miércoles, 4 de agosto de 2010

El rey ciego

Salvador Muñoz
Los Políticos

Juan I tenía cataratas… Cuando se dio cuenta que empezaba a perder la vista, llamó al mejor cirujano y ordenó que lo aliviara. Al no poder curarlo, ordenó Juan I que metieran al galeno a un saco y lo aventaran a un río.
La leyenda de Juan I de Luxemburgo viene a cuento por lo que ocurre en este proceso electoral, referente a la gubernatura del estado… No hay peor ciego que el que no quiere ver.
La impugnación del proceso por parte del PAN y Convergencia ante el Trife es una realidad que, aunque el PRI y Gobierno estatal no la quieran ver, allá está.
Y no porque estén ciegos… Ocurre lo mismo que le pasó a Juan I: evaden una realidad.
Es decir, la impugnación del PAN y demás partidos en contra del resultado que avala el Tribunal Estatal Electoral no la definen ni Jesús Medellín Muñoz, Eduardo Andrade Sánchez y Jorge Carvallo Delfín, en la prensa. Igual, ni columnistas conocedores de la materia electoral que avalan el triunfo de Duarte por encima del Trife.
Creo que tanto columnistas como priistas, panistas y convergentes, así como todos los involucrados y, sobre todo, medios impresos, electrónicos y virtuales, debieran explicar realmente lo que ocurre en estos momentos: el proceso electoral AÚN NO termina.
El triunfo de Javier Duarte fue puesto en duda por los partidos opositores y será el Tribunal Federal Electoral quien defina, antes de que finalice noviembre, si efectivamente ganó Javier Duarte o no.
Por supuesto, en quien se sabe triunfador no debe haber preocupación ni debe comentar si son infundadas o mal argumentadas las tesis de quienes se sienten ofendidos, engañados o defraudados. Es fácil el silogismo, si los veracruzanos le dieron el triunfo a Duarte, si el IEV le dio el triunfo a Duarte, si el Tribunal Electoral Veracruzano le dio el triunfo a Duarte, por consecuencia el Trife le ha de dar el triunfo a Duarte… ¿Por qué preocuparse?
Bueno, sí… Sí hay por qué preocuparse…
Y es que son tres opciones en torno al resolutivo del Trife:
1) Que avale el triunfo de Duarte, como se supone bajo el silogismo citado. Puede ser.
2) Que revierta el resultado a favor del PAN.
3) Que anule las elecciones.
El primer escenario es el perfecto para el PRI. Los otros dos serían el acabóse.
¿Por qué?
Por una sencilla razón. Con cualquiera de los puntos dos y tres, hechos realidad, evidenciaría una cosa: El PRI hizo trampa.
Bueno, esa es mi visión de acuerdo a las tres posibilidades que tiene el Trife en torno a la impugnación al triunfo de Duarte.
Y será el Trife quien diga la última palabra. No el PRI ninguneando las acciones de la oposición; no el PAN proponiendo gobernadora interina; no Leonor de la Miyar diciendo que ya hay gobernador; no los columnistas tirándose de tapete al paso de Javier Duarte o de Fidel Herrera.
Porque si las cosas siguen así, el riesgo con colaboradores como Medellín, Carvallo y Andrade, es que Javier Duarte se quede ciego, como Juan I de Luxemburgo, que más que ceguera, el hombre sufrió de necedad, nunca aceptando su realidad hasta su muerte, blandiendo la espada al vacío y tirando doctores a ríos... Eso sí, siendo Rey.

e-mail: dor00@hotmail.com

No hay comentarios: