Lydia Cacho
Los hombres que pagan por tener sexo son corresponsables del incremento de trata de mujeres y niñas en el mundo. La Organización Internacional para la Migración rebela en su estudio sobre trata de personas y su clientela que el 78% de los hombres que pagan por sexo comienzan a los 21 años o antes. Esto, entre otras cosas, significa que casi desde la adolescencia los hombres consideran que rentar seres humanos es correcto, a pesar de las condiciones en que estas mujeres se encuentren.
Durante años la literatura ha idealizado la prostitución, y el tema de la explotación sexual se ha abordado analizando la situación de las mujeres y niñas metidas al mercado del sexo. Ahora la investigadora Donna Hughes insiste en seguir los patrones de los clientes que nutren el mercado y la cadena alimenticia de la trata de mujeres y menores. Según Hughes los mitos sobre la demanda masculina de prostitución son falsos. Asegura que en realidad los hombres casi nunca están solos, raras veces tienen relaciones sexuales poco satisfactorias, casi todos los que pagan por sexo están casados o tienen pareja sentimental.
Las investigaciones muestran que lo que los clientes buscan es tener actos sexuales que sus esposas no aceptarían, o que ellos no le aceptarían a ella porque es madre de sus hijos. Quieren una mujer que pueden comprar por corto tiempo sin responsabilidades emocionales o morales; buscan tener sexo en contextos en los que no necesitan ser corteses, ni amables; en los que pueden humillar degradar y dominar mujeres, niñas y niños.
El trabajo de campo permite entender lo que siempre se ha dicho en economía: sin demanda no hay oferta. La normalización de la renta o venta de sexo es tal, que quienes pagan por sexo alimentan el discurso sobre la supuesta autodeterminación de las mujeres de cualquier edad para estar en la prostitución.
El Estado es el gran lenón en este mercado, pues además, para mantener la clientela segura, ha legalizado la prostitución y obtiene jugosas sumas por impuestos de prostíbulos, casas de masajes y centros nocturnos que ofrecen mujeres y menores. No existen indicadores de cuanto dinero queda en los juzgados por fianzas pagadas por mujeres detenidas con brutalidad policíaca en las razias de prostitutas ¿y los clientes? Ellos bien, gracias, en casa probablemente con su mujer.
El estudio de Donna Hughes muestra que los países donde hay más clientes de la prostitución son: Tailandia con un 73% de los hombres, España 39%, Japón 37% , Suiza 19% y Estados Unidos 16%. México no estuvo entre los países investigados. Lo cierto es que se estima que cada año 2.4 millones de mujeres, niñas y niños son víctimas de explotación para fines sexuales. Ochenta por ciento son mujeres, y el resto niñas y niños menores de 18 años. El único esfuerzo notable en el mundo para abatir la explotación de mujeres es el de Suecia; criminalizó a los proxenetas, dueños de burdeles y clientes, y ofrece salidas reales y protección a víctimas de explotación. En Holanda, que legalizó la prostitución, el gobierno acaba de aceptar que se equivocó, pues la trata de mujeres y la violencia aumentó 25%. Las mafias que explotan a las víctimas de trata no existirían sin la complicidad de ese varón que todavía piensa que al comprar a una mujer no está haciendo algo incorrecto. El problema no se resolverá sólo con leyes; requiere de la participación de toda la sociedad.
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