da acceso a cuotas tales como las cien regidurías que reclama en cada proceso electoral.
Juan Nicolás es un pastor político que presume de tener bajo su control a su gremio, como si la falta de dignidad de los maestros no fuera el principal cáncer de la democracia.
Gobernadores y grupos de poder se han ido y otros venido, pero el cacique magisterial Juan Nicolás Callejas Arroyo, tras esa máscara de viejo bonachón que tan bien actúa, se ha mantenido como el dócil sirviente de esos intereses, como el gran cómplice de la desgracia de los veracruzanos.
Callejas es uno de tantos. Ni qué decir de los diputados priístas electos por el principio de mayoría: Ciro Félix Porras, de Minatitlán, un junior que nunca ha hecho nada por el pueblo, hijo de la ex alcaldesa Guadalupe Porras, de pésimo historial; Gladys Merlín Castro, de Cosoleacaque, que con esta será su tercera diputación; Renato Tronco, del distrito Coatzacoalcos Rural, acusado de actos de corrupción y el crimen del ex regidor panista, Alfredo Pérez Juárez; Mónica Robles Barajas, del Coatzacoalcos Urbano, que no repara en mostrar su rechazo a las clases marginadas; Juan Cruz Elvira, del distrito de Santiago Tuxtla, señalado de comprar la elección y estar vinculado a mafias del crimen organizado. Esos y otros especímenes, ¿qué le pueden dar al pueblo?
Los “pluris”, como Callejas, tampoco son monedita de oro. Rafael García Bringas y José Ramón Gutiérrez de Velasco Hoyos, provienen del PAN y su odio por el PRI fue público hasta que les llegaron al precio; Antonio Baxin Mata, “El Rey de la Basura”, líder de los recolectores de desechos del puerto jarocho; Minerva Salcedo Vaca, esposa del líder de Antorcha Campesina, Samuel Aguirre, uno de los grupos de choque del fidelismo; Gustavo Gudiño Corro, hermano de la alcaldesa de Veracruz, Carolina Gudiño, fidelista, y Marco Antonio del Ángel Arroyo, hijo del dirigente de los 400 Pueblos, César del Ángel Fuentes, también fuerza choque del gobernador Javier Duarte.
En la oposición también hay lastres. Quizá el caso más ilustrativo sea el de Ana María Condado Escamilla, del PRD, del clan de los Condado, familia que en todas las elecciones federales o locales, coloca a uno de los suyos, desde el jefe del grupo Clemente Condado Mortera, pasando por los hijos, Cuitláhuac, y las nueras Martha Patraca y Brenda Abigail Reyes Aguirre. Su voto siempre ha sido como lo pide el gobernador en turno.
Salvo el voto del PAN y del PT, es previsible que oposición en el Congreso actúe como un apéndice del gobernador. Será diputado por Nueva Alianza, Eduardo Carreón Muñoz; por el Verde Ecologista, Juan Eduardo Robles Castellanos; por Alternativa Veracruzana, Francisco Garrido Sánchez, todos en la línea del PRI.
Llevarlos al Congreso, a los que contendieron por mayoría relativa y a los que se les concedieron las plurinominales, tuvo un altísimo costo que no paga los partidos ni los candidatos, sino que tienen su origen en el erario público.
Toda una inversión para que le avalen leyes injustas al gobernador, le aprueben cuentas públicas que enmascaran desvíos de recursos, o le encubran millonarios actos de corrupción. Al fin que el que lo paga es el pueblo.
(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

No hay comentarios: