jueves, 31 de enero de 2008

¡Bienvenido alcalde!


Salvador Muñoz

Ya estaban reunidos diputados y presidentes municipales de la zona de los Tuxtlas afiliados al PRI, en torno al presidente del partido, Pepe. Todo era alegría en esa reunión de priistas, convencidos y comprometidos con su partido cuando…
–¿Se puede pasar?
Un silencio sepulcral se hizo presente entre los tricolores. Cortés como siempre, educado como siempre, el líder del partido se paró, se dirigió al convidado de piedra que aún seguía en la entrada del restaurante La Ceiba y lo saludó al tiempo que cuestionaba:
–¿En qué le puedo ayudar, alcalde?
–Pues me dijo un pajarito que había una reunión de priístas acá y me dije: ¡pues voy a ver a mis amigos!
El líder del partido volteó de inmediato a ver a un priista y cuestionó:
–Acaso tú se lo dijiste, Neme…
–No, señor…
–¿Tú, Josabet?
–Tampoco, señor…
El alcalde, incómodo, precisó al líder del PRI:
–Disculpe señor, dije “pajarito”, no “pajarraco”…
–El confundido es usted, mi alcalde, acá es reunión de priístas y el único que la hace de PT es usted que insulta a mis compañeros…
–Oiga, mi líder, no vine a pelear, quería ver si me daban chance de poder atenderlos como se merecen…
–Ah, pues más bien tendrías que ver si el dueño de La Ceiba necesita meseros…
–¡Yaaa! ¡No sea gacho, don Pepe! Quiero volver…
–Ah, pues vaya al baño, acá estamos comiendo…
–No, don Pepe, que quiero regresar…
–Ahhh pues no creo que sea tiempo, porque de seguro ya prescribió y te fuiste cabezón… bueno, más bien cachetón…
–Ya, no se burle… quiero ser de nuevo priísta…
–¡Ummmm! Tendríamos que plantearlo con los compañeros… a ver Alejandro… ¿qué opinas?
–El compañero acá presente, es como la oveja descarriada, que se ha perdido en el sendero oscuro, que vagó por lúgubres lugares alejado de la luz, y hoy, justo este día, ante usted, señor presidente, se planta humilde, sencillo de corazón, con renovados bríos para tomar de nuevo nuestros colores, el verde, blanco y sobre todo, el rojo, símbolo de nuestra fortaleza, de la unidad, de la lucha y el coraje con que nuestro gobernador, nuestro otro líder máximo, ha llenado de enjundia y decisión, este nuestro territorio veracruzano.
Es por eso, mi presidente, compañero y amigo, Pepe, que hoy le pido, de la manera más encarecida, que le dé otra oportunidad, ¡otra oportunidad! ¡otra oportunidad! de reencontrarse con nosotros, con su partido, con el gober y conmigo… ¡es cuanto, señor Presidente!

–Muy bonito discurso, muy bonito discurso, mi querido Alejandro, pero cuando pedí la opinión fue a Erick Alejandro, no a ti, ¡Jorge Alejandro Carvallo!
En fin, mi querido alcalde, nada más se la quiero recordar… la acción que usted cometió a su partido. Lo abandonó, lo dejó por querer cumplir su deseo personal y ahora quiere que lo volvamos a acoger… yo le pregunto a todos mis compañeros… ¿quieren acoger al alcalde?
El grito fue unánime, todos se fueron contra el alcalde, quien también gritó aunque no ya no se supo si fue de alegría… ¿o dolor?

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