jueves, 26 de agosto de 2010

El cuento es muy sencillo

Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel

El mundo anda tan caótico, al borde del abismo, que ya el astro físico Stephen Hawking advirtió que será difícil evitar una catástrofe en la Tierra en los cien próximos años, por lo que sostuvo que el futuro de la raza humana está en el espacio. Los peligros y amenazas para el planeta, dijo, aumentarán “y necesitaremos tener mucho cuidado y mejor criterio para superarlos exitosamente. Soy optimista”. Eso, eso, eso, dijera el Chavo del Ocho, es lo que nos falta: optimismo.
De lo que se trata, entonces, es hacer algo pero ya e inyectarnos de buenas nuevas, porque a como andamos ni nos damos cuenta de nada, mucho menos de lo bueno que aún tiene la vida.
Henri de Toulouse Lautrec escribió que uno es horrible, pero la vida es hermosa. Pero a menudo lo único que hacemos es lamentarnos. Creo que fue Aristóteles quien dijo que la filosofía comienza con el asombro, pero tal parece que en la actualidad nuestra capacidad de asombro se ha esfumado.
No sé quién expresó que debemos apurarnos a asombrarnos de lo que está pasando y no está pasando, porque “sin asombro no se llegará a ninguna parte y se estará dando palos de ciego, asumiendo como realidad lo que nos dicen, lo que nos trasmiten unos y otros relegándonos a un segundo plano, que con el asombro instalado en nuestra conciencia, seremos al menos punta de lanza de nosotros mismos”.
De acuerdo. ¿Por dónde empezar? Un amigo me comentó alguna vez que vivimos sin vida, basta sólo con mirar alrededor para darse cuenta de ello. Es la muerte la que vive nuestras vidas. Pero por ahí hay gente que cree todavía lo contrario, son como lucecillas empeñadas en abatir una oscuridad inmensa. Y sí, frecuentemente alumbran, abren caminos. Por ahí debemos empezar: abrir nuevos caminos, cada quien desde su trinchera, y no dejarnos abatir por las contrariedades.
Acordémonos que la vida a diario nos recuerda lo loca que es. Porque el cuento es muy sencillo, versificara Mario Benedetti, “usted nace, contempla atribulado el rojo azul del cielo, el pájaro que emigra, el torpe escarabajo que su zapato aplastará valiente. Usted sufre, reclama por comida, y por costumbre, por obligación llora limpio de culpas, extenuado, hasta que el sueño lo descalifica. Usted ama, se transfigura y ama por una eternidad tan provisoria, que hasta el orgullo se le vuelve tierno y el corazón profético, se convierte en escombro. Usted aprende y usa lo aprendido, para volverse lentamente sabio, para saber que al final el mundo es esto, en su mejor momento un desamparo y siempre, siempre un lío. Entonces usted muere”.
Es un poema de Mario Benedetti, “Currículum”, que me atreví, con su venia desde el cielo, a prosificar.

De cinismo y anexas
Ya que estoy de mamila con esto, y todo pa’ no ponerme triste porque la vida es bella, les dejo este cuentico de Williams Deer: “Una noche de invierno, la tuerca le fue infiel al tornillo: se fue rodando detrás de un perno. Desde entonces, el tornillo vivió triste, tirado en el suelo. Tiempo después, murió sólo y oxidado”.

Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx

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