martes, 3 de agosto de 2010

De Roma a Boca del Río

Salvador Muñoz
Los Políticos

Remóntese el lector a los tiempos de la gloriosa Roma. Sea usted un caminante, un viajero, un comerciante, un soldado, lo que quiera. A punto de llegar a la gran ciudad, verá cómo otros dos caminos se confluyen con el suyo y en esa intersección, encontrará más gente que tiene un mismo destino… Sí, todos los caminos llevan a Roma.
Quizá por hacer plática, tenga a bien usted preguntar en esa intersección, a la persona que va a su lado, movida por esa confluencia en el camino: ¿Dónde puedo encontrar a Salvador Manzur?
Lo más seguro es que el viajero, si lo conoce, le dirá que al llegar a la fuente, busque usted al herrero y que una vez que ha dado con tal personaje, vaya al norte hasta dar con una casa marcada con una F en su puerta. Allí estará Manzur.

II
Desconozco si en los tiempos de la Roma ya tenían nombres las calles, pero supongo que no. Por eso los señalamientos con base en referencias, mismas que son tan comunes como “al fondo a la derecha” para no… errarle.
En Tirana (ciudad de Albania) sus calles no tenían nombre y tras la independencia, la ciudad creció y la correspondencia se entregaba por medio de indicaciones curiosas: cerca del restaurante del Oso, frente a la pizzería, a un lado del cine, de la farmacia, de la casa con flechas, etcétera.
Se supone que por estas fechas, Tirana estrenaba nombres para sus calles de personajes nacionales e internacionales… habría que ver…

III
En esa intersección donde los caminos se cruzaban, surgían las pláticas más curiosas que iniciaban con preguntas como ¿cree que llueva? Hace calor, ¿de dónde viene?, etcétera.
El asunto era hacer plática para sentir menos pesado el resto del viaje.
A esas pláticas se les empezó a llamar de las tres vías, o triviales.
Sin embargo, conforme fue creciendo la ciudad, la intersección de las tres vías empezó a ser ocupada por maleantes, mendigos, prostitutas, soldados, que hablaban latín vulgar y mezclaban una jerigonza con los que en ese lugar se reunían… a su argot le llamaron “trivia”.

IV
En Japón, las calles no tienen nombre. Quizás alguna avenida o calle, pero su sistema está conformado por el nombre del asunto y tres números que identifican distrito, manzana y la ubicación del sitio. Funciona perfectamente su sistema. Si no, pregúntenle a los carteros.

V
En México tenemos una fijación porque las calles lleven nombres de personajes, aunque nuestros políticos prefieren hacer actos de lambisconería y optan por poner nombres de políticos a calles, avenidas, bulevares y hasta colonias bajo la tesis del poeta: ¡en vida, hermano, en vida!... Sí, nuestros políticos, honrados con una calle, siguen vivos.
Ejemplos, sobran.
En Xalapa, camino al relleno sanitario, hay una colonia que se llama Fidel Herrera Beltrán que contrario al gobernante, está muy pero muy jodida.
En Boca del Río los priistas escenificaron un show al intentar hace unos años, quitar una estatua de Vicente Fox situada sobre el bulevar del mismo nombre. La tiraron pero las autoridades municipales la volvieron a levantar.
A ciencia cierta, el nombramiento de calles, colonias, bulevares y lo que quiera, es una facultad de las autoridades en turno porque nunca toman en cuenta a la población, para bautizarla; y si lo hacen, no deja de ser una broma democrática. Si no, ¿por qué no hay una calle, una estatua o avenida en Xalapa que se llame Juanote? En fin…

VI
¿Cuál es el principal problema que padecen los boqueños? ¿Inseguridad? ¿Ausencia de agua potable? ¿Pavimentación? ¿Drenaje? ¿Inundaciones? Puede usted ponerle más interrogantes a la problemática boqueña pero creo que entre todas las que se pusieran no aparecerá el gran tema que tiene sin dormir a Salvador Manzur, alcalde electo, quien ya planea llevar a consulta pública cambiar el nombre del bulevar Vicente Fox y también quitar su estatua. Han de dar gracias los boqueños porque por fin, a alguien se le prendió el foco y se dio cuenta que el nombre del bulevar y esa estatua sencillamente nunca les gustó.

VII
De Roma a Boca del Río… Salvador Manzur puede darnos el mejor ejemplo de cómo su viaje al poder se puede ver envuelto en la confluencia de tres caminos y hacer de su política una tarea tan trivial como el querer quitar una estatua y cambiar el nombre de un bulevar, tanto como cuando así lo hizo Francisco Gutiérrez de Velasco.
¿Estamos en la antesala de un bulevar llamado Bicentenario de la Fidelidad y una estatua a Fidel Herrera?
Lo bueno de todo este rollo de estatuas y avenidas es que Manzur lo dijo sin estar en la plenitud del pinche poder… El tocayo está más que para trivialidades.

e-mail: dor00@hotmail.com

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