miércoles, 18 de agosto de 2010

La ola de violencia

Luis Alberto Romero

La inseguridad y la violencia que se registran en nuestro país amenazan a prácticamente todos los sectores de la vida productiva. La delincuencia organizada recurre a métodos cada vez más violentos e intimidatorios para lograr sus objetivos y las víctimas ahora no son los propios miembros del hampa, sino empresarios y profesionistas.
La lucha entre bandas y cárteles por el control de territorios ha quedado en segundo término, porque ahora el secuestro y la extorsión mediante amenazas constituyen la principal preocupación.
Para muchas familias mexicanas, la lucha emprendida contra el narcotráfico es un tema distante y que sólo debe preocupar al gobierno y a las corporaciones policiacas federales; sin embargo, la extorsión, las amenazas, los secuestros y levantones, cuando se sufren en carne propia, literalmente cambian la vida a las víctimas y a sus familias.
Cárteles y organizaciones delincuenciales extienden sus redes para no limitarse al mercado de la droga y dominar desde la piratería hasta lo que hoy es considerada “la industria del secuestro.”
Por ello la preocupación que manifestaron ayer los empresarios, en voz de Augusto Zamora Lara, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, Coparmex, quien advirtió que la violencia, producto del combate a la delincuencia organizada, se ha recrudecido.
Tras cuestionar las cifras que manejan quienes promueven la guerra contra el crimen organizado, el representante empresarial señaló que el saldo es negativo; el avance, lento y escaso; y la percepción de inseguridad, en crecimiento. Lejos de las cuentas alegres del Gobierno federal, la Coparmex prácticamente apunta que la guerra contra el narco no se va ganando y que el ciudadano común percibe un recrudecimiento de la violencia en el país.
El problema es tan serio que ya en cualquier plática de café escuchamos fundadas dudas sobre la falta de sentido de una guerra que emprende el presidente Calderón y que al parecer no lleva a ninguna parte. Hace unos días intento comunicarme vía telefónica con un amigo odontólogo, nunca contestó la llamada; cuando lo encuentro hablo de mi frustrado intento y responde: “cada vez conozco más gente que es amenazada o secuestrada, yo no quiero ser uno más, por eso dije a mi familia que no contestaríamos llamadas cuyo número no sea identificado, la situación está muy cabrona”, así es el tamaño del miedo y así es la percepción de inseguridad.

El botón de muestra
En el norte del estado, justo en la comunidad de Villa Cuauhtémoc, Pueblo Viejo, un comando atacó con una granada a elementos de la policía municipal.
De acuerdo con las primeras versiones, se trata de maleantes que operan en Tamaulipas y que cruzaron los límites territoriales de ambas entidades, para operar en el norte veracruzano. No hubo víctimas mortales, únicamente heridos.
Lo cierto es que en esa zona tienen la idea de que se trata de bandas organizadas que operan impunemente, aprovechando la escasa capacidad de las fuerzas del orden para cubrir un territorio que incluye parte de los estados de Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí e Hidalgo.
El hecho provocó que desde Gobierno del Estado se ordenara reforzar esos puntos y al lugar se trasladó el secretario de seguridad pública, Sergio López Esquer. Se busca, a fin de cuentas, que la percepción de inseguridad no se extienda y que no se desalienten empresarios e inversionistas, algo que se antoja difícil, porque el estado de Veracruz no está exento de los problemas de violencia, delincuencia e inseguridad que afectan a un país que se ubica entre los seis con mayor delincuencia organizada.

luisromero85@hotmail.com

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