Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel
Póngamela como quieran, pero aquí y en China la pederastia, la pedofilia y la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes no tan sólo es un problema de seguridad sino también de salud pública que salta y resalta a la vista y, por desgracia, cada día más. Para los que gustan de estadísticas, ahí está un informe de la Cámara de Diputados que asegura que en México 20 mil menores de edad son explotados sexualmente; las bandas de tratantes de personas han crecido y operan en 21 estados del país. Hasta en un burdel de Coatzacoalcos sucedió que rescataron a 40 niñas de entre 8 y 12 años de edad, como reportó Mariana Viayra del Diario Crónica (18/10/09. ¿Y las autoridades? Bien, gracias. Porque es harto sabido que reina la corrupción y la impunidad, que huele a inmunidad. Es el tono actual de la vida, comentó Ernesto de la Peña, donde la delincuencia, “bajo los ojos comprados y miopes de la policía”, hacen de las suyas y las autoridades competentes, “jueces venales”, estimulan el crimen por esa absoluta impunidad en que culmina un elevado porcentaje de arrestos y juicios.
Pos sí, así estamos. Es trabajo de las autoridades luchar contra la prostitución infantil y demás delitos; incluso que la sociedad reporte y demande estos actos bestiales, que se inconforme, que se aleje de la indiferencia. Sería una lucha conjunta y a la que me adhiero. Pero de ahí a echarle la culpa a la literatura porque dizque ciertas obras incitan al delito, pos francamente estamos fregados. Lo digo por la dichosa protesta y denuncia de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas de América Latina y el Caribe, en contra de la adaptación cinematográfica de la novela Memorias de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez, ¡sin siquiera haberse leído el guión! ¡Válgame Dios! Ahora resulta que cuando cumpla 90 años, si Chuchín me da vida, me darán ganas de echarme a una niña de 13 años; o que debido a ciertas novelas, crecerá la red de pederastas y pedófilos, por no decir que las obras de Sade son la apología del sadomasoquismo; o que, como escribiera Nicolás Alvarado, Madame Bovary incita al adulterio. Caramba, ¿en qué mundo vivimos? Ni modo que la “Mataviejitas”, luego de leer Crimen y Castigo, de Dostoievski, haya decidido dedicarse a asesinar viejitas. Si fuera cierto todo este embrollo, mi vida hubiese sido otra cosa, porque he leído obras literarias donde el personaje principal se coge a su hermana o mata a su madre; donde se práctica el aquelarre; donde Mariana dice: “Quiero que me cojan todo el día y toda la noche. Lo dijo, eso fue lo que dijo. De regreso del baño, mirándonos a Anselmo y a mí acostados aquí en la cama y que la mirábamos también”. (Crónica de la intervención, de Juan García Ponce). ¿O acaso Balthus pintó el cuadro “Lección de guitarra” para excitar a la pederastia? Los ejemplos abundan.
Pedro José Peñaloza dijo que la biología nos hace agresivos, pero es la cultura la que nos hace pacíficos o violentos. Es decir, la ignorancia y la falta de educación es lo que provoca mayor delincuencia, escribiera Jorge Larrosa, quien también afirmó que si los caballos pensaran, no existiría la equitación. Vaya, que los libros no tienen la culpa, porque “un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos”, escribió Oscar Wilde, quien fue acusado de homosexual.
Lo comentó Verónica Murguia: “No son los libros los que crean la violencia: los libros la retratan y algunos la explican. Si la violencia se solucionara con dejar de leer, en México, donde nadie lee, todos dejaríamos la puerta abierta y dormiríamos como angelitos”. (La Jornada Semanal/ 30 de noviembre/ 2009).
Por eso, dejo este asunto a las autoridades competentes y yo mejor me echo el libro Las malas palabras, de Ariel C. Arango, lectura deliciosa que me excita a mandarlos a la ver… Digo, perdón, a ver que chingaos encuentran en la biblioteca.
Los días y los temas
Mientras nuestros políticos juegan a la matatena, pero con las dos manos, para sacar ¿adelante? el paquete fiscal 2010, la pobreza, el descreimiento y enojo de la población crecen. Por algo Giovanni Sartori dijo: “Los políticos no son muy queridos, ni aquí ni en otros países. Y el principal motivo es la corrupción. Entre más corruptos son los políticos, más gente se siente enojada. Es una mala propuesta pagarle al Estado sin poder contar en revancha con un buen gobierno. Mientras la gente siga pensando que “los funcionarios se hacen ricos gracias a la política,” no tendremos nunca un gobierno democrático y a la vez popular”.
De cinismo y anexas
* En esto de la censura, expresó John Lennon que “vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, aunque la violencia se practica a plena luz del día”.
Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx
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