miércoles, 13 de octubre de 2010

Queremos todo

Arturo Reyes González
Burladero

El debate priista acerca de la propuesta para disminuir el Impuesto al Valor Agregado (IVA) de 16 al 15 por ciento para el próximo año continua, aún cuando todo hace indicar que se mantendrá tal y como está.
Sí, se trató de la propuesta inicial anunciada con bombo y platillo para ser impulsada y defendida por los representantes ciudadanos de origen priista. En un inicio la propuesta parecía reivindicaría el tropiezo popular y mediático del año anterior, cuando nos afirmaron y aseguraron que no estarían dispuestos a votar por el aumento en los impuestos y resultó todo lo contrario.
Hoy el Gobierno federal, gobernadores y otras autoridades, en las que todos los colores y siglas partidistas, están presentes, se pronuncian abiertamente porque no se reduzca dicho impuesto, argumentando que el ver disminuidos los ingresos de las arcas federales, estatales y municipales afecta totalmente los esquemas económicos que permitan traer desarrollo a sus gobernados.
Ante este encuentro de opiniones, uno se pregunta: ¿Queremos que se aplique una mayor cantidad de recursos para la educación? ¿Queremos lo mismo para el combate a la pobreza, para investigación en ciencia y tecnología, para financiamiento a la micro, mediana y pequeña empresa, entre otros?
¿Sí? ¿Qué necesitamos para hacerlo realidad? La respuesta es más recursos. Pero ¿De dónde los obtendremos si estamos pugnando por pagar menos impuestos?
Me parece que muchos mexicanos estamos dispuestos a aportar de lo poco o mucho que tenemos cuando se trata de las causas sociales que como país nos van a beneficiar a los más necesitados, a los más vulnerables, a los que carecen de oportunidades.
Porque muchos sabemos que seguramente si hay gente con empleo y jóvenes con oportunidades el panorama del país cambia; sin embargo, como vamos a hacer ese esfuerzo cuando constantemente somos testigos del derroche y la mala aplicación de los recursos públicos producto de nuestros impuestos.
¿Cómo, cuándo? En noticieros de televisión, en revistas de sociales y espectáculos de culto a la vanidad.
Toallas, almohadas y colchones a precios exorbitantes en el extranjero; Casas de embajadores mexicanos en el vecino país del norte que destacan en las revistas de socialite nacionales; departamentos de millones de dólares en el corazón del país sin explicación alguna del cómo lo consiguen siendo empleados. Pero hay más, sueldos, privilegios y canonjías dignos de la realeza Europea, totalmente distantes de la realidad de millones de mexicanos. Acá en la aldea los diputados locales se despiden con cerca de un millón de pesos, cuando se vanagloriaron por gritar a todos que estaban dando diez mil pesos de donación a los veracruzanos afectados por los fenómenos climatológicos. Y por si fuera poco luego ni van a las sesiones.
Además de la falta de transparencia, de reglas poco claras de operación a la hora de distribuir y gastar los recursos, instituciones y funcionarios que se niegan a brindar información del cómo y por qué de gastos absurdos, de los que la misma ciudadanía da cuentas, son algunas de las principales razones por las que seguramente ni usted ni yo, ni nadie estamos dispuestos a seguir consecuentando y auspiciando esta situación.
“La burra no era arisca, la hicieron a palos”. ¿Darles más para mantener su privilegiada situación económica?

argo_reyes@hotmail.com

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