miércoles, 19 de enero de 2011

Perera ¿de Asís?


Salvador Muñoz
Los Políticos

Algo tiene el lobo que fascina.
Hay un aire de temor y de admiración a la vez.
Quizás por eso aquel juego de ronda que decía: “Jugaremos en el bosque, mientras que el lobo no está aquí, porque si el lobo aparece, entero nos comerá… ¿Lobo estás aquí?”.
Dígame qué niño, en aras de ser el protagonista de ese juego, no aceptaba ser, gustoso, el lobo, para decir una serie de acciones a la pregunta de la ronda: “me estoy bañando”, “me estoy cambiando”, “me estoy peinando”, “me estoy, etcétera”, para terminar saliendo de una casa imaginaria y atacar a quienes osaban jugar en su bosque.
Un juego de tentación, de osadía, de temeridad donde, por supuesto, había que pagar la consecuencia que por lo regular era una niña, más bonita, perseguida y atrapada.
El lobo era el coco, el boogie-man, el chupa-cabras, los Zetas de los antiguos. De ahí Pedro y el lobo. ¡Cabrón chamaco que espantaba a la raza al grito de “ahí viene el lobo”!
O el lobo feroz de los tres cochinitos… o el de Caperucita roja…
Aunque…
No todos los lobos llevan ese estigma de maldad o perversión.
Recuerde a Ramma y Raksha, padres adoptivos de Mowgli, en la manada de lobos. También está Luperca, aquella loba que amamantó a Rómulo y Remo. O qué decir de Colmillo Blanco, de mi siempre bien admirado Jack London… bueno, dicen que Colmillo Blanco era mitad perro, mitad lobo.
Y pudiéramos seguir buscando historias, leyendas y cuentos de lobos, pero hay uno en especial, más por estas fechas, que hay que recordar: El lobo de Gubbio.
Si recuerdan, es ese que Francisco de Asís amansó.
Lo traigo a cuento porque ayer el Congreso decidió nombrar a Juan Fernando Perera Escamilla como titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Perera Escamilla es ligado a la Iglesia católica. Haciendo memoria, una ocasión en que fue Javier Duarte de Ochoa, como gobernador electo, a la Arquidiócesis de Xalapa, invitado por Hipólito Reyes Larios a un desayuno, ahí estaba Perera Escamilla.
Sí, su presencia incomodó a más de uno de los asistentes, entre ellos Pablo Anaya (asistente, no incómodo), quien en ese día lo habría de anunciar Javier Duarte como su “futuro secretario de Salud”.
Dicen los que estuvieron allí, sin conocer a ciencia cierta los motivos de la presencia de Perera Escamilla, que éste se metió como “Pedro por su casa”.
Al final, la presencia de Perera Escamilla habría de entenderse. Le achacan la defensa del padre Muñiz, acusado de distribución de pornografía infantil.
Es ése el peor defecto que los contrincantes encontraron en Perera Escamilla para que aspirara a ser el ombudsman de los Derechos Humanos del estado.
Vaya, su pecado fue, si así lo hizo, ser abogado del famoso padre Muñiz.
Pongámoslo así: Francisco de Asís, en un momento dado, también fue defensor del lobo de Gubbio. Incluso lo amansó, lo llevó al pueblo y pidió que lo atendieran como a un hermano.
Igualito que Perera Escamilla: Abogó por un Lobo Siberiano… aunque, no sé si lo haya podido amansar, porque al igual que el Lobo de Gubbio, el Siberiano huyó a las montañas cuando se sintió acosado.
No nos queda más que confiar, como lo hizo el pueblo de Gubbio, en la buena voluntad de Perera Escamilla… digo, si ya tiene la bendición del Señor lo menos que podemos esperar es que el lobo no vuelva a atacar y que Juan Fernando no nos resulte un “Perera de Asís”.

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