viernes, 15 de agosto de 2008

¿No tenemos remedio?

Antonio Williams
Coatzacoalcos, Veracruz, México.

Ante la situación que estamos viviendo en cuanto a la inseguridad que impera en todo el País, no sólo en el Estado de Veracruz ó en mi Ciudad (Coatzacoalcos), me siento sumamente confundido y abrumado por las circunstancias que rodean a este grave asunto. Profundizo:
A nivel federal, veo a un Presidente y sus adláteres hablando de una cruenta guerra que vamos ganando.
Pregonan los avances en la lucha contra los malos, nos dicen “que le han pegado un cañonazo en la santabárbara” al barco de la delincuencia organizada; hasta escuché a un estúpido líder del Senado justificar el secuestro y homicidio de un niño diciendo que era una consecuencia natural, puesto que “como le hemos cerrado sus fuentes de financiamiento a los narcotraficantes, ahora han modificado su giro y se dedican al secuestro.”
A nivel estatal, veo a un Gobernador minimizando los hechos (cualquiera que suceda) lo mismo sea un secuestro, un artero multihomicidio de indocumentados, un robo ó un motín, perdón, un mitón.
Un secretario de gobierno repartiendo cachetadas con mitón blanco y desactivando cualquier inquisitoria sobre los sucesos delictivos que diariamente acontecen en Veracruz.
A nivel municipal, francamente me da vergüenza hablar, pues si más arriba se minimiza todo, aquí de plano no sucede nada, es más, el alcalde recientemente participó en una marcha contra la delincuencia, exigiendo soluciones, cuando el principal responsable de procurar seguridad a una ciudad es precisamente el alcalde.
Veo a las fuerzas vivas aplaudiendo y apoyando medidas paliativas ligeras a un grave problema. Vaya, hubo un badulaque al que le dieron 100 libretas y con ellas implementó un operativo de seguridad.
Ante esto que planteo, que es sólo una cuenta de un gran rosario, vuelvo a preguntar:
¿QUIÉN ES MÁS CULPABLE?
-La autoridad que minimiza y simula acciones.
-Los medios de comunicación que criminalmente callan y minimizan los sucesos delictivos y magnifican las pírricas victorias de la autoridad.
-El ciudadano que con su indolencia y apatía permite que todo suceda en tanto cuanto no le afecte a él.
Ahora bien, supongamos que todos acepten una parte de culpa y empiecen a enmendar en la medida de sus posibilidades sus errores,
¿QUÉ HACEMOS LOS CIUDADANOS?
1.- Nos ponemos a exigir a la autoridad que actúe y organizamos marchas para que se luzcan partidos y gobernantes.
2.- Adoptamos la cultura de la denuncia de los delitos sin temor a represalias.
3.- Nos organizamos para manifestar nuestros temores y vigilamos que la autoridad actúe.
4.- Nos organizamos en comandos vigilantes y solucionamos por cuenta propia este grave problema.
NO, NO, NO.
Ninguna acción en lo individual va a surtir efecto.
Es necesario que TODOS, repito, TODOS, hagamos nuestra parte, es decir, Gobierno federal, estatal y municipal tienen que trabajar a fondo, los medios de comunicación tienen que cumplir su función de fieles relatores de la realidad y adoptar una función crítica acre y no caer en la complicidad a cambio de facturar publicidad gubernamental; y los ciudadanos, principalmente nosotros los ciudadanos, tomemos cartas en el asunto y hagamos valer nuestra calidad de mandantes de la autoridad.
Está bien, organicemos marchas, participemos como ciudadanos y como sociedad, pero reservémonos el derecho de admisión. Si los gobernantes desean tomar parte en las marchas, que lo hagan, pero como autoridad reclamada, nunca como reclamantes. Que la autoridad sienta nuestro hartazgo, pero no permitamos que simplemente nos den la razón y se sumen a nuestra indignación. Esto no resuelve nada. Ellos no sienten lo mismo que nosotros porque ellos no sufren lo que nosotros.
¿Acaso han secuestrado a un hijo del Presidente?
¿Acaso han robado la casa del Gobernador?
¿Acaso han asaltado en la calle al Alcalde?

Cuando mucho han asaltado a algún diputado borracho ó le robaron su Hummer al Secretario de Gobierno, pero siguiendo el adagio que “lo del agua al agua…….”
El endurecimiento de las penas no tendrá ningún efecto en la inhibición del delito, mientras exista la impunidad. Lamentablemente este hecho servirá para atestar las cárceles ó los patíbulos de inocentes que no tuvieron acceso a una buena defensa.
Los pactos a que llama el Presidente, no sirven para nada, mientras tenga pugnas partidistas y cromáticas con los Gobernadores y el Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Los congresistas están en las mismas circunstancias.
Y QUÉ DECIR DE LAS POLICIAS?
Todos los días nos enteramos de terribles actos delictivos (de cualquier índole) en los que están involucrados elementos de diversas corporaciones policiacas.
Al secuestrador y asesino del niño Martí lo premiaron recientemente como policía modelo; ahora el Jefe de Gobierno anunció la desaparición de la policía judicial del D.F. para crear otra policía con otro nombre. Me recuerda a un hombre que abrumado por llamarse Juan Caca luchó por conseguir la autorización del juez para cambiarse el nombre. Finalmente lo logró. Hoy se llama Pedro Caca.
A lo mejor no anda tan mal el Jefe de Gobierno. Puede que desapareciendo a todas las policías desaparezca la delincuencia.
NECESITAMOS SEGURIDAD DE SEGURIDAD, es decir, estar seguros que estamos seguros.
Es increíble que hoy en día sea más riesgoso ser empresario, taxista, estudiante, ama de casa ó simple ciudadano, que ser delincuente.
Es más probable que vaya a la cárcel por cualquier motivo un empresario que un delincuente.
Corre más riesgo en la calle un taxista que un asaltante.
Si para “protegernos” portamos un arma pequeña, es muy probable que nos detenga un retén policial ó militar y nos vemos inmersos en un lío sin fin, mientras que los delincuentes portan hasta lanzagranadas y atraviesan el país sin que nadie los moleste.
MIENTRAS TANTO: ¿QUÉ DIABLOS HACEMOS?
Si al circular en nuestro vehículo nos marca el alto un retén policial ó una patrulla, existe una gran probabilidad que sean delincuentes disfrazados de policías ó policías ejerciendo la delincuencia. Nada más hay que confiar en la buena suerte y en la protección divina.
Cuando detienen a un ciudadano no se sabe si son policías cumplimentando una orden de aprehensión ó una gavilla de delincuentes ejecutando un “levantón”.
Si a partir de hoy los ciudadanos nos hacemos de un arma ( y de valor para usarla ) y en un psicótico delirio de persecusión nos la rifamos con el próximo agente de tránsito que nos detenga para extorsionarnos, entonces nos pasamos al otro lado del bando y los medios de comunicación nos exhibirán como un gran logro de la lucha de la autoridad contra la delincuencia.
CON ESTO YA RODÓ LA BOLA.
QUÉ: ¿NO TENEMOS REMEDIO?

antoniowilliams@prodigy.net.mx

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