Salvador Muñoz
Los Políticos
Las aguas inundaron Cosamaloapan. El ejército llegó a prestar ayuda a los habitantes de esa zona. Al lugar también arribó un escuadrón de helicópteros de la Marina.
Soldados por un lado y marinos por otro, cada quién prestó ayuda como mejor sabía hacerlo.
Aunque claro, quienes contaban con todo el apoyo eran los soldados y aunque el servicio prestado por los marinos era bueno, las fuerzas fueron menguando.
Fue entonces que apareció un hombre.
Al comandante del escuadrón de helicópteros le llamó la atención el poder que este señor ejercía sobre la población que, al verlo, se acercaba a él como a una tabla en medio del mar.
Al lado de ese hombre muchos jóvenes y niños lo rodeaban.
Movido por la curiosidad el comandante pidió:
—¡Tráeme al negrito!
Al poco tiempo, un joven delgado, moreno, cabello chino, que acompañaba al hombre de su curia, estaba a su lado; lloraba ante la desgracia de su pueblo, de su gente.
El comandante le hizo algunas preguntas con relación a la tragedia que se vivía en la Cuenca y el joven respondía entre sollozos.
Sin embargo, cuando el marino le interrogó sobre quién era el hombre al que toda la gente se le arremolinaba, la cara del muchacho cambió:
—¿No sabe quién es? ¡Es el maestro Rafael Arriola Molina!
El llanto desapareció para dar paso a la indignación. ¿Cómo es que ese marino, comandante de un escuadrón de helicópteros no conociera a tal personaje?
Tras una rápida explicación de quién era Arriola Molina, entre divertido y apenado, el marino pidió al negrito que lo acercara al maestro.
Y así fue… el marino explicó la situación de sus muchachos, que ya estaban extenuados, cansados, hambrientos y que no estaban en las mismas condiciones que los soldados. El maestro Rafael Arriola Molina le dijo que no se preocupara y les ofreció hospedaje en un hotel.
Fue allí, en la desgracia del 69, en la cuenca del Papalopan, que el almirante Federico Carballo Jiménez conoció a Fidel Herrera Beltrán, llorando, como llora uno por su pueblo, por su gente, por su tierra.
Cosas del destino, al poco tiempo, Echeverría llevaría en su campaña a cuatro oradores, entre ellos, a ese joven morenito al que, ocasionalmente, volvería a ver en ese trance electoral el Almirante.
Hoy, Carballo Jiménez es el delegado en Veracruz de la Alianza Nacional Revolucionaria, pero de ella y de este gran hombre con historia e historias, hablaremos otro día…
PD Leo “Con mi hij@ no” de Lydia Cacho.
Sencillamente es recomendable tener este libro en cualquier casa, leerlo en pareja, en familia.
Cargado de anécdotas crudas, amargas, terribles pero además acompañado de consejos de cómo prevenir, entender y sanar el abuso sexual, el libro puede ser de gran utilidad, recomendable a toda gente, incluso al diputado Celestino Rivera.
Leyendo ese libro (voy en la página 130) recordé una historia, real o ficticia, simplemente así me la contaron y yo la cuento:
Maryfer tenía 17 años cuando lo conoció.
Su desfachatez al hablar, entre arrogante y prepotente pudo haberla impresionado así como sus regalos.
Aún no comprendía el significado de la palabra “Diputado” pero lo interpretaba a su modo: Comidas en lujosos restaurantes, viajes con sus amigas todo pagado, carro, un departamento.
Hoy, en el ocaso del poder (a menos que vaya como candidato a alcalde y gane), Maryfer tiene otra forma de pensar y asume otro comportamiento para con ese cincuentón que la hizo mujer.
Ya no quiere “casa chica”, quiere compromiso y serio.
Ahora, el diputado no sabe qué hacer, cómo deshacerse de esa joven que no desea ser más un objeto y pide lo que, a su juicio, le corresponde porque si no, le armará un escándalo… y Perote es un pueblo chico.
Maryfer es un nombre ficticio… cualquier coincidencia es pura coincidencia.
PD Si le gusta el chisme político, no se puede perder mañana ¡la fiesta de Chendo!
e-mail: dor00@hotmail.com
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