viernes, 3 de julio de 2009

Brutalmente mentirosos

Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel

Aunque bien es cierto –¿será?- que sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento, lo dijo Anatole France, lo que a mí me preocupa no es que me mientan, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creerles, parafraseando a Friedrich Nietzsche.
Y ay, qué tiempos vivimos… la mentira es realidad. Más, pero mucho más en nuestro país: “México entra al siglo XXI de la mano de la mentira y la simulación, compañeras fieles a lo largo de su historia, pero que ahora han alcanzado alturas insospechadas”, sostiene Sara Sefchovich en su libro País de mentiras. ¡Qué les puedo decir!
En realidad, todos somos mentirosos, alguna vez lo hemos sido o al menos por un momento lo fuimos. Ya ni hablar de los políticos ni menos de nuestros políticos. Porque, como lo señaló David Livingston Smith, “los políticos son mentirosos profesionales. Para ser elegido, un político necesita hacerse atractivo para los votantes potenciales. El modo más efectivo para un político de hacerse atractivo a los votantes es mintiéndoles: diciéndoles lo que quieren oír”. ¿A poco?
Pos sí, desgraciadamente. Ya Paul Joseph Goebbels lo decía y lo aplicaba: “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”. Dios nos libre.
Hace unos días leía en la página de José Saramago (cuaderno.josesaramago.org) que Georges Bush (luego hablamos de Obama) “sabe que miente, sabe que nosotros sabemos que está mintiendo, pero, por pertenecer al tipo de comportamiento de mentiroso compulsivo, seguirá mintiendo aunque tenga delante de los ojos la más desnuda de las verdades, seguirá mintiendo incluso después de que la verdad le haya reventado ante la cara”. Y no sé por qué me recordaron a muchos políticos mexicanos, incluyendo a presidentes de la República, sobre todo a los dos últimos que, afortunadamente para poquitos, México ha tenido.
Y Saramago dice: “George Bush expulsó la verdad del mundo para, en su lugar, hacer fructificar la edad de la mentira. La sociedad humana actual está contaminada de mentira como la peor de las contaminaciones morales, y él es uno de los principales responsables. La mentira circula impunemente por todas partes, se ha convertido en una especie de otra verdad”. ¿En serio, políticos mexicanos míos?
Y sostiene Saramago: “Para Bush la política es, simplemente, una de las palancas del negocio, y quizá la mejor de todas, la mentira como arma, la mentira como avanzadilla de los tanques y de los cañones, la mentira sobre las ruinas, sobre los muertos, sobre las míseras y siempre frustradas esperanzas de la humanidad. No es cierto que el mundo sea hoy más seguro, pero no dudemos de que sería mucho más limpio sin la política imperial y colonial del presidente de los Estados Unidos, George Walker Bush, y de cuantos, conscientes del fraude que cometieron, le abrieron el camino hacia la Casa Blanca. La Historia les pedirá cuentas”. Y no sé por qué recordé a varios de nuestros presidentes de México, dónde han hecho de la mentira un uso común, moneda corriente que cambian en dólares.
Porque aquí es peor: nuestros políticos de vez en cuando dicen la verdad para que les crean cuando mienten, siguiendo a Jules Renard, aunque ni siquiera lo hayan leído. Más aún, firmemente creen en las tres clases de mentiras: la mentira, la maldita mentira y las estadísticas. ¿A poco no, Mark Twain?
Ahí los veré, después del 5 de julio, brutalmente confundidos, a propósito de lo que dijo el gobernador de Sonora, Eduardo Bours Castelo, al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, de estar brutalmente confundido con eso de las guarderías. Brutalmente confundidos ustedes, porque nosotros nos quedamos con aquel refrán: “Más rápido se coge al mentiroso que al cojo”. Digo, sin albur.
O como el doctor House, brutalmente honesto, a la mexicana: “Vayan todos ustedes a la muy, muy, pero muy, de su rechin… etcétera”. Y luchemos por algo mejor…Los quiero mucho. Ajá.

De cinismo y anexas

* Ya que cité a Saramago, les dejo esta, también sin albur: “¿Y yo pregunto a los economistas políticos, a los moralistas, si han calculado el número de personas que es necesario condenar a la miseria, al trabajo desproporcionado, a la desmoralización, a la infancia, a la ignorancia, a la desgracia invencible, a la penuria absoluta, para producir un rico?

Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx

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