domingo, 30 de enero de 2011

Cultura del milagro

Arturo Reyes González
Burladero

A últimas fechas he tenido problemas para dormir o como dicen “conciliar el sueño” por las noches. Nunca me ha gustado dormir durante el día, siento que el mundo avanza y yo me quedo rezagado. Ejerciendo el juego del cambio de canales del televisor vía control remoto he tenido la oportunidad de apreciar la tan importante presencia de cientos y cientos de infomerciales basados en situaciones vinculadas a la salud de los mexicanos.
No es un secreto que los principales problemas que nos aquejan en materia de salud pública son la diabetes, la obesidad, problemas como riñones, dolor de cabeza, estrés, mala alimentación, gastritis, colitis, entre muchos otros. Son precisamente los productos anunciados de manera insistente posibles soluciones a nuestros males referidos y de qué manera… según nos dicen.
Usted no tiene que hacer nada más que poner atención, escuchar y entender lo que nos quieren decir, que en resumen es: usted no tiene más que gastar con nosotros y se acabó. No haga dietas, no haga ejercicio, ni piense ¡vaya! en el problema, ¡no es necesario! ¿Para qué? Nada más tome lo que le vendemos y listo, ni dude ni pregunte.
Hay remedios para la postura de la espalda, los dolores de todo tipo, la migraña, el sistema nervioso, hasta el pie diabético, pero sobre todo, sobre todo, esa bella, fina, sana y esbelta figura que siempre ha deseado. Y sin esfuerzo, sin hacer nada. ¡Caray qué maravillas del siglo XXI!
Tenis, cremas, pulseras, pastillas, anillos, ¡Dios santo!, la ciencia y la tecnología combinada con los secretos ancestrales y bien guardados del Tío Nacho o de los mayas o aztecas.
Al respeto, el presidente del Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, Jesús González Núñez, destaca que quienes compran estos productos poseen como rasgo de personalidad la dependencia y esperanza de que de manera mágica se les resuelvan sus problemas (médicos) sin esforzarse, claro está, y que son quienes no tienen la capacidad de tomar decisiones.
De acuerdo con reportes médicos serios, los publicitados tenis con plataforma pueden provocar severos daños a las rodillas y la espalda, hay cremas que se untan en la zona del abdomen y cintura que ponen en riesgo órganos como tiroides y riñones, pastillas que provocan taquicardia e hipertensión. El diario español El País publicó amplia información sobre la falsedad que resultan unas pulseras para el equilibrio y la fuerza, lo que se comprobó a través de diversos estudios.
Sin embargo, a pesar de lo anterior en lugar de ver que la intensidad de los comerciales pudiera disminuir, bien se puede registrar y contar que van en aumento. ¿A qué cree usted que se debe? Podemos leer y escuchar de estadísticas al respecto para saber, pero en lo personal y cotidiano he tenido la oportunidad de ver cómo muchos conocidos hoy usan dichas pulseras y tenis portándolos de manera orgullosa –creo que al menos la autoestima la alimentan– y además dando datos precisos acerca de todos los beneficios que les traerán dichos accesorios milagrosos, ¿cuándo?, aún no lo tienen claro, pero por la manera en que lo afirman, casi convencen a uno de que pronto llegarán.
Me parece que somos una sociedad, una cultura de mucha fe, demasiada diría, que cree en los milagros aún sin haberlos visto, una cultura que tiene un amplio vacio en materia de comunicación, de información y de confianza en pleno siglo de la información y la tecnología.
Cuando pienso en los miles de mexicanos que compran “milagros” por televisión nacional o cable recuerdo a nuestros ancestros hace 550 esperando que el Dios Jaguar los bendijera para la cosecha, esperando con ansia esa parte mágica, esa parte celestial, de otra dimensión, difícil de creer y explicar, que los complementara en su vida.
Esto es, no basta nuestro trabajo, el ejercicio, el esfuerzo y la disciplina, no nos es suficiente, no tenemos la fortaleza y confianza, la capacidad para darnos cuenta que es lo único que necesitamos para salir adelante. Requerimos de algo extraordinario que venga a sacarnos adelante.
Señores, señoras, mexicanos, mexicanas, no ir al doctor, no hacer ejercicio, no alimentarse bien como es debido, no tener orden, disciplina y llevar tratamientos adecuados no se compensan con espejitos mágicos y milagrosos. ¡No!
Mientras estemos esperando que algo “mágico” y milagroso suceda de repente y venga a ayudarnos, simplemente estamos condenados a seguir igual. Y tome usted el igual como mejor lo crea: atorados, jodidos, estancados, sumidos en la medianía que suena a mediocridad, en la supervivencia, en el atraso. Esperando, esperando. ¿O usted qué opina?

argo_reyes@hotmail.com

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