domingo, 20 de marzo de 2011

¿Por qué es necesaria la alianza en el Estado de México?

Raúl Abraham López Martínez*
Coyuntura Política XXI

En el año 2000 los ciudadanos fueron los principales protagonistas en consumar la alternancia en la Presidencia de la República. El cambio de poderes que se presentó en Los Pinos obedeció al reconocimiento de cada uno de los votos que se computaron en la elección presidencial.
La coyuntura electoral del 2000 marcó uno de los momentos culminantes en la ruta del inconcluso proceso de democratización del país que en términos electorales inició su marcha con las incipientes alternancias en los gobiernos municipales y en los gobiernos estatales en la primera mitad de la década de los noventas, encabezados principalmente por el Partido Acción Nacional, y en la segunda mitad de la década de los noventas a estos procesos de alternancia se sumó el PRD.
En 1997 por primera vez en la historia política contemporánea del país el PRI perdió su presencia hegemónica en la Cámara de Diputados.
En ese mismo año, el candidato del PRD Cuauhtémoc Cárdenas logró ganar la primera elección de Jefe de Gobierno en la Ciudad de México.
En el 2000 Vicente Fox ocupó Los Pinos, el lugar simbólico que el PRI mantuvo durante el siglo XX de manera autoritaria, de manera pacífica y por la vía electoral se concretó la alternancia. Y en el DF López Obrador ganaba para el PRD la segunda jefatura de gobierno.
Han transcurrido casi 11 años de la alternancia política en la Presidencia de la República, sin embargo muchas de las características autoritarias del viejo régimen se han logrado adaptar a este escenario.
El corporativismo sindical sigue intacto, el aparato burocrático continúa actuando de manera centralista, vertical y autoritaria, los gobernados afiliados al PRI se han convertido en los nuevos señores feudales de las entidades que gobiernan, tampoco se han podido desmantelar los monopolios de comunicación, el aparato de justicia en general no ha logrado consolidar su autonomía y credibilidad ante los ciudadanos. Y por si esto fuera poco, la elección presidencial del 2006 estuvo marcada por una fuerte crisis de legitimidad.
Lo anterior, nos permite visualizar la urgencia en profundizar los cambios políticos que apunten a desmantelar de manera paulatina los principales rasgos de este régimen autoritario heredado por el PRI.
En el ámbito de las entidades de la república, estos cambios se traducen en la necesidad de derrotar al PRI en las urnas, de poner fin al poder de los gobernadores tricolores, de oxigenar políticamente a los gobiernos estatales por medio de las alternancias.
Estas alternancias tienen que ir acompañadas con un conjunto de compromisos democráticos que permitan promover una efectiva separación de poderes, al igual de garantizar la autonomía de los órganos autónomos. De transparentar los recursos públicos. De abrir novedosos procesos de negociación entre la sociedad civil y los gobiernos de alternancia.
Esto es lo que se requiere hacer con carácter de urgencia en el Estado de México. El primer paso para lograrlo es crear una amplia coalición de partidos que tenga la suficiente fuerza y capacidad de movilización ciudadana para convocar a los electores a votar por un programa de alternancia política.
La clave para lograr el escenario de alternancia en el Estado de México, se encuentra en la formulación de una alianza entre los dos más importantes partidos opositores a Peña Nieto.
Tal y como el año pasado lo hicieron en Oaxaca, Puebla y Sinaloa. Las alianzas entre el PRD y el PAN han demostrado su efectividad política para derrotar a los señores feudales del PRI.
Para esto se necesita una alianza en el Estado de México, para darle un impulso al proceso democrático que el PRI ha mantenido bloqueado desde inicios del siglo pasado.

*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria www.vozuniversitaria.org.mx raul@vozuniversitaria.org.mx facebook.com/raul.lopezmartinez

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