lunes, 22 de febrero de 2010

En Babia

Juan Antonio Nemi Dib
Historias de Cosas Pequeñas

Llegué temprano al desayuno de Entidad Plural, 20 minutos antes de la hora pactada. Tenía muchas cosas que preguntarle a Elías Miguel (¿realmente es Ebrard tan brillante como parece?, ¿le disputará Marcelo la candidatura presidencial a Andrés Manuel?, ¿tiene futuro una megalópolis como el Distrito Federal?, ¿qué tan peligroso es vivir en ella?, ¿puede colapsar?, ¿por qué los perredistas en general y los veracruzanos en particular se empeñan en arruinar a su Partido?, ¿es contagiosa esa tendencia autodestructiva?, ¿será o no Dante su candidato?, ¿de quién de los tres precandidatos veracruzanos es Moreno Brizuela más amigo?).
Nomás no pude. Mi hijo tenía entrenamiento de taekwondo en Veracruz y había que honrar el compromiso de llevarlo, pactado días antes, aunque ello fuera causa de que mi insana curiosidad quedara frustrada. Me salí a las 9:20 y ni siquiera pude saludar al flamante funcionario de la Capital. Encargué cumplidos y disculpas con Agustín Mantilla –siempre atento, decente— y me fui, habiéndome refinado previamente (de pie) las dos uvas, la cereza en almíbar y los 4 trocitos de melón que había en el plato. Convinimos en que ya lo llamaré la próxima semana para entrevistarlo en vivo, para la radio.
Total que apenas a tiempo logré pasar por la prole y antes de las diez estábamos pidiendo los lecheros de rigor en el expendio ubicado afuera de la cabecera de la pista, en el aeropuerto de El Lencero. Cada vez que me paro a avituallarme en ese sitio me acuerdo de hace dos décadas cuando un avión privado que llevaba a destacadísimas damas (una entrante, una saliente, además de sus acompañantes) rozó contra una camioneta de carga estacionada precisamente allí, donde ahora venden capuchinos y canillas; “se salvaron de milagro”, decían los familiarizados con temas aéreos.
De nuevo en el camino les pedí a todos que me recomendaran temas respecto de los que escribir la columna para esta semana. Mi hija de 12 años sugirió que hablara de uno de sus ídolos musicales, un muchacho estadounidense del que no sé nada –y difícilmente sabré nunca—, salvo lo que ella me explicó: que padece diabetes juvenil y que aspira, desde su adolescencia y la farándula, a convertirse en sucesor de Obama. Espero no estarlo confundiendo, al cantante, no a Barack Hussein, porque si me equivoco con el hawaiano estaré perdiendo irremediablemente y para siempre la poca inocencia que me queda.
Mi hijo (recién cumplió los 15) aprovechó la oportunidad y pronunció una especie de filípica. Empezó recomendando y acabó demandando que escribiera yo sobre la hipocresía; cuando le pedí que fuera más preciso me dijo que le agravia la gente que disfraza de amistad los intereses y la conveniencia y se refirió especialmente a la ingratitud y el rápido olvido que ha visto en algunos políticos, una vez que han cumplido sus propósitos o que ya no necesitan de algo o de alguien. Traté de explicarle la ventaja de actuar conforme a los propios principios e intenté mostrarle algún ejemplo de los conflictos éticos que en ciertas circunstancias contraponen dos deberes y llevando las cosas al extremo le pregunté si en algún momento crítico podría él preferir un amigo a su familia. Creo que moderó su opinión.
En medio de esas disquisiciones llegamos a la práctica deportiva y yo seguía sin tener claro cómo usar estos 4 mil caracteres –más o menos—, ofreciendo un poco de provecho o, siquiera, entretenimiento a quienes se toman la molestia de leer mis ocurrencias semanales. Otra vez creció mi admiración por los columnistas que escriben a diario, sin repetirse, ofreciendo cotidianamente ideas e informaciones útiles, lo más cercanas a la objetividad, conservando la atención y el crédito de sus lectores.
Plantado frente a la computadora recordé que tengo algunos apuntes sobre la agenda de Veracruz para los próximos años, a propósito de las elecciones de julio, pero apenas son esbozos incompletos y me falta información para documentarlos. Me inquieta –sobre todo después de leer el último artículo de Emilio Cárdenas Escoboza— el rol que la prensa veracruzana jugará en los comicios, pero no lo tengo claro y me debo un poco más de reflexión sobre el asunto. Está también el tema de la renuncia de Gómez Mont al PAN (me pareció una jugada maestra, como tenía tiempo de no ver en la política nacional) pero tampoco se me hace correcto desperdiciar el tiempo de la gente con meras especulaciones… Leí un artículo en El País que asegura que lo peor está por venir y que la crisis financiera no ha tocado fondo, pero no encontré otras fuentes de referencia para abordar el tema.
Total que nomás no supe de qué escribir. La verdad es que me quedé en Babia. Como dice el siempre lúcido y experto narrador Gilberto Haaz: hay días así.

antonionemi@gmail.com

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