jueves, 7 de octubre de 2010

Esperanza y Fe

Salvador Muñoz
Los Políticos

Hubo un reino que la fuerza de naturaleza estuvo a punto de desaparecer. Lluvias, tornados, huracanes, políticos y periodistas ocasionaron mucho daño a todas las villas del Señor que tuvo que emplearse a fondo y al fondo del agua, para ir al rescate de la gente. Ya había pasado la contingencia cuando el Señor llamó de urgencia a reunión.
La convocatoria había sido a todos sus ministros… ¡a todos! Las dudas y el miedo se apoderaron de la mayoría de los fieles subordinados. Sabían de lo terrible que se ponía el Rey cuando las cosas no salían como él había planeado…
Fue al asunto, directo, sin rodeos, como le gusta:
–Informes… denme los últimos informes.
Como nadie se atrevía a hablar, tuvo que tomar la iniciativa:
–A ver, tú, ministro del Tesoro… ¿cómo van las cuentas en las arcas?
–Hemos implementado una serie de sesiones de Optimismo en nuestro personal en estas últimas semanas hasta el cierre de la administración.
–¿Y eso para qué?
–Para hacer cuentas alegres, Señor…
–No, maaa…no, no… ¿y los proveedores?
–Pues nos sacan sus cuentas pero no creen ya en nuestros cuentos…
–Siga mejor con las sesiones… Usted, doctor, ¿cómo andamos en Salud?
–La verdad, siento que me faltan vitaminas y una semana de descanso… tengo fatiga y ya hasta me salieron hongos en las patas de tanto andar en el agua…
–¡No me refiero a su salud! Sino a su dependencia…
–¡Ora, mi Señor! El de la dependencia es el de Educación…
–¡La secretaría a su cargo!
–Ah, pues gracias a la pomada Roja hemos controlado las dermatitis, menos en los de sangre azul…
–¿Por qué?
–Ya ve que tienen la piel sensible, y todo lo que sea Rojo les causa úlceras así que mejor le quitamos el papelito pero la seguimos aplicando…
–¿Qué más?
–Es todo… ¿eh? Permítame: mi Heralda Maritoña me pasa un último reporte: “Hace unos días, niña picada por Nauyaca”…
–¡Ay Ministro de Salud! Ese fue el inicio de la semana de vacunación… ¡y fue por gotas! En fin… a ver, Ministro de Turismo, ¿cuál es su informe?
–Todo está maravilloso, Señor.
–¿Qué? ¿Está yendo a las sesiones de optimismo del Ministro del Tesoro?
–No, señor, simplemente vemos de esta crisis una oportunidad, como usted sabiamente nos ha inculcado, y nosotros vemos muchas oportunidades…
–¡Ah chingá chingá chingá! A ver, “barajéemela” más despacio…
–Mire… podemos promocionar al reino como Turismo Extremo. Hay cacería de cocodrilos; rescate de perros y gatos en zonas de peligro; tenemos sets naturales para películas de las que hace Mel Gibson y…
–Espera, espera… ¿y tenemos capacidad hotelera para todos estos turistas?
–Creo que no, mi Señor…
–¿Por qué?
–Porque todos los damnificados ocuparon los hoteles…
–Me gusta tu optimismo… déjame pensarlo… mientras… Ministro de Educación, ¿quién no tiene clase en el reino?
–¡El secretario de Gobierno! Mi señor… ¡Todo un pelafustán!
–¡No! ¡Me refiero en qué lugares no hay maestros!
–¿En este reino? En los salones. La mayoría de los maestros, si no son legisladores, son ministros, o son aviadores, o se dicen investigadores o están en comisión, pero ninguno en los salones…
–Excelente información… ¿Tenemos reportes de Nini’s?
–Sólo un caso, Señor.
–¿Y cuál es ese caso?
–El ministro de Seguridad Pública…
–¿Es un Nini?
–Sí, dice que en esta contingencia Ni Rapiña Ni Pillaje hubo…
–¿Es cierto, Ministro de Seguridad Pública?
–Las estadísticas daban ese dato, Señor, pero recientemente hemos tenido pérdidas…
–¿Qué tipo de pérdidas?
–Bueno, se nos perdió un anillo, se nos perdió una avioneta, se nos perdió Coxquihui, se nos perdió Claudia Ramón Perea en España, se nos perdió el señor de Tuxpan, el conde Silva…
–¡Hey, hey, hey! ¿Cómo que se nos perdió el Conde Silva? Yo lo he visto y he oído de él…
–¿Mmm? Permítame leer el informe… ¡ah! Pues según el reporte, su esposa lo anda buscando…
–¡Habrá que investigar! ¿Qué otras pérdidas ha habido?
–Por el momento es todo, mi Señor, aunque tenemos dos riesgos…
–¿Cuáles?
–Que nuestra gente pierda la esperanza y la fe…
–¡Pues a chambearle! ¡Todos a la calle!
Y el Rey salió y vio partir a sus ministros. Sabía que estaba mal su ministro de Seguridad Pública… él podía perder el reino; su pueblo podía perder todo su patrimonio, pero de algo estaba seguro, esta gente, nuestra gente, jamás perdería la fe y la esperanza porque es lo único que nos mantiene en pie.
Cualquier parecido con la ficción, es una realidad.

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