lunes, 19 de enero de 2009

Bush

Juan Antonio Nemi Dib
Historias de Cosas Pequeñas

George W. Bush, egresado de Yale y de Harvard, piloto de aviones caza, empresario del petróleo y el gas, promotor de béisbol profesional, primer gobernador en la historia de Texas en ser reelegido inmediatamente, cuadragésimo tercer presidente de los Estados Unidos de América que obtuvo, también, un segundo mandato ciudadano para gobernar a la nación más poderosa de la Tierra. Georgy para los cuates. Probablemente el hombre público más cuestionado en la historia moderna de Occidente y sin duda, una máquina generadora de enconos, rencores y críticas, a veces hasta de sus aliados.
Protagonista de cientos de inserciones en Internet, chistes, videos y caricaturas, puede verse posando para la foto cuando trataba de leer a un grupo de escolares… con el libro de cabeza, pretendiendo observar a lontananza con los binoculares… al revés, silenciado con un patético “¡cierra la boca!” garabateado por su afligida secretaria de estado en una servilleta de papel, frente a las impertinencias de su jefe en una reunión con sus socios, señalado de valerse de las influencias de su padre para eludir el servicio militar en Vietnam (volando aviones para la Guardia Nacional de Texas). Comandante supremo del ejército más poderoso del mundo, inefable y no precisamente afortunado protagonista de la historia contemporánea.
La historia es conocida: el martes 7 de noviembre del año 2000, el representante del Partido Demócrata, Al Gore obtuvo 543,816 sufragios más que Bush, su contrincante. Sin embargo, el complejo mecanismo de votos indirectos en que se basa el sistema electoral estadounidense permitió que el candidato republicano se alzara como triunfador de la contienda, en un resultado que sorprendió a propios y extraños.
Pero no sólo eso: la elección presidencial se decidió –realmente— en Florida, estado Gobernado por Jeb Bush, hermano de George. Luego de los comicios, el mundo entero volvió los ojos a la península, y no precisamente a sus destinos turísticos, sino al procedimiento conocido como “Mariposa Electoral”, al que se atribuye el haber generado un imprevisto y enorme número de votos para el candidato de la tercera opción, Pat Buchannan así como el supuesto “rasurado” de los padrones de unos 50 mil votantes afroamericanos, más o menos la mitad de la población negra con derecho al voto. En el eje de la controversia se colocó la secretaria de estado del gobierno local, Katherine Harris, a quien mas de uno responsabilizó de un presunto fraude electoral en beneficio del Partido Republicano. El asunto terminó en la Suprema Corte de Justicia que, tras 36 días de incertidumbre, dio por válidos los procedimientos que produjeron a Bush 25 votos electorales y, por ende, lo convirtieron en Presidente de Estados Unidos.
Apenas 8 meses después, el 11 de septiembre de 2001 George W. Bush alcanzó su máxima cota de respaldo popular luego del ataque contra la ciudad de Nueva York que derrumbó las torres gemelas y estrelló otro avión comercial contra la sede del ejército en Washington. Fue entonces cuando convirtió a la “Homeland Security” en la divisa de su lucha contra el terrorismo internacional y la razón de ser de una agresiva política exterior que llevó a su país a varios frentes de batalla.
A pesar de sus principios conservadores y de su reiterado compromiso para contener el gasto público, reducir los impuestos y nivelar el déficit, durante los 8 años de la gestión de Bush, la deuda pública de los Estados Unidos se incrementó 39%. En 2001, la economía estadounidense enfrentaba un desempleo abierto del 4.7%; Bush concluye su gestión con un desempleo cercano al 7%: durante 2008 EUA ha visto la mayor destrucción de empleos productivos desde la Segunda Guerra Mundial. En sus dos administraciones, George Bush Júnior duplicó el gasto militar de su país, pasó de 333 mil millones de dólares en 2001 a 696 mil en 2008. La suma de los presupuestos militares que ejerció fue de más de cuatro millones de millones de dólares.
“Yo creo en el mercado, pero no cuando me enfrento a la perspectiva de un colapso”. Con estas palabras Bush justificó el más ambicioso e intervencionista programa de rescate financiero conocido en la historia de la humanidad, que pasará factura multimillonaria no sólo al pueblo de los Estados Unidos sino a la humanidad entera, probablemente durante generaciones, como consecuencia de la descomunal crisis causada por una política de absoluto libertinaje para la especulación financiera, una sumisión total de las autoridades a los intereses de las corporaciones, una escandalosa corrupción y una voracidad sin límites: “inversionistas de otros países con frecuencia compraron valores con poco analisis de su verdadero valor", justificó el Presidente, aunque no se refirió al señor Madoff que, aprovechando la falta de regulaciones, defraudó –hasta ahora— más de 50 mil millones de dólares. Al final, pareciera que su convicción para salvar al sistema financiero fue la usual en estos casos: privatizar las ganancias y socializar las pérdidas. ¿De qué manera resarcen los EUA de Bush al mundo por esta crisis que es, en esencia, estadounidense? Parece que, en este caso, el Presidente no tiene una respuesta.
Adalid de la democracia, determinado defensor de los derechos humanos, Bush fundó y operó –con el silencio de la comunidad internacional— el ominoso gueto de Guantánamo, en el que decenas de prisioneros sin acusación concreta, sin juicios ni defensores, muchos de ellos sustraídos y secuestrados ilegalmente en lejanísimas tierras, permanecen presos en salvaje intemperie y son sometidos a brutales torturas durante años, completamente aislados de sus familias y del mundo, literalmente encadenados a sus jaulas, probablemente copiadas de Auschwitz. Un verdadero honor para los defensores de la libertad y la dignidad humana.
Unos 150 mil soldados estadounidenses ocupan Irak, vigilando entre otras cosas las infraestructuras petroleras que permanecen en operación y que, evidentemente alguien usufructúa. Unos 4 mil de esos soldados han muerto. No menos de 110 mil civiles irakíes (incluyendo ancianos, mujeres y niños) han sido asesinados, en calidad de “daño colateral”. El país sufre una salvaje confrontación étnica y religiosa, una auténtica guerra civil que, indiscutiblemente, no existía antes de la ocupación. Lo único que ha cambiado en el escenario, además de la creciente cifra de muertos, es la explicación de Bush: "El mayor arrepentimiento de toda mi presidencia tiene que ser el error de Inteligencia en Irak. Mucha gente se jugó su reputación al decir que las armas de destrucción masiva eran una razón para derrocar a Sadam Hussein", explicó el Presidente. Las armas, evidentemente, no existieron nunca… los muertos sí, y la gente sigue muriendo en Irak. Pero a fin de cuentas, él se muestra como hombre de convicciones: “La retirada hubiera comprometido mis principios".
Acostumbrados a medirlo todo durante todo el tiempo, los norteamericanos afirman que George W. Bush termina su gestión presidencial con apenas 30 puntos de respaldo popular en una escala de 100 lo que, de ser cierto, estaría rompiendo el record histórico, a la baja. Hay quien se atreve a decir que Bush, por mucho, ha sido uno de los peores, si no el peorcito en desempeñar ese trabajo. Pero no hay plazo que no se cumpla: esto se acaba mañana.
Durante casi cien años los Estados Unidos han sostenido un liderazgo indiscutible; por muchas razones son una gran nación, en muchos sentidos envidiable; lo que pasa en EUA, para bien o para mal, repercute a todos. Merecen mejor destino, el mundo también. Enhorabuena.

antonionemi@gmail.com

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