jueves, 27 de agosto de 2009

IVA a alimentos y medicinas… un mensaje

Salvador Muñoz
Los Políticos

El seductor se acercó a la damisela que, entre el escarceo y el pudor, se resistía a ceder la prenda amada:
–¡Anda, chiquita! ¡Te juro que te quiero!
–Pues yo también te quiero, pero no está bien…
–Si me quieres y yo también te quiero, por qué no va a estar bien…
–Siento que me va a doler…
–Nomás tantito… pero luego se te va el dolor…
–¡Mejor no! ¡qué tal si nos ven!
–Nadie nos va a ver… ven, mi vida…
Y mientras susurraba al oído de la dama que tenía las mejillas al rojo vivo, sus manos se movían diestras, ágiles, hábiles y rápidas por esos lugares secretos que, dando la nota exacta, es posible abrir cerrojos celestiales, deshacer nudos gordianos y descifrar enigmas de esfinges…
La embestida del fauno se transformó en una pregunta que era la estocada de su triunfo:
–¿Tons qué? ¿Nomás la puntita?
Y el botón de flor se abrió con la respuesta:
–Pero nomás la puntita…
La tesis que plantea Claudio X. González, presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, de aplicar un IVA inicial de entre tres y cuatro por ciento en alimentos y medicinas para hacer al país competitivo en este momento de crisis es igual que el fragmento del cuento inicial bajo un mismo objetivo (han de disculpar las palabras): ¡Nos quieren coger!
Dice el empresario: “Lo que sostenemos, es que debemos empezar a una tasa muy baja, de 3 a 4 por ciento, y luego irla ajustando a través del tiempo, a medida que se pueda, dentro de las circunstancias”.
Según el hombre de negocios, el impuesto a alimentos y medicinas lo utilizan los países modernos lo que provoca atracción de inversión y en consecuencia, empleo.
En algo le doy la razón: Cuando dice que si se aplica el IVA en alimentos y medicinas habrá una recaudación más elevada…
¡Por supuesto!
¡La lógica es elemental!
¡Todos comemos! Es decir, estamos en la necesidad de abastecernos para alimentar nuestro cuerpo… Porque bien podemos andar un mes con el mismo pantalón ¡y qué! (de acuerdo a la filosofía del maestro Ricky Luis), o caminar con nuestros zapatos viejos (como bien lo ponderó la Trevi)… ¿pero dejar de comer?
Y si a eso le aunamos que tenemos encima a la “Influencia A HLNL” (aportación de la lideresa sindical de los maestros) y un sinfín de enfermedades propias de la pobreza como dengue, tuberculosis, diarrea y las que usted quiera agregar, si bien nos va, vamos con el doctor Simi (lo mismo pero más barato) pero si no, hay que buscar la bendición de Dios y esperar que el remedio casero, la yerbera o el curandero hagan el milagro.
A ciencia cierta desconozco si cobran algún impuesto por morir porque no me he muerto, pero si nos descuidamos, júrelo que empezarán a cobrar IVA al que decida “colgar los tenis” de manera natural.
Puede estar abierta la posibilidad de que si mueres por alguna enfermedad de la pobreza, te condonen el impuesto bajo la tesis de que si falleciste por ello, lo más seguro es que no tengas “en qué caerte muerto”.
A los suicidas es posible que se les haga un estudio socio-económico por la probabilidad de que “salir por la puerta falsa” haya sido por problemas económicos o decepción amorosa.
Si mueres por accidente y no estás asegurado, incluiría quizás hasta una multa, pero si te envían al otro mundo por un asalto, robo a mano armada o cualquier hecho delictivo, creo que bien podríamos pedir que el gobierno municipal, estatal o federal, de acuerdo a la jurisdicción donde ocurra el lamentable deceso, se haga cargo de los gastos.
Mientras tanto, en espera de que nuestros diputados federales manden a la fregada la intención de aplicar IVA a alimentos (creo que los enlatados) y medicinas, nosotros podemos poner nuestro granito de arena y mandarle un mensaje a Claudio X. González y todo aquel que lo apoye:
¡Chinguen a su madre!

e-mail: dor00@hotmail.com

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