Brenda Caballero
Números Rojos
Si alguien me preguntara en este momento cuándo perdí mi virginidad, no sabría qué contestarle. Posiblemente diría que hace cinco, diez o quince años, o a lo mejor sigo siendo “virgen”… sí, aunque le dé risa… ¿cuántas personas de sesenta años o más siguen siendo vírgenes? a mis treinta y tres deme por favor el beneficio de la duda.
Desde luego que a través de la historia, la virginidad ha jugado un papel de suma importancia dentro de varias culturas y religiones al grado de parecer que la felicidad y el futuro de un individuo depende de ella… claro que me estoy refiriendo a la sexualidad.
Dentro de la sexualidad se dice que alguien es virgen (mujer) o casto (hombre) cuando no ha tenido experiencias o relaciones sexuales, es decir, no ha “cuchiplanchado o en otros términos “cojido”.
Peor caso si Usted es mujer, porque para nuestra desgracia, se dice que no somos vírgenes si nuestro himen (membrana que cubre la parte de la entrada vaginal) está roto, ¡vaya tragedia si es tu primera vez y no sangraste! aún recuerdo mi búsqueda de ese color rojo que nunca llegó y entonces me pregunté: ¿dónde quedó mi virginidad?... Bueno, mi himen, ¿o nací sin él? ¿o se dilató en sus dedos? ¿o en algún golpe fuerte cuando jugaba burra tamalera? Aún pienso quién fue el presunto culpable, pero qué divertido era moverse hasta tumbar a los compañeros del equipo contrario. En la burra ¡claro!
Siendo sincera, no tuve la inteligencia de otras de mi género que en “aras de mantenerse vírgenes” tenían relaciones de manera anal u oral. No pensé que eso valiera. Mire Usted que decir “por atrás porque quiero mantenerme virgen hasta el matrimonio” ¿a quién quieren engañar?, bueno me imagino que al marido, pero esa es otra historia.
Pero regresando a la virginidad, actualmente la situación ha cambiado pues hoy existen varias acepciones la palabra “virginidad”.
Principalmente se le identifica “como el estado en el que un proceso se mantiene sin haber sufrido alguna alteración desde su origen, en forma de pureza”.
Esto quiere decir que podemos ser vírgenes en otros aspectos no precisamente el sexual.
Así que si mi querido presidente complementara el aspecto de la virginidad en la presentación de los resultados definitivos del Censo de Población y Vivienda, elaborados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), diría algo así: “Gracias a los avances de nuestro gobierno los hogares que tienen televisión pasaron de un 86 por ciento a 90 por ciento; teléfono de 36 por ciento a 93 por ciento; computadora de 9 por ciento a 29 por ciento; automóvil de 32 por ciento a 44 por ciento y refrigerador de 82 por ciento a 92 por ciento, los demás siguen siendo vírgenes”.
Todo esto de la virginidad no fue para recordar mis muy viejos tiempos, sino porque me llamó mucho la atención una de las notas más leídas en cierto diario virtual a nivel nacional cuya cabeza decía: “Joven de 21 años vende su virginidad en la web”…Sí, adivinó Usted… mi morbo me llevó a leer tal información… “Una estudiante de 21 años ha puesto su virginidad a la venta vía Internet a través de una agencia holandesa de acompañantes, Yantra Exclusive Escort. Según el periódico Nieuwsblad, la joven identificada como ‘Noëlle’ ha recibido ofertas de hasta 7 mil 500 euros, es decir, poco más de 126 mil pesos”. Es cierto que la situación en que vivimos es crítica, pero me cuesta trabajo entender el grado del capitalismo de la joven para cambiar “su virginidad” por dinero.
O puede que solo quiera ver si saca más de 3 millones como lo hizo hace unos años la estadounidense Natalie Dylan, quién justificó tal acción para pagar sus estudios.
Alguien diría por ahí, “a lo mejor después venda un dedo, una mano o un riñón, hay que estar pendientes”.
Creo que con tantas aberraciones en las que vivimos… aún sigo siendo virgen… ¿y usted?
brendacaballero1@hotmail.com
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